miré el reloj que tenía en la mano izquierda, regalo de mi hermana, allá por los años sesenta... y las manijas del reloj se detuvieron... era un reloj de cuerda, marca Orión... el aire a mi alrededor se puso cálido y mi respiración se aceleró pero suavemente, los brazos se me entumecieron y empecé a sentir frío en todo el cuerpo... cerré los ojos en aquella fría noche por un momento y me sentí tan feliz de ver la oscuridad de mi ser... estar y no estar era algo que no entraba en mis pensamientos... hubiera dado todo por seguir así, recostado en una esquina de una calle cualquiera y desde dentro de mí un calor me hizo sentir alegría y sonreí... abrí los ojos y no sé cómo explicarlo pero, estaba en otro lugar... caballos en vez de autos y estaba recostado sobre un árbol marrón y casi sin verdor... diría que estaba deshojada y para alguien tan ignorante como yo, estaba agonizando y él no lo sabía... un perro viejo se acercó al árbol y levantando la pata le orinó... se alejó el perro y las personas empezaron a mirarme fijamente... miré mis manos y mi reloj movía sus manijas con tal delicadeza que me quedé mirándole por un momento... una señora me dio un pedazo de pan... ciertamente yo era un mendigo y sonreí por aquel momento que no tenía idea de cómo había llegado... caminé por aquel lugar lleno de carruajes de caballos y gente vestida de manera incomoda, pero elegante... no como yo que vestía de harapos... caminé hasta llegar a un río... toqué sus aguas con mis manos y vi como una onda de aquel rio tranquilo empezaba a expandirse como si todo fuera un planeta tocando a otro... cerré los ojos un instante más pues el reloj volvió a detenerse... sentí el mismo calor y cuando abrí los ojos estaba en otro lugar... este era lleno de verdor y aves por todos lados... más allá estaba el mar... iba a acercarme pero detuve mis pasos... un silencio congeló mi momento... tenía el mismo reloj, pero esta vez las manecilla giraban más y más rápido... y todo lo que estaba a mi alrededor giraba como si estuviera en medio de un tornado de colores... me quité el reloj y todo se hizo negro... el silencio se hizo mi todo... la oscuridad empezó a brillar y una nube hermosa me dio un beso en los labios... cerré los ojos y mi espalda sintió el frío de una pared... mi reloj no estaba... pero la vida seguía siendo hermosa para un viajero del tiempo...