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La fuerza del dolor

Mi nombre es Jose, esta historia me sucedió hace años atrás, fue una gran cadena de sucesos los que me han hecho ser como soy, empezaremos con tal vez el mayor suceso que marcó mi vida: la perdida de mis padres, recuerdo como si hubiera sido ayer a pesar de haber pasado bastante años, recuerdo estar en el patio del instituto, por aquel entonces tenía trece años, unos profesores se me acercaron y me pidieron que les acompañara, me acerqué a la secretaría y allí me dieron el teléfono: ¿Diga?- pregunté con desconfianza. ¿Es usted el hijo menor de la familia Tsunade?. Si, ¿ocurre algo?. Tenemos una mala noticia. ¿Qué ocurre?. Se trata sobre sus padres. Un sudor muy frío recorrió mi espalda como un rayo, un rayo helado: ¿Qué ocurre con ellos? Ellos han...fallecido. Durante esos momentos, me había quedado pálido, no podía creerme lo que aquella voz me había dicho, mi boca se había secado, parecía como si fuera a desmayarme de un momento a otro, mientras intentaba articular palabra, finalmente forme la frase: ¿Qué...les...ha...pasado?. Verá, ha sido un accidente de automóvil, murieron en el acto, de todas formas, ya se ha avisado a su hermano mayor. Gra...gracias. Colgué el teléfono al tiempo que todavía estaba atónito por la noticia, me temblaban las piernas no de frío, era como si mis piernas carecieran de fuerzas para sostener mi cuerpo, todo daba vueltas a mi alrededor, me iba a desplomar sobre el suelo a causa de un desmayo, me desmayé pero alguien me cogió antes de caer al suelo, fue lo último que sentí antes de perder totalmente el sentido. Un escenario negro, de repente miré hacía arriba, mis ojos se volvieron como platos al ver aquello, mis padres estaban atravesados con un gran pincho a través del pecho, mi padre en la parte izquierda y mi madre en la parte derecha, estaban totalmente destrozados, tuvo que haber sido a causa del accidente, cortes, miembros rotos y sangre, mucha sangre corriendo libremente por sus cuerpos, un espectáculo totalmente enfermizo, parecía que todavía se movían, por instinto dije: Tranquilos, os bajaré de ahí. Lo dije por instinto, ya que no sabía como podía hacerlo, miraba por los alrededores, pero no había nada sobre que apoyarme, todo oscuro, volví la mirada arriba, las gotas de sangre finalmente caían al suelo, sus cuerpos empezaron a dar espasmos, cada vez me gustaba menos como se ponía la situación, de repente, mi madre vomito una gran cantidad de sangre, yo me aparté para que no me cayera encima, casi inmediatamente, mi padre también comenzó a vomitar sangre, la sangre salpicaba por todos lados: ¡Parad!, maldita sea, ¡parad!- dije entre lágrimas con un fuerte grito. Pero no pararon, siguieron vomitando más y más sangre, cuando me llegaba la sangre a los tobillos, ya no podía creerlo, nadie puede tener tanta cantidad de sangre en el cuerpo, aún así, siguieron vomitando más sangre, tanto gritar me acabé quedando afónico, con lo cuál solo me quedaban las lágrimas para suplicar que parasen, pocos minutos pasaron antes de tener la sangre hasta la cintura, cuanto más subía la sangre, más nervioso me ponía, lo peor era el hecho de que no sabía nadar, si ese mar de sangre superaba mi cuello, me podía dar por muerto, a medida que aquel mar subía, yo buscaba por las paredes de ese oscuro lugar en busca de algún saliente o algo que me sirviera para meter la mano y escalar, ese mar de sangre me decía también donde estaban los límites del lugar, andando torpemente con más de medio cuerpo enterrado en aquel mar de sangre, solo había dos bordes a los que me atrevía a ir, no quería acercarme a los bordes donde seguían ellos vomitando más sangre por momentos, en uno de los bordes era todo liso, rápidamente me puse en camino para intentar alcanza el otro, a medio camino ya esa marea había llegado hasta mi cuello, en ese momento odié no saber nadar, cada vez podía oler de una manera más fuerte el olor a sangre, el olor me estaba poniendo enfermo, pero no podía detenerme, al llegar al otro borde, también estaba liso, no pude decir nada porque mi boca ya estaba cubierta por la sangre, en cuantos pequeños chorros de sangre entraban en mi boca, la desesperación hacía acto de presencia, no quería morir allí, en pocos segundos mi nariz sería tapada por la sangre, mis ojos buscaban con desesperación una salida, alguna forma de aferrarse a la vida, pero no había nada...nada, saltaba un poco a cada rato para poder coger algo de aire, su nariz ya estaba hundida en aquel líquido, de repente, las piernas le fallaron y se hundió de pleno en el mar de sangre, intentaba ponerse en pie, pero algo lo mantenía de rodillas, no podía subir más, sabía que no podría aguantar por mucho más allí, se volvió la espalda y entre aquel rojizo mar pudo diferenciar una silueta, una silueta negra, por encima de ella había algo que brillaba, no podía pensar que fuera lo que tenía en mente, ella no existe, no tiene cuerpo, en ese momento, esa silueta se acercó como un rayo hacía mi, en ese momento me ahogue en un grito, el cual solo fue un gran numero de burbujas llenas de dolor, cuando la silueta impactó contra mi, todo se convirtió en un gran fondo blanco, me levanté sudando, había tres personas delante mio, miraba a todos lados para asegurarme de lo que había vivido no había sido un sueño, mi respiración era agitada, estaba sudando, centré mi mirada en aquellas personas, se trataba de dos profesores y mi hermano mayor, Mike: Hey, Jose, tranquilo, cálmate y mírame- me dijo agarrándome la cara con las dos manos- estás en el instituto, estás bien y no te ha pasado nada, ¿entendido?. Yo solo asentí con la cabeza, recuerdo que durante un tiempo no comía ni siquiera podía dormir, las pesadillas venían a mi cada noche, tuve que dormir mediante calmantes, pasaron meses antes de poder tener una vida “normal”, mi hermano empezó a trabajar, a pesar de que nuestros padres tenían una suma bastante grande, pero se aplicaba para pagar los gastos, nada más, por eso mi hermano buscó un trabajo para ganar su propio dinero, recuerdo los primeros días que venía con una cara de pocos amigos porque no le admitían, más adelante y cuando consiguió un trabajo, trajo unas cosas en una bolsa, se metió en la habitación del fondo y cerró la puerta con llave, tenía curiosidad sobre que haría con eso que llevaba en la bolsa, contando además de que aquella habitación no era más que un trastero, la verdad que a medida que pasaba el tiempo, el mismo hermano que me hizo poner los pies sobre la realidad tras aquel fatídico sueño no se parecía mucho al que conocía en esos momentos y mucho menos al que le seguiría, debido a que él me estaba descuidando (a veces llegaba muy tarde o cosas del estilo) por lo tanto tuve que empezar a aprender a cocinar, de lo contrario, me iba a morir de hambre, lo peor era que no había nada, como él a lo único que venia aquí era para dormir y para poca cosa más, tuve que empezar a buscarme la vida, por suerte, en la estantería del salón habían varios libros de cocina, los empecé a ojear para encontrar algo para preparar, había dado con una receta, pero la cuestión es que no había ingredientes, eso era un problema, había llegado la hora de recurrir a las reservas monetarias, con el dinero en el bolsillo me puse en camino al supermercado, no tenía mucho dinero así que tenía que pensar bien como distribuir este dinero, aunque por otro lado, mi hermano gana lo suficiente como para darme algo para comprar comida y luego que él se gaste el resto si quiere, ya que él come fuera y todo eso, se lo comentaría más adelante, tras comprar las cosas me puse en camino de vuelta a casa, en fin, allí me encontraba yo, frente a la cocina, con el libro a un lado, los trastos sacados y los ingredientes en la bolsa, tras varias horas, la cocina hecha un asco y yo también con un aspecto lamentable, había terminado el plato, tenía que al menos lavarme las manos, sentado frente a aquel plato, dudoso sobre como había quedado, aunque se sabía como era la única manera de salir de dudas, lo probé, en fin, estaba comestible, no era un manjar de dioses pero con eso al menos sacié mi hambre, a partir de aquél día empecé a ponerme de cocinero, aquella misma noche, mi hermano se preparaba para salir, me acerqué a su habitación y dije: ¿Mike?. ¿Qué?. Yo al contrario que tú, tengo que comer aquí, el inconveniente es que no hay dinero, necesito que me dejes una pequeña parte para poder comprar las cosas. Mi hermano, mirando con una cara extraña me dijo: Te daré dinero, pero solo compra lo necesario, nada de caprichos, que para algo soy yo quien trae el dinero a casa. Preferí callar a no comentar algo del estilo “claro, como te lo gastas todo tú”, mi hermano se dirigió a la cartera y me dio una parte de su sueldo: Haremos esto, cada mes te daré un 15% de mi sueldo para que compres lo que necesites para comer, eso si, si se te gasta, te jodes. Era totalmente injusto, pero me tuve que tragar mi orgullo con un “está bien”, me cedió el dinero y me lo guardé, en ese momento recordé como semanas atrás había traído una bolsa y se había cerrado en la habitación que había al fondo, la curiosidad me picó y le pregunté: ¿Qué llevabas en el bolso cuando te encerraste en en la habitación del fondo?. No quiero que entres en esa habitación sin mi permiso, ¿entendido?- su voz sonaba muy seria, casi furiosa. Vale, como quieras- dije con el fin de terminar aquella conversación. Me fui de aquella habitación y me acosté en mi cama, sabía que mi hermano no lo volvería a ver hasta el día siguiente, tumbado en mi habitación y con la puerta cerrada dije: Un 15%, vaya mierda. Lo único bueno es que todas las recetas que habían en el libro eran para varias personas, y como era solo una persona, lo único que había que hacer era reducir la cantidad de cada ingrediente, por lo tanto el gasto se vería reducido, aún así, el 15% seguía siendo una mierda, me dormí después de decir una última frase: Vaya mierda, que problemático es esto de vivir prácticamente solo. Pasaban los días y seguía mejorando mi forma de cocinar, ahorrando tanto como podía, alguna que otra vez pensaba en el contenido de aquella habitación, que en su momento fue un trastero, pero ahora se había convertido en todo un misterio para mí, por un lado cuanto más pensaba en aquella habitación, me venía a la mente la advertencia de mi hermano con aquella cara “no quiero que entres en esa habitación sin mi permiso”, solo de pensar en aquel tono de voz y su cara se me iban las ganas de entrar a curiosear, caía la tarde y me encontraba en el sofá viendo la televisión, cuando ya, harto de esperar y sabiendo que mi hermano no estaba en casa decidí mirar en aquel lugar, al poco me encontraba delante de aquella puerta, mi respiración iba más rápido, estaba más agitada a causa de los nervios por saber que escondía aquella puerta, agarré el pomo y abrí la puerta, la luz que había mientras el sol bajaba hacía que la habitación no se vieran las cosas más claras que meras siluetas, pero gracias a la poca luz que había, vi unos resplandores colgando en mitad de la habitación, cosa que me llamó la atención me acerqué para tocarlo, pero la luz se encendió, rápidamente me dí la vuelta, pero no me dio tiempo a ver quien era porque recibí un golpe antes de poder enterarme de nada, pocos minutos más tardes recuperé, primero la vista la tenía borrosa, a medida que subía la mirada, la silueta que tenía delante fue tomando cada vez una forma más nítida, hasta que finalmente pude ver con total claridad aquella persona, era...¡mi hermano!, intenté hablar, pero noté como algo estaba entre mis dientes: Bueno, hermanito, te dije que no te acercaras a esta habitación, era de esperar que tarde o temprano acabarías mirando, curiosamente has mirado cuando entré en casa, salí un poco antes del trabajo, esto si es una gran casualidad, en fin, hace poco me preguntaste que era lo que había aquí dentro, bueno, ya lo estás viendo con tus propios ojos. Me fijé que estaba colgado, estaba atrapado con grilletes en pies y manos, no podía mover, y con lo que tenía en la boca tampoco podía hablar, volví mi mirada hacía mi hermano: Supongo que al no poder hablar, te estarás preguntando ciertas cosas, por ejemplo “¿para qué quieres estos grilletes?”, para esa pregunta te puedo decir que lo quiero para tenerte como estás ahora, otra seguramente sería “¿por qué?”, bueno, tendrás el “honor” de ser mi saco de desahogos, últimamente estoy algo tenso por todo lo que está pasando y mucha tensión no es buena para el cuerpo y hay que descargarla de alguna manera- dicho esto, me dio un puñetazo en la cara- y he pensado “¿qué mejor manera de desahogarse que metiéndole de hostias a mi hermano pequeño, que no hace nada salvo pedir dinero, comer y joderme- otro puñetazo- y bueno, en compensación a todo eso, gastaré mis tensiones contigo, no lo tomes como algo extremadamente personal, pero, preferiría haber sido hijo único. Dicho esto, empezó a darme golpes por todos lados, no podía creer lo que me estaba pasando, mi propio hermano me estaba dando una paliza y lo peor, no podía defenderme, recuerdo cada golpe, hasta quedar sin sentido, al día siguiente, amanecí por culpa de un cubo de agua que me mandó mi hermano encima, luego me dijo: Levántate y limpia eso. Me levanté a esfuerzos, me dolía todo, no podía creer lo que había pasado anoche, creía que era una pesadilla, pero no, las pesadillas no duelen tanto, a partir de ese momento, mi hermano me trataba casi como un perro, algunas veces llegué a pensar “¿por qué no me mata de una vez?”, pero las cosas no eran tan simples, él prefería que su “saco de desahogos” estuviera vivo y sufriendo, cada vez que estaba tenso, se desahogaba conmigo, aunque parecía que esperaba a que recuperase en gran parte de mis heridas antes de volver a darme de hostias, meses más tarde estaba harto y le iba a denunciar a la policía, cuando lo intenté, él me salió al paso: ¿Qué crees que haces?. Te voy a denunciar a la policía y te vas a cagar. De repente soltó una pequeña risa: No tienes huevos para hacerlo. Me gustan que me pongan a prueba. Hazlo y no volverás a ver la luz del sol. Estaré mucho mejor en un orfanato que contigo. Mientras no digas nada de lo que pasa aquí dentro, ten por seguro que no te mataré, ahora si una sola palabra y tus días están contados. No hay mucha diferencia entre lo que me haces y lo que dices. Céntrate en no decir nada y no te pasará nada más de la cuenta. Dicho esto, abandonó la conversación, parecía que eso de matarme iba en serio, aunque tal como estaban las cosas, ya me creería cualquier cosa que dijera, se dio la vuelta y me dijo: Por cierto, ponte algo más decente e intenta tapar un poco esos moretones. ¿Y eso a que vino?. Voy a traer a una persona a casa y quiero que le des una buena impresión, que soy un buen hermano. ¿Justamente lo que no eres?. Haré como que no he oído eso, tardaremos una hora más o menos, estás advertido, no hagas ninguna estupidez y no le seas impertinente. Lo que tú digas... Dicho esto, se fue, en fin, no tenía más elección, aunque parezca algo extraño, aprendía a usar el maquillaje por necesidad para tapar los moretones, no me hacía falta comprar ya que en el cuarto de mis padres había maquillaje, por otro lado pensé si no era más fácil dejar que esa persona viera lo que mi hermano es capaz de hacer a su hermano pequeño, la verdad que no me quedaba más remedio que tapar esas heridas, así que delante del espejo me fui tapando poco a poco los moretones, me cambié la ropa para estar algo más decente (tuve que aprender a usar la lavadora también para quitar algunas manchas de sangre de mi ropa además de para la ropa sucia, claro) y allí estaba yo, sentando en una de las sillas de la cocina esperando a ver quien sería esa persona, si quiere que la conozca, por algo debería de ser , tras una larga espera, por fin se abrió la puerta, vi a mi hermano entrar y detrás venía otra persona, era una chica, algo me decía que las cosas estaban bastante evidentes, él dijo: Y esta es mi casa. ¿Su casa?, vaya, lo que me faltaba, no solo me trataba como un perro, ahora además me ignora, solo se acuerda de mí para ciertas cosas, hay que ver semejante capullo, luego me señaló y dijo: Allí mi hermano pequeño, Jose, ven aquí. Yo, como si de un perro faldero se tratara, tuve que ir a su llamada: Jose, esta es mi novia, Helena. Encantado- dije estrechando su mano, la chica era preciosa, como podía estar con este monstruo al que no me queda más huevos que llamarlo hermano, tuve que fingir un poco, ya que estar al lado de mi hermano y no poder hacerle nada era algo que me ponía enfermo. Ellos se sentaron en el sofá y me dijo: Jose, ¿por qué no nos traes un refresco a ella y a mi?. No puedo, porque no hay. Vaya, verás es que mi hermano bebe mucho y claro, nos quedamos sin bebidas en seguida. ¿¡Qué yo hago que!?, ¡será mamón el tío este!, que yo bebo mucho dice, ¡si lo que bebo nada más es agua porque este rata me da solo lo necesario para poder comprar los ingredientes para poder comer!. Anda, hermanito, ve y compra unas latas para nosotros dos y para ti también. Gracias “generoso”. Me fui de allí susurrando entre dientes, por fin podría beber un refresco después de tanto tiempo y hasta dios sabe cuando después, minutos más tarde, volví a la casa, para mi sorpresa, ellos no estaban en el salón, ¿donde se habían metido?, segundos más tarde, podía oír ruidos que provenían de arriba, subí las escaleras para ver que era ese ruido, los ruidos provenían de la habitación de mi hermano, me acerqué a mirar desde el marco de la puerta para al final ver...a mi hermano follándose a su novia, dios, esto empezaba a ser el límite, yo sabía que mi hermano no me veía solo más que dos cosas: una forma de descargar su ira y una molestia a la que hay que darle de comer, en ese momento supe el por qué no me había matado antes, quería dar la impresión de “hermano bueno, protector, trabajador, etc”, trabajador tal vez esa, pero de buen hermano y protector tiene una mierda realmente, me largué de allí, el ruido de la cama y los gemidos de ambos me estaban poniendo enfermo, sin darme casi cuenta, me bebí las tres latas yo solo sentado sobre una de las sillas de la cocina, llegó un momento en el que tanto los débiles ruidos (débiles por el hecho de que yo estaba en la planta baja y no se oían mucho, aún así jodían) habían cesado, bueno, al menos el dolor de cabeza había terminado, en ese momento pensaba “si pudiera, si solo pudiera hacerle frente”, pero por aquel entonces no podía, él era más fuerte que yo, aunque me costara admitirlo, al poco rato, bajaron, un poco despeinada ella y él, tan tranquilo: Jose, ¿y los refrescos?. Bueno, al ver que no estabais en disposición de beber nada, me los tomé yo, no era buena idea echarlos a perder, realmente no esperaba tomarme los tres, pero que puedo decir, estaban de muerte. Tras decir esto, la mirada asesina de mi hermano dijo mucho más de lo que yo podría haber dicho nunca, creo que esta noche me iba a tocar recibir “quejas” corporales, de hecho, esa noche así fue, como siempre, haciendo uso de su superior fuerza me colgó allí y me dijo: Por una vez que te dejo comprarte algo, ¿te tomas los tres?, ¡desagradecido!- dicho esto, me metió un puñetazo en el estomago- además, crees que no te vi mientras mirabas como ella y yo estábamos echando un polvo, ¿te daba morbo?, ¡pues toma morbo!. Los golpes llovieron sobre mi cuerpo como si una lluvia de granizo se tratara, realmente todavía me seguía como mi cuerpo podía aguantar tantas palizas, no descartaba que en cualquier momento mi hermano acabara conmigo, pero no, el peor castigo de aquellos que ansían la muerte, es la vida, otro día más amanecí sobre aquel suelo salpicado de sangre, yo deseaba, incluso rezaba al cielo para que esto se acabara, pero no fue así, no al menos hasta un buen par de meses más tarde, tenía la seguridad de que en cuanto ella viera como era mi hermano realmente, se alejaría tanto de él como pudiera, al menos, tenía esa esperanza, pasaban los meses, seguían pasando las palizas, y yo iba mejorando cada vez mi arte culinario y un poco todas las tareas de la casa, aunque de algo me estaba empezando a dar cuenta, la relación entre mi hermano y Helena empezaba a tambalearse, lo mejor era que incluso rompieran, así ella estaría fuera del alcance de este capullo, por otro lado, me da pena que una persona como ella viniera a topar con él, son (a mis ojos) caras opuestas, lo que ella solo ha visto el “corderito” la parte buena fingida de mi hermano, porque yo solo veo el lobo cabrón que es mi hermano, es más, incluso llegaba a temer por ella, mi hermano no sé si parecía un ser estable a los ojos de la sociedad, pero no me extrañaría que a ese se le cruzaran los cables y le hiciera algo, así que espiaba las llamadas que mi hermano recibía de ella o viceversa, sabia que era para ella porque siempre soltaba al principio un “hola querida” o cosas por el estilo, ya cuando empecé a sospechar que las cosas no iban del todo bien era cuando les oí discutir, una discusión bastante floja, pero no por menos, importante: Mike, algo falla en nuestra relación. ¿De qué hablas?. Te noto, cambiado, ya no eres conmigo como eras al principio. Verás, es que el trabajo me tiene muy ocupado y siento mucho que no haya podido acudir a la cita, te prometo que no sucederá más. ¿Me lo prometes?. Si. Dicho esto, se dieron un bonito beso, aunque más parece sacado de una película, pero para mi hermano todo era una simple farsa, las constantes palizas han hecho que mis descansos sean mera fantasía, ya que me paso las noches atento a cualquier, sonido, ruido o movimiento, tenía un sueño tan ligero que a la más mínima me despertaba, comencé a beber café debido a que muchas noches no dormía del todo bien, las únicas noches que dormía “bien” era cuando él estaba fuera y aparecía muy tarde, dejémoslo en que solo dormía bien una vez a la semana, los sábados, el resto de las noches eran eternas, un día escuché a mi hermano hablando por teléfono, al parecer se iban a citar, pero mi hermano dijo al colgar: Que pesada es esta mujer a veces, creo que prefiero ir a ver a mi gatita hoy, si eso haré. Antes de que saliera, me metí en mi habitación para que no sospechara nada, cuando estuve fuera de peligro pensé: “¿su gatita?, a mi hermano no es muy conocido por su afán a los animales, aunque...eso explicaría la discusión del otro día, mi hermano está con otra, vaya, seis meses, ya me parecía demasiado para que el capullo de mi hermano aguantara tanto”, en ese momento, salí de la casa, tenía ganas de dar una vuelta, al ponerme a pensar un poco, me daba pena pensar en el hecho de que Helena estaría esperando a mi hermano en vano, mientras pasaba por un parque cercano, me fijé en una cosa que parecía fruto de la casualidad, Helena estaba allí, sentada en uno de los bancos, casualidad o no, no me gustaba la idea de que ella se quedara sola allí, así que me acerque y me senté a su lado: Hola Helena. Hola Jose, ¿era ese tu nombre, no?. Si, por curiosidad, ¿qué haces aquí?. Ah, estoy esperando a tu hermano, ¿y tú?. Simplemente me estaba dando una vuelta. Para darle un respiro a tu hermano, ¿no?. ¿Por qué lo dices?. Tu hermano me ha dicho que no le dejas en paz en cuanto llega a casa, le pides que le haga la comida, que si una cosa que si otra, deberías empezar a hacer las cosas por tu cuenta, ¿no crees?- dijo con una suave regañiza, en ese momento me dieron ganas de gritar “¡MENTIRA PURA!” pero me contuve, ya llegaría el momento de decir las cosas con claridad. En realidad, él exagera un poco, no le pido tanto- en realidad no le pido nada. Ella soltó una pequeña risa ante lo que dije: Si, me he dado cuenta que exagera un poco, pero es un buen chico. ¿Bueno?, ¿que tenía ese de bueno?, será bueno interpretando pero de persona, bueno no tiene nada, pasé un buen rato hablando con ella, eso si, intentando evitar hablar de mi hermano, la noche había caído sin que nos diéramos cuenta: Vaya, al final tu hermano no ha venido, ¿estará bien?. Seguro que si, estará algo ocupado, su trabajo lo tiene frito ya. Bueno, al menos he pasado un buen rato contigo hablando. Al menos sé que soy útil para algo. Ella se rió tras ese comentario y me dijo: Eres un chico muy simpático, se nota que has salido a tu hermano. ¿Yo?, ¿salir a “eso”?, ¡antes muerto!: Él y yo somos muy diferentes- me levanté y mientras me alejaba dije- te voy a decir una cosa, la vida es como un teatro, a veces la gente usan máscaras, tenlo en cuenta siempre. Dicho esto, me fui del parque, me sentía bien tras hablar con ella, era una persona muy agradable, aunque fui un estúpido al no decirle que mi hermano estaba con otra, pero claro, no creo que me creyera solo con las palabras, necesitaba pruebas, todavía quiere a mi hermano, eso me era un impedimento para decir la verdad, necesitaba pruebas sólidas, para eso ya habría su momento, volví a mi casa y allí estaba mi hermano, con los ojos mirando la televisión me dijo: ¿Donde has estado?. Dando una vuelta. Espero que no hayas pasado por nada que pudiera atentar contra tu vida. Peor que tú no creo que pueda haber nada. Conforme pasaba el tiempo, mi hermano iba adquiriendo otras formas de vaciar su desahogo, una de las últimas cosas era un látigo, en una de mis torturas ocasionales le dije: Vaya, ya no te conformas con pegarme, ¿ahora te va el rollo sado?. ¡Cállate!- dijo dándome un latigazo- me he dado cuenta que un látigo es más efectivo que mis golpes, además, no creo que nadie vaya a verte la espalda, así que mira, ya no tendrás que estarte maquillando como un marica. Me sería más fácil no ocultar lo que me haces, así te pudrirías en la cárcel. Tómatelo con calma, esta noche será muy larga para los dos. En efecto, esa noche fue muy larga, sobre todo porque el dolor no era comparable con el de sus puñetazos, este dolor era peor, pero aún así no conseguía perder el sentido, cuando finalmente mi hermano se cansó, primero me quitó los grilletes de as manos haciéndome caer por la gravedad y dando mis huesos contra la fría madera del suelo: Ahora tienes dos opciones: dormir sobre la madera de esta habitación o irte arrastrándote hasta tu cama, si es que puedes, claro. Se rió, este tío me tenías hasta los cojones ya y dije: Si pudiera contra ti, verías como no reirías tanto. Tú nunca podrías contra mi. Dijo dándome otro latigazo para terminar dejándome desplomado sobre el suelo, momentos antes de caer inconsciente dije: Algún día te tragarás tus palabras, tenlo por seguro. Finalmente, caí fulminado al suelo, las palizas cada vez eran más seguidas y mi resistencia cada vez menor, ahora si veía mis posibilidades de vida MUY jodidas, lo peor es que en ese momento combinaba ya el látigo con los puñetazos, haciéndome mucho más daño, hacer cualquier tarea doméstica me suponía todo un reto debido a los constantes dolores que tenía en todo el cuerpo, a veces acudía a las citas que mi hermano se saltaba a la torera para no dejar a la pobre Helena sola, no me atrevía a decirle nada, ya que si decía algo a alguien, sería la última vez que abriría la boca, un día, oía la puerta como siempre, suponía que era mi hermano, pero esta vez venía con alguien que no se trataba de Helena, me escondí debajo de la barra de la cocina para no ser visto, escuchaba a aquella chica decir: Pero, ¿tú hermano pequeño no está aquí?. Que va, le he dicho que estuviera todo el día fuera, nadie nos molestará. Bueno, si tú lo dices. Vamos a mi cuarto, rápido. Cuando los pasos se perdieron por arriba, me dio la intuición de que esa era la tal “gatita” de la que le oí hablar hace tiempo, también hace tiempo me dije a mi mismo que Helena no me creería si no tenía pruebas solidas, no podía desperdiciar esa oportunidad, mis padres tenían en una estantería una cámara digital, era una oportunidad única para joderle de la única manera que sé, cogiendo la cámara y asegurándome de que funcionaba correctamente, estaban follando, no era algo no muy difícil de averiguar, tenían la puerta abierta, solo disponía de una sola oportunidad, si la cagaba, estaba seguro que sería mi final, me acerqué hasta el marco de la puerta, esta vez él no contaba con que estuviera ahí, así que no se fijaría en la puerta, intentando conseguir el mejor ángulo, saqué cinco fotos tan rápido como pude y me fui de ahí sin hacer ruido alguno, a la mañana siguiente, haciendo un poco apaño del dinero que tenia para la comida, sacrifiqué una pequeña parte en un ciber para poder sacar las fotos sin que nadie se diera mucha cuenta de las fotos, las “armas” ya estaban listas, ahora solo quedaba esperar a que apareciera Helena para mostrarle que tan bueno era mi hermano y soltar toda la verdad de una vez por todas, no sé si alguien oyó ese deseó, pero dos días después de sacar las fotos, me encontraba en el salón de la casa mirando la televisión, tenía el cuerpo destrozado por dentro, no sé como podía ser pero no tenia moretones, aún así me dolía horrores, tocaron a la puerta, decidí mirar por el hueco para mirar a través de la puerta y vi que era Helena, perfecto, ahora era el momento idóneo para acabar esta relación llena de mentiras, abrí la puerta y ella me dijo: Hola Jose, ¿está tu hermano? Pues no, pero tardará un rato en llegar. ¿Te importa si me quedo aquí a esperarle? Claro que no, puedes quedarte tranquilamente, siéntate aquí, tengo que enseñarte algo- dije con tono serio. Ella se sentó en el sofá y de un cajón saqué cinco folios y los puse sobre la mesa: Adelante, míralas. Ella miraba atónita las fotos, no podía creer que aquel fuera su supuesto novio se lo estuviera montando con otra, a su cabeza vinieron varias incógnitas, ¿cuando?, ¿como? y la más importante, ¿por qué?, yo decidí romper aquel incomodo silencio: Estas fotos fueron tomadas cuatro días atrás. ¿Conoces a la chica?- dijo con una voz apagada, seca, fría. No tengo ni idea, hace tiempo recuerdo escuchar a mi hermano tras una conversación algo de “ver a su gatita”, de inmediato supe que se refería a una mujer, porque a mi hermano no le gustaban los animales y menos los gatos, les tiene alergia, así que las cosas saltaban a la vista. Entiendo. Yo por un lado me alegro de haberlo hecho, por otro me da pena porque no me gusta verte triste, porque eres una gran chica y no te mereces al capullo de mi hermano. Ella no pudo contener más las lágrimas y se me echo a llorar encima, suponía que había sido duro el hecho de haber visto semejantes fotos, pero al menos la verdad ya estaba dicha, se abrazó fuertemente a mí, ella lloró y lloró durante un largo rato, yo sabía que era lo mejor, al menos así podría sentirse mejor, cuando finalmente parecía que había terminado, ya solo sollozaba, yo le daba pequeñas palmadas en la espalda para que se terminara de calmar, finalmente, ella se separó y me dijo: Siento que tengas que estarme viendo llorar ahora. Llorar a veces es la mejor manera de desahogarse. Le dí un pañuelo para que se secara las lágrimas, habían pasado ocho meses desde la muerte de mis padres, pero me han parecido ocho años, esa era la primera vez que veo llorar a una mujer después de todo ese tiempo, no estaba seguro de si era bueno o malo eso, pero me hizo sentirme algo más humano: ¿Quieres descansar un poco?- pregunté. Si, esto me ha dejado algo confusa. La ayudé a levantarse y la llevé hasta mi habitación, una vez allí, se tumbó lentamente en mi cama, yo me encontraba en disposición de irme, pero entonces: Espera. ¿Uh?- me dí la vuelta para ver que ocurría. Ven y siéntate aquí. Fui y me senté en el borde de la cama: ¿Como es tu hermano, de verdad?. ¿Mi verdadero hermano?, un monstruo, con eso puedo definirlo todo. ¿En serio?. Mira esto. Me levanté la camisa y en la espalda se veía la marca de una “x”: ¿Como fue?. Con un látigo. ¡Un látigo!. Sí, un látigo de cuero negro, cuando tiene ganas de desahogarse, lo paga conmigo, la primera vez que viniste aquí, mi cara tenía varios moretones, lo que me tuve que maquillar a orden de mi hermano, por eso, no te diste cuenta de nada. ¿Como puede hacerte semejantes cosas, como es que te dejas?. No es que me deje, es que él me agarra con unos grilletes que hay en la habitación del fondo y ya ahí no puedo hacer nada. Dios mio, ¿y esas ojeras?. Es el fruto de noches de guardia. ¿Noches de guardia?. Si, no puedo conciliar el sueño atento a si mi hermano viene a por mi, el café es lo único que me mantiene despierto, lo peor es que no puedo hacerle frente, tiene demasiada fuerza, ni siquiera los sábados consigo dormir plenamente, consigo dormir, pero es un sueño un poco mejor que el del resto de la semana, pero no consigo conciliar el sueño plenamente, me es imposible. Cierra la puerta y luego vuelve aquí. Siguiendo lo que ella decía, al menos me gustaba más hacer lo que ella me decía, era más agradable que mi hermano, una vez cerrada la puerta, volví sobre mis pasos hasta sentarme de nuevo sobre la cama: ¿Y ahora que?. Ahora conseguirás dormir bien. Te he dicho que no puedo, no puedo sabiendo que él puede aparecer en cualquier momento. Tranquilo, ahora estoy yo aquí- dijo mientras se levantaba, pasaba sus manos tras mi cuello y me atraía hacía ella. ¿Qué haces?. Solo hago que te sientas cómodo para poder dormir tranquilo. Pero, ¿y si él aparece?. Estaré aquí para protegerte. Esa frase me había sorprendido enormemente, nunca antes la había oído después de la muerte de mis padres, mi hermano nunca me lo había dicho, eso hizo que me aferrara a ella con fuerza, ella me abrazó con cariño, algo que me llamo mucho la atención fue la facilidad con la que me quedé dormido, supongo que por un lado era por todo lo cansado que estaba, además, que entre sus brazos uno estaba realmente bien, era un calor que ya había olvidado, el calor de la protección, dejé todas mis preocupaciones a un lado, en ese momento, mi hermano en ese momento había dejado de existir, solo descanso, era todo lo que tenía en mente, tiempo más tarde desperté, me sentía totalmente bien, me encontraba más vivo que nunca, cuando miré por la ventana, no había luz, era más, estaba todo oscuro, miré el reloj desde la distancia y pude ver como eran las nueve y media de la noche, “¡cago en tó!” fue lo que me vino a la mente en ese momento, entonces fijé mi mirada sobre Helena, también parecía que estaba despertando, aunque tiró un poco de mi ya que sus manos estaban alrededor de mi cuello, entonces fue cuando despertó y me dijo: ¿Qué?, ¿has podido dormir bien?. Mejor que bien, muy bien. Me alegro, yo también me encuentro mejor ahora. Le hice el gesto de que se callara por el hecho de que me parecía oír algo al otro lado, en el cuarto de mi hermano: Vaya, hoy es mi día de suerte, para terminar de joderle puedo enseñarte a él y a su gatita en plena acción- dije en voz baja. Uhm, se me ocurre una idea, adelántate tú primero. Está bien. Salí al pasillo, y allí podía escuchar los gemidos de ambos, se notan que estaban disfrutando y mucho, el momento idóneo para joderles, tal vez no tanto a la chica como a mi hermano, así que poniéndome apoyado en un lado del marco de la puerta dije: ¿Qué?, ¿disfrutando de la vida?. ¡Jose!, ¿qué coño haces aquí?. Nada, aquí admirando el paisaje un rato. Lárgate antes de que te meta una buena tunda. Vale, pero antes, quiero que veas a una persona. Chasqueé los dedos y apareció Helena, mi hermano, no esperando encontrarla se quedó con los ojos como platos y soltó la estúpida y conocida frase: Helena, esto no es lo que parece. Claro que no, amor mio, pero no me dijiste que tenías una gatita a la que le dabas las mismas caricias que a mi, claro, ahora entiendo el por qué de las faltas a tus citas y todo eso, ya sospechaba algo, por eso yo también he tomado cartas en el asunto. ¿Y qué has hecho?. De repente, pasó sus brazos por delante de mi cuello (ella estaba detrás mía) y dijo: He hecho de tu hermano mi novio particular, unos cuernos para ti. Mi hermano se echó a reír: Mi hermano, ¿tu novio?, pues no sabes lo que te tocará soportar. Lo sabe hacer todo mucho mejor que tú y cuando digo todo es TODO, ahora mismo estábamos descansando, como echemos otro polvo más, vamos a tener que comprar una cama nueva, porque esta a la siguiente ronda, se rompe y es que tu hermano es una maquina de dar placer, no como “otros”- dijo mientras metía la mano suavemente entre mis pantalones. Pues que os vaya bien, ahora, ¿os importaría largaros?, creo que estáis sobrando. Vale, vámonos Jose. Cerré la puerta y nos fuimos de allí, ella sonrió y me dijo: ¿Has visto la cara de envidia que ha puesto?. Si, lo has hecho para ponerle celoso, aunque, ¿era necesario que metieras la mano “ahí”?. Bueno, había que darle más realismo a la interpretación y aunque lo niegues, allí abajo también parece que gusto la caricia. Yo me sonrojé ante tal comentario: Eso si, coge algo de ropa y vámonos. ¿Irnos?, ¿a donde?. A mi casa, no me gusta que estés aquí tras la actuación que hemos hecho, temo por tu vida. Gracias al sueño que hemos echado, podré esquivarle durante toda la noche, no te preocupes. ¿Estás seguro?. Totalmente. Bueno, de todas formas, aquí tienes mi número, para cualquier cosa que pase, llámame, vendré con la policía si hace falta, aunque, ¿por qué no le has denunciado antes?. Me ha amenazado con matarme si lo hacía, él sabe que mientras no esté en peligro inminente, no me matará, él no sabe lo que te he dicho, por lo tanto, no creo que vaya a matarme. Está bien, pero al menos, ten algo a mano por si necesitas defenderte y en ese caso, intenta salir de la casa lo antes posible, ¿vale?. Lo tendré en cuenta. Cuídate. Lo haré. Ella me dio un beso en la mejilla y luego se fue, cuando aquella chica se fuera, aquí se iba a librar una batalla y mi único objetivo era sobrevivir, medía hora más tarde, me encontraba en la cocina, mi hermano bajaba con la chica, ella me miraba con una pequeña mirada de desprecio, no pareció gustarle la actuación que Helena y yo hicimos frente a ellos, cuando mi hermano cerró con llave la puerta dijo, con una mirada sombría: Está bien hermanito, me has puesto en ridículo delante de mi gatita y los dos os habéis burlado de mí, ahora tú cobraras como nunca has cobrado antes. Tus amenazas ya no me dan miedo, me dí la vuelta mirándole a la cara y con un cuchillo en la mano, tus palizas me han enseñado que el miedo no sirve de nada. ¿Estás dispuesto a atacar a tu propio hermano?. ¿Acaso no es lo que tú llevas haciendo todo este tiempo?. Vaya, así que mi hermanito me está retando, que interesante. Esta vez, tú serás el que sufras. Seguro, demuéstramelo. Me lancé contra él, pero de poco me sirvió, me dio un toque en alguna parte del cuello que me hizo perder la consciencia temporalmente, hasta que un cubo de agua fría me hizo recobrar la conciencia, en aquel momento estaba colgado, una vez más, había fracasado: Vaya, por fin despiertas, no estuvo mal el intento de atacarme, pero recuerda quien estuvo dos años practicando artes marciales y hoy me siento generoso y te voy a hacer una demostración, mientras hablamos un poco, bueno, hablaré yo, tú solo limítate a sufrir. Empezaron los golpes, esta vez no había látigo, ¿para qué?, si en sus golpes se notaba una gran fuerza, ira y rabia, al poco empecé a escupir sangre: Eso, escupe sangre, ¡escupe vida!. Más golpes y más, parecían nunca acabar, en un momento me agarró la cabeza con una mano y dijo: ¿Disfrutaste tocando sus tetas?, seguro que sí- me dio un fuerte puñetazo en la cara- y también follando su coño, ¿eso seguro que te encantó?, ¡pues toma!- me dio una patada en todos los huevos haciéndome sacar un grito de dolor- eso es, ¡grita, grita aunque nadie pueda oírte, grita!, por cierto, ella dijo que eras una verdadera máquina de dar placer, me pregunto que le parecerá si su maquina de dar placer se quedara si su pieza principal. “¿Qué coño estaba a punto de hacer?”, era la pregunta que me venía a mi mente en ese momento, de la borrosa vista que tenía, vi como cogía algo del suelo, brillaba un poco cuando la luz daba en él, no podía ser, era su bate de acero: ¿Recuerdas este bate, Jose?, ¿lo recuerdas?, es mi bate de acero, aquel que intentabas coger y al levantarlo te caías siempre a un lado, siempre has sido igual de patético en toda tu puta vida, esta vez, no cogerás el bate, ¡esta vez lo sentirás!. Acto seguido me dio con todas sus ganas con el bate en mis huevos, era el mayor dolor que había sentido en toda mi vida, tal fue el dolor que iba perdiendo el sentido rápidamente, él dijo: Vamos Jose, no pierdas el sentido todavía, es muy pronto, apenas acabas de empezar a sangrar, aunque mejor así, no estarás gritando como una puta nena- dicho esto, me dio un fuerte golpe en la cabeza haciéndome perder el sentido totalmente. Lo siguiente que recuerdo es estar en una habitación, tapado, la luz entraba débil por entre medio de las cortinas que cerraban casi toda entrada de luz, mirando a un lado, unos aparatos, no veía bien que ponían, aún así no entendía que ponía, miró al otro lado y vio a Helena, estaba dormida sobre una silla que le habían dado, “¿qué hacía allí?” o mejor dicho “¿donde estaba yo?”, en ese momento una voz me sacó de mis pensamientos: Vaya, Jose, da gusto ver que por fin despiertas- abriendo un poco las cortinas, la luz entró en la habitación, pero a mi me destelló de una forma brutal, poniendo mis manos delante de la cara para evitar el destello, cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, quité mis manos para ver aquel que me hablaba, era mi medico de cabecera, el doctor Smith, alias “doc”. Doc, ¿donde estoy?. Estás en una habitación de urgencias, bueno, en realidad ya estás fuera de peligro. ¿Urgencias?, ¿qué me ha pasado?. Esta chica te trajo, dijo que te encontró tirado en la calle. ¿Tirado en la calle?, ¿yo?, no era posible, mi hermano me estaba dando una paliza, hasta donde yo recuerde: Sea quien sea quien te hizo esto, estuvo a punto de matarte. La cuestión era por qué no lo había hecho y, “¿qué hacía en la calle?”, esa era otra cuestión, fue entonces cuando Helena despertó: Jose, ¡gracias a dios, has despertado!. ¿Cuanto tiempo he estado durmiendo?. Después de las operaciones, cinco días- aclaró ella. ¡Cinco días!, espera, ¿después de las operaciones?, ¿qué operaciones?. Algunas partes estaban demasiado dañadas y hubo que operar. ¿Qué hubo que operar?. Tu nariz por ejemplo. En ese momento que lo mencionó, me toqué y era verdad, tenía un esparadrapo, ahora era algo más pequeña que antes: Y también hubo que operar...- y se calló. ¿También hubo que operar qué?, ¡dígamelo doc!. Pero no dijo nada, se cayó, de repente tuve una horrible sensación tras la paliza de anoche me temía que...para confirmar la sospecha y creyendo saber lo que el doc decía, lleve mis manos a la entrepierna pero, no había bulto, no había nada: No me diga que...- decía tocando con desesperación el lugar primero por encima de la tela y luego por debajo, mis sospechas eran ciertas, mi pene había desaparecido, solo había una raja, una raja tapada por puntos- no puede ser...es imposible... Lo siento mucho Jose, pero tu miembro estaba altamente dañado, no nos quedó otro remedio. No...no...no- era lo único que decía y no paraba de repetir, hasta que repentinamente y en una explosión de lágrimas grité- ¡no!- y eché la almohada a la cara y allí empecé a llorar, lloraba por lo que me había pasado y lloraba con la esperanza de aliviar un poco este dolor. Helena decidió intervenir, diciendo primero al doctor que se fuera y luego que cerrara la puerta, ella me daba suaves palmadas en la espalda para que me calmara un poco, al rato, mi lloro ya solo era simples sollozos y luego, calma, cuando todo parecía haberse calmado ella me dijo: Jose, siento muchísimo lo que ha pasado. ¿Como fue que me encontraste en la calle?- preguntaba todavía entre casi imperceptibles sollozos. Verás: cuando llegue a mi casa, aún tú diciéndome que iba a estar bien, seguía algo preocupada, así que fui a tu casa para intentar convencerte de una vez por todas de que vinieras conmigo, cuando llegué, tu hermano te había dejado en el suelo y en una de las manos tenía un bate de acero que parecía usar para terminar contigo, pero fui rápida y le dí una patada mientras levantaba el bate, luego te cogí y salí corriendo hasta aquí. Entiendo, contando las operaciones, ¿cuanto tiempo llevo aquí?. En total llevas un mes aquí dentro. Entonces, llevo un mes inconsciente. Si, estaba muy preocupada por ti, las dos operaciones, la más importante fue la de bueno..., el cambio- no hizo falta especificar más para saber de que hablaba- aunque hubieron bastantes días de intermedio entre una operación y otra, de ahí, el que lleves un mes así. ¿Sabes?, ojalá te hubiera hecho caso y me hubiera ido contigo. De todas formas, eso se puede arreglar, cuando salgas del hospital, yo seré quien vaya a por ropa y lo que necesites a tu casa, porque a partir de entonces, dormirás en mi casa, no consentiré que vuelvas a estar con él. Gracias, aunque, si lo que dices es verdad, entonces significa que tú llevas aquí un mes también, ¿no?. Exacto. Siento haberte causado tantas molestias. No importa, además, si tú no me hubieras enseñado las fotos, todavía seguiría como una tonta tras él, es lo menos que puedo hacer, después de tú haber aguantado tanto- me sonrió, con lo cuál, yo también sonreí- según el doctor Smith, en cuatro días más podrás salir de aquí. Es bueno oírlo, mira, mi hermano por regla general trabaja de nueve de la mañana a ocho de la tarde, si tuviera mis llaves te las daría para que pudieras entrar y coger mis cosas, pero no sé donde las habrán puesto. Las tengo yo, mientras huía contigo a la espalda, las llaves cayeron y luego me las guardé en el bolsillo. Esta si se la voy a hacer pagar. No te preocupes por eso, mi padre es uno de los más altos cargos de la policía de aquí, le he pedido que instale un sistema de seguridad en mi casa, si intentara entrar, la alarma sonaría automáticamente trayendo policías consigo. Eso es bueno. Por eso digo, tú es mi casa estarás totalmente seguro y fuera de peligro de tu hermano, ahora descansa. Ya no puedo descansar más, llevo un mes sin abrir los ojos, me es imposible descansar más. En ese momento, el doctor Smith entró: Jose, tengo una buena noticia. ¿De qué se trata?. En base a lo que has avanzado en este mes, creo que podrás irte hoy mismo, pero no podrás muchos esfuerzos, ¿entendido?. Está bien, bueno señorita, si no le importa, nuestro paciente tiene que cambiarse. Claro, para eso estoy yo aquí, para ayudarle, ¿no ve que no puede estar de pie muy bien?. Mis ojos se quedaron como platos, yo me iba a desvestir y vestir con ella delante, no estaba yo muy seguro de querer hacerlo, así que intente disuadirla: Helena, no creo que sea buena idea, creo poder hacerlo por mis medios. De eso nada, no quiero que nada más te bajes de la cama, te caigas y no lo voy a permitir, lo tengo decidido, de aquí no me muevo. No tuve elección, tuve que dejar que se quedara, aunque me daba corte quitarme la ropa que llevaba puesta, en si, lo que realmente me daba miedo era el hecho de que iba a ver cuando me quitara la ropa, que habría en la entrepierna, me daba miedo mirar, el doctor Smith cerro la puerta, ella me ayudó a levantarme, al poner los pies en el suelo, si no llega a ser por ella, me comía el suelo: ¿Ves de lo que hablaba?. Si, gracias. Era lógico que tras un mes sin ningún tipo de actividad, todo mi cuerpo estuviera totalmente entumecido, con la ayuda de Helena hice un poco de ejercicio para despertar un poco el cuerpo, cuando ya al menos podía mover brazos y piernas de forma normal dijo: Bueno, no sé si querrás llevar esto, pero era la ropa que llevabas cuando te traje. Se trataba de una camisa blanca y un chándal, recuerdo que no estuvieran tan limpios: Eso si, en el tiempo que estuviste dormido cogí y lo lavé. Vaya, gracias. Ahora, a quitarte esa ropa de hospital. En aquel momento, instintivamente me puse de rodillas para evitar que me subiera aquella especie de camisa que me llegaba por debajo de las rodillas: Vamos Jose, si no te cambias, no vamos a poder salir de aquí. Pero, es que delante tuya me da corte. Ya te acostumbrarás. Y de un suave tirón y antes de que me diera tiempo a analizar esa frase, me encontraba desnudo y confuso, mirando hacía abajo, era cierto aunque me costara creerlo así era, no había nada, intenté llevarme la mano por hasta donde estaba la raja, pero Helena agarró mi mano antes de que llegara a tocar la raja: No, el doctor me ha dicho que intentes tocarla lo menos posible hasta dentro de un par de días. Está bien. Aparté mi mano de allí tan lentamente como la acerqué, ella me ayudó a vestirme y una vez totalmente preparados, nos pusimos en marcha, no sin antes despedirme del doctor Smith, nos pusimos en marcha, ella todavía me agarraba de la mano por si me podían fallar las piernas en algún momento, me sentía bien yendo así, pero a su vez, alguien no me agarraba de la mano desde que era pequeño, y la encargada de eso era mi madre, sin embargo, con ella también me sentía realmente seguro, tras un largo camino, llegamos hasta su casa, se trataba de una casa de una sola planta, además de una piscina en una terraza, esta mujer si sabía como vivir, tras mirar mi cara de sorpresa ante tal casa me dijo: Es lo bueno de tener un padre como uno de los mayores cargos de la policía y una madre ejecutiva de alto nivel. En otras palabras, eres de familia rica. Si. Siento tener que decir esto, pero, ¿no crees que mi hermano fuera por tu dinero en vez de ir a por ti?. Llegué a pensar eso cuando faltaba con frecuencia a las citas. Tengo que confesar algo. ¿El qué?. Yo espiaba las conversaciones entre tú y mi hermano. ¿Para qué?. Eres una buena persona y bueno, me estaba dando cuenta de que mi hermano ya empezaba a estar con otra o algo parecido, y me daba pena imaginarte allí esperando sola, por eso hacía como que pasaba por allí y luego me quedaba, aunque tengo que reconocer que la primera vez (en el parque) si había sido mera casualidad, porque oí a mi hermano, pero no sabía donde os ibais a reunir, yo esperaba desde un punto discreto, si luego él aparecía, yo me iba, sino, yo aparecía por allí, espero que no lo tomes a mal. ¿Tomármelo a mal?, ¿por tomarte la molestia de hacerme compañía si tu hermano no aparecía?, si me lo tomara a mal entonces sería una persona muy desagradecida, bueno, entremos. Entramos en la casa, toda la casa, tanto por fuera como por dentro estaba pintada de blanco, habían dos puertas correderas que daban a la terraza, ella me dio un “paseo” alrededor de la casa para ver como era, a pesar de ser solo de una planta, tenía más que suficiente para una persona, salimos a la terraza para ver la piscina, era una piscina grande, con agua cristalina que reflejaba la luz del sol, cuando volvimos a dentro ella me dijo: A partir de hoy, vivirás aquí. La verdad que me gustaba la idea, una casa bonita y lo mejor, sin mi hermano de por medio: ¿Donde voy a descansar yo?. Sígueme. Pasando por el salón, llegamos hasta una habitación, alumbrada en su totalidad por la luz que entraba por la ventana, una cama deshecha y el resto de la habitación ordenada, ella me dijo: Aquí es. Vaya, es una cama amplia- dije sentándome en el borde de la cama- además es cómoda. Claro, es cómoda porque me gusta la comodidad y es amplia para que quepamos los dos. A ver si he oído, ¿has dicho “para que quepamos los dos”?. Claro que si, esta casa en realidad solo tiene este dormitorio, que es este. Durante un momento me puse dubitativo, no estaba muy seguro de verme yo capaz de dormir con una chica al lado, aunque las dudas se me disiparon en cuanto ella me abrazó con sus brazos por encima de mis hombros y me atrajera hacía ella: No me irás a decir que te da corte dormir conmigo, porque la otra vez parecías muy complacido, además, antes de que tú despertaras, yo me había despertado en varias ocasiones y desde luego, tu cara no daba señal de disgusto ni de rubor tampoco. Ya me veía yo durmiendo con una cara de felicidad, era difícil explicar el hecho de la felicidad que sentía al poder abrazar a alguien, en sentir aquel calor protector, en definitiva, el hecho de sentirme feliz, pero me tuve que sincerar con ella: No sabes lo duro que es estar solo, lo duro que el convivir con un enemigo, el hecho de ser siempre el objetivo de sus golpes por no tener la suficiente fuerza ni tener a nadie que te proteja tampoco, sufrir en silencio porque si abres la boca para pedir ayuda, serías lo último que hicieras, por eso, cuando me abrazaste, me volví a sentir después de mucho tiempo, seguro, había olvidado el sentirse seguro tras un abrazo, el saber que entre yo y el peligro alguien se interpone, para protegerme, es una sensación que me hizo sentirme realmente feliz, tal vez fuera eso por lo que puse esa cara. Bueno, conmigo no tendrás que sentir nunca más miedo- dijo mientras me daba un fuerte abrazo, otra vez aquella sensación, aquel calor hizo acto de presencia, cuando nos separamos- aquí no podría entrar tu hermano ni aunque quisiera. Podríamos aprovechar y recoger mis cosas ahora, mi hermano no estará. Está bien, vamos. Cuando salimos afuera pregunté: ¿No tienes coche?. No, prefiero mucho más caminar, es más sano, aunque se tarde más. Ya veo, en fin, pongámonos en camino. Tras un rato conseguimos llegar a mi casa, abrí la puerta con cuidado, no quería que si mi hermano estuviera dentro, supiera que estábamos, al parecer no había nadie, así que subimos a mi cuarto, cogimos las cosas y nos fuimos tan rápido como vinimos, mientras íbamos de camino a casa de Helena, recordé algo y dije: ¿Sabes?, la actuación que hicimos ante mi hermano fue muy buena. ¿Por?. Porque mientras me estaba golpeando, dijo cosas que en su tono parecía estar totalmente celoso. Pero, ¿qué decía?. Decía “¿Disfrutaste tocando sus tetas?, seguro que sí y también follando su coño, eso seguro que te encantó”- dije intentando imitar la voz de mi hermano en aquel momento, ella como consecuencia se echó a reír. Entonces estaba totalmente fuera de sí. Si, totalmente, lo sé mejor que nadie, no soportaba la idea de que su hermano menor fuera supuestamente “mejor” que él. Tal vez si lo seas. Creo que nunca lo sabremos- dije sacando una sonrisa medio dolida, por un lado me sentía fatal por haber perdido mi pene, pero por otro lado estaba feliz porque seguía vivo, además, lo más importante era que al menos podría seguir siendo normal dentro de lo que cabía. Hey, no te deprimas por eso, no hace falta tener un pene para ser bueno en el sexo, solo debes saber donde, cuando y como tocar determinados sitios, con eso basta, en las tareas domesticas, está visto que la casa estaba muy bien arreglada, cosa que tu hermano dudo que hubiese hecho, así que por ese lado no necesitas demasiado refuerzo. ¿Refuerzo?. Si, aunque en lo primero más que otra cosa será “iniciación”- ella me guiñó un ojo- el problema es que tendremos que esperar un poco antes, no hay prisa tampoco. Durante la tarde vi de casualidad una habitación donde había un saco de boxeo colgando y varias máquinas de hacer ejercicio, suponía que era algún lugar para hacer ejercicio, pero preferí preguntarle a ella: Helena, ¿qué es aquella habitación?- pregunté señalando la habitación. Esa habitación la tengo yo para hacer ejercicio, que este cuerpo no se mantiene solo- dijo pasando sus manos alrededor de sus curvas. ¿Podría usar el saco?. Claro que si querido, desahógate todo cuanto quieras- no le dí mucho caso a ese “querido” - ahora que lo pienso, yo también voy a hacer un poco de eje

Datos del Cuento
  • Autor: Shinsen
  • Código: 10685
  • Fecha: 31-08-2004
  • Categoría: Otros
  • Media: 6
  • Votos: 25
  • Envios: 0
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