No podía haberle tocado este compañero a otro soldado, tenia que ser yo, reflexionaba atrincherado mientras Rogelio limpiaba con toda calma el cañón de su fusil, yo no podía ni asomar el borde de mi casco, no era posible, al menor movimiento una andanada de plomo llovía hacia nuestra posición, opté por arrojarme al suelo en aquel húmedo agujero. Miré la cara de Rogelio, y no podía comprender el porqué de su pasmosa tranquilidad, me exasperaba y yo no lo ocultaba, pero además me causaba profunda curiosidad, así que rompiendo mi promesa de no hablarle hasta que pudiera asestarle una buena patada por su pacifico trasero le dije:
- ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? ¿Acaso no te das cuenta que podemos morir en cualquier momento?
- “Vamos a morir”, me respondió, y procedió a colocar una nueva carga en su arma que más parecía un fusil de desfiles que un arma de guerra, -¿has sacado bien tus cuentas? Los refuerzos no llegarán hasta mañana, no tenemos suficientes municiones y nadie sabe que estamos en este agujero mal oliente.
- Pero no puedes estar tan tranquilo, al menos tiembla, para por lo menos creer que eres humano.
- “Mira Po” me dijo “Lo que ha de ser será, yo no vine aquí a temblar, yo vine a matar o ser muerto, no era mi voluntad pero así fue, solo debo afrontar lo que me depara el destino, y lo haré con entereza.
Se levanta, saca el fusil por la boca de la trinchera y suelta una ráfaga de balas, asoma brevemente la cabeza, y se deja caer nuevamente, “mira, no hay muerte tal cual tú la imaginas, solo un cambio de proceso”, recoge del suelo una concha de bala y pasándomela me pregunta ¿esto, es una bala?, “no” le respondo, “pero lo era”, ¿y porque ya no lo es? Me pregunta. Yo no creí nunca llegar a odiar tanto a alguien con el que me viera obligado a convivir, pero no dejaba de interesarme todo ese rollo que debía ser el pensamiento de este extraño elemento, le dije:
- Mira, la pólvora se quemó, ahora es solo humo y calor que se disipa en el ambiente, el plomo si no está incrustado en el cuerpo de algún infortunado ha de estar en medio del campo, y aquí tienes es casquillo.
- Pero todas estas cosas que acabas de describir cuando estaban juntas eran una bala, ¿verdad?
- Claro que si respondí a punto de alojarle una bala entre ceja y ceja, (¿o un plomo?).
- Cuando mueras, tú, ese que ahora habla, ese que me odia sin razón, que alberga contra mi oscuros sentimientos, tú, ¿Qué serás? ¿Plomo, calor y humo que se desvanece en el regazo de Dios, o casquillo vacío? Y dicho esto se asomó nuevamente por el agujero y dejo caer otra ráfaga de plomos sobre las líneas enemigas.
Compañero de trincheras, enfoca la incertidumbre que todos vivimos ante el inmenso misterio de la muerte, y su obra ataca mucho este tema, deja entender que es un asunto que le cautiva, buen dialogo, pero le falta fuerza, siga exforsandose.