La pequeña y frágil muñeca se movía entre sus manitas blancas. Era su muñeca favorita, y se moriría si aquellos hombres malos se la quitaban. Sentada sobre una butaca del siglo XIX, Josephine miraba fijamente los ojos de botón de su muñequita, mientras sus zapatos de charol negro colgaban del asiento. A pocos metros de ella, en la cocina, sus padres estaban sentados en torno a una mesa estampada en la que una radio vociferaba frases ininteligibles. En los brazos de la mujer, un bebé de pocos meses dormitaba cómodamente.
- ¡Se están yendo!¡Me oís bien, hombres y mujeres de París.....el locutor hizo una pausa para tragar saliva.....los Nazis están huyendooo!!!.
El sonido del aparato inundaba toda la casa. En otro tiempo, el locutor y la familia de Josephine se lo habrían pensado dos veces antes de usar aquella emisora clandestina, pero ahora ya no tenían miedo. Estaban a punto de ser liberados de su yugo.
La voz informaba de la inminente aparición de los Aliados en las calles de la ciudad y de que los alemanes habían puesto ya en práctica aquello de "sálvese quien pueda".
El padre de Josephine apagó la radio y corrió al salón. De uno de los muebles, cogió un vinilo y lo puso con cuidado en el viejo gramófono de la familia. Al instante comenzó a sonar el Himno de la Alegría de Beethoven.
- ¡Josephine, vamos a la calle!-le dijo con una amplia sonrisa, casi a gritos. La música estaba tan alta que temblaban los cristales de las ventanas.
La niña se levantó y salieron a la calle, casi al mismo tiempo que su madre y el bebé. Afuera, la gente corría eufórica de un lado a otro y en algunas puertas había pequeños grupitos de curiosos. En aquellos momentos un avión de gris fuselaje pasó por encima de aquella rue, volando bajo. Era un avión aliado.
Otro sonido de motor, esta vez sobre el adoquinado les llamó la atención. Era un camión de la Wehrmacht. El vehículo pasó ante ellos a gran velocidad, sin importarle los transeúntes.
Josephine no entendía nada. Sus seis años de edad no eran suficientes para hacerle comprender que el pueblo parisino estaba siendo librado del ejército de la oscuridad. Sin embargo, estaba muy emocionada por lo que estaba viendo, y aquel temerario camión le había impresionado tanto, que echó a correr tras él, dejando caer su preciada muñeca al suelo.
El camión salió de la calle y comenzó a cruzar un pequeño espacio abierto. En un lado de éste, junto a una valla de parque público, se levantaba una trinchera de ciudadanos. Josephine observó la escena. Los parisinos disparaban sin cesar a soldados y más soldados que aparecían constantemente por dos bocacalles. De pronto, el camión saltó por los aires, envuelto en rojas llamas; había sido alcanzado por un blindado.
- Josephine-dijo su padre, mientras la rodeaba con su brazo arremangado.
La tremenda explosión del camión había entusiasmado a los atrincherados, que gritaban llenos de euforia. Otro avión aliado pasó por encima.
Cinco minutos después, ya no quedaba ningún Nazi por los alrededores, y seguramente ésto se repetía por toda la ciudad. París había sido liberado.
Un nutrido grupo de personas salió al encuentro de varios jeeps brítánicos y estadounidenses y del tanque que había abatido al camión. Josephine, en primera fila, empezaba a comprender. Uno de los soldados, un británico bigotudo, le sonrió con dulzura. Luego se acercó a ella, e inclinándose dijo:
- You will live in freedom, baby.
Luego le acarició la coronilla.
Ella sonrió igualmente, y después, quitándose la flor que llevaba en el pelo, se la dio.
Mientras el soldado la cogía, el padre de la niña le tendió la mano.
- Vive la liberté.
- Vive la liberté.
Inspirado en una fotografía de la Liberación de París(25 de agosto de 1944).
si lo vemos objetivamente no es una mala historia pero , para mi es demasiada cursi y light , claro debe tener buena aceptacion en lugares como con esa forma de ver,sentir y vivir .