Elena era la unica chica más apocada de la clase.
Hacía relativamente poco que había cambiado de colegio y no le era fácil adaptarse a los cambios.

Ademas, estaba convencida de qu8e la gente no hacía ningún esfuerzo por conocerla, así que, ¿por qué iba a ser ella la que se esforzara? Lo cierto es que aunque se escudaba tras una apariencia de "dura", Elena estaba deceando hacer amigos, por eso, cuando unas chicas de clase le propuesieron un plan para el dia siguiente, se puso contentisima. Algunas de sus compañeras, el grupito de las populares, llevaba unas semanas reuniendose para practicar con la ouija, y decidieron invitarla para reírse un poco de ella.
Elena se nego, diciendosle que era muy miedosa, pero las chicas insistieron tanto que al final tuvo que acceder, asi que la tarde siguiente reunión, aunque muy asustada, se presento a la cita.

Cuando le preguntaron al espiritu si había entorno a la mesa alguien que le molestaba, el vaso se movió con toda rapidez formando el nombre de Elena.

Ella entonces quiso levantarse y marcharse, pero las otras chicas no la dejaron, y preguntaron por que Elena le molestaba, el espiritu contesto que Elena hiba hacerles daño, pero ellas se lo tomaron a broma.
!!Que daño podia hacerles esa mosquita muerta¡¡ A todo esto, Elena estaba cada vez as nerviosa.

Le pregunto a la tabla que por qué Elena les iba a hacer daño y la tabla contestó: "por culpa de su miedo". A estas alturas, Elena ya no colocaba su dedo sore el vaso y estaba a punto de llorar, acurrucada en una esquina de la habitacion, pidiendoles que por favor que no siguieran con aquello.

Aunque queria marcharse, era incapaz de moverse, estaba tan aterrorizada que sus piernas no les respondian. Las chicas, que se lo estabn divirtiendo con el miedo de Elena, preguntaron al espiritu que como hiba hacerles daño Elena, y el vaso se movio rapidamente formando la palabra: C-R-I-S-T... sin embargo, no hubo tiempo de que se formase la palabra completa. En un ataque de pánico y gritando "¡¡basta ya, no puedo soportarlo", Elena se acérco a la me un salto, agarró el vaso y estrello con todas sus fuerzas contra la pared. Un instante despues, mientras las chicas intentaban calmar a Elena, que no dejaba de gritar, se dieron cuenta de que Teresa, la que habia tenido la idea de invitar a Elena, estaba inmovil sobre su banqueta, su cabeza recostada contra la pared y sus ojos muy abiertos.

por su cuello comenzaba a correr un hilo de sangre y un pequeño fragmento de cristal del vaso roto estaba clavado en su yugular.