El bosque estaba deshabitado. Serbando y su chica, Paulina, no habían visto un alma por la carretera. Cuando el coche se paró en seco, se llevaron las manos a la cabeza. Él sabía que tendría que andar muchos kilómetros para encontrar ayuda. Después de esperar más de dos horas a que pasara otro coche, Serbando decidió buscar a alguien que le echara una mano.
Antes de marcharse la dijo a Paulina que se encerrase en el coche y que no abriese a nadie. Paulina vio perderse a Serbando entre los Árboles, y después esperó y esperó, poniéndose más nerviosa a medida que caía la noche.
Tenía hambre y sed, pero sobre todo le preocupada Serbando, y estaba a punto de ir en su busca cuando vio acercarse a alguien.
Según se asercaba, Paulina se percató de que aquél no era Serbando. Se trataba de un anciano campesino que llevaba una cesta de mimbre bajo el brazo. Paulina se ilucionó pensando que el viejo podría darle información sobre su chico, así que cuando pasó junto a la ventanilla del coche, le indicó por señas que parase.
-¿Se ha cruzado usted con un hombre joven?
El viejo, por toda respuesta, levantó la tapa del cesto. Antes de lanzar un grito espantoso, Paulina pudo ver contenido: La cabeza de Serbando. Dos días más tarde la policia la encontró vagando por el bosque, y rescontruyó la historia gracias a sus tartamudeos.
Paulina jamás abandonará el psiquiátrico donde la ingresaron, pero al menos ella no tubo la misma suerte que su novio, y esta viva, solo: POR AHORA.
"iluciono" es deplorable, claro. El relato breve y bien armado. No hay crimen sin motivo, pero si el viejo estaba loco...se acepta...Saludos