Sindy nunca olvidará la increíble historia que vivió cuando tenia 5 años. ¿quieres conocerla?.
Hace ya mucho tiempo, de la noche a la mañana Sindy empezó a sentirse fatal.
Su enfermedad la llevó directa mente al hospital, pues el médico que la visitó fue incapaz de determinal las causas de sus altas fiebres.
Allí no escatimaron a la hora de hacer pruebas a la niña, pero aun así seguían sin saber nada, excepto que su vida se le escaparía en pocos días si no descubrían pronto el origen de su extraña dolencia.

Aquella noche, la enfermera recomendó a sus padres que Sindy se quedara sola en la habitación: necesitaba descansar mucho. Poco después de que ellos salieran, la puerta se abrió y un hombre con un traje negro y un clavel en el ojal, con la cabeza cubierta de canas, entró y se sentó a su lado, decidido.
Sindy no conocía de nada a aquel anciano, pero no tuvo fuerzas para preguntarle quién era. Además, su sonrisa le resultaba tan reconfortante, que incluso agradeció que la cogiera suavemente la mano.

Por primera vez en muchos días, la niña pudo conciliar un sueño profundo. Y justo antes de quedarse dormida, escuchó la voz de aquel viejo que parecía venir de un lugar lejano.
-"No tengas miedo", la decía en susurro.
"No vas a morir, Sindy. Soy tu abuelo, y siempre que me necesites te cuidaré.
Pero es muy importante que recuerdes lo que voy a decirte cuando despiertes: háblales a los médicos de la semillas colorada que comistes.

-¡¡No lo olvides!".
Sindy desperto varias horas después. La fiebre seguia consumiendola y alguien apretaba con fuerza su mano. Pero no se trataba del anciano, sino de su madre.
"Mamá, ¿dónde esta el abuelo?", dijo la pequeña buscandole con sus ojitos cansados por toda la habitacion.
Su madre la miro angustiada, con lagrimas en los ojos. "Estas delirando, cariño". El abuelito murió antes de que tú nacieras".
Pero Sindy insistió: "Era él, y me ha dicho que estoy mala por culpa de las semillas rojas". Entonces su madre recordó que la semana antes habia comprado unas semillas para el jardin, y que no las habia encontrado cuando fue a plantarlas.
Con este dato, los medicos aberiguaron rapidamente el antidoto contra aquellas plantas venenosas y, en un par de dias, Sindy volvio a casa totalmente recuperada. Nada mas llegar, su madre le enseño a Sindy una foto de el abuelito.
Era el señor que la habia visitado. Su abuelo regreso del mas alla para salvarla y le dejo junto a su cama el clavel que llevaba en el ojal, para que ella supiera que siempre la iba a cuidar.