La siguiente leyenda fue una historia muy comentada allá por el año 1997, y aún hoy se recuerda. Todo comienza con los preparativos de boda de una chica que, como es lógico, quería ser la más guapa aquel dia. Tenía la tez muy pálida y pensó que luciría mejor el vestido de novia si estaba un poco morenita. Así que decidió tomar unas sesiones de rayos uva. Estaba tan liada preparando todo, que no se volvió acordar hasta la semana antes de la boda. A ella le costaba especialmente conseguir un poco de bronceado, así que decidió tomar el máximo de sesiones. Alternó en diferentes centros de estéticas y varias veces al día. Consiguió lo que quería y fue la más bonita el día de la ceremonia, luciendo un bronceado envidiable.
Pero aquella noche, su recién marido comenzó a notar que el cuerpo de su esposa desprendia un olor peculiar, que no había notado antes, aunque no le dio importancia.En el viaje de novios, la chica comenzó a sentirse mal. Se cansaba de cualquier pequeño esfuerzo y le dolía la cabeza y el abdomen.
La situación no mejoró. Aquél olor era cada vez más intenso y desagradable por mucho que se duchara. El detonante de alarma se disparó una mañana, cuando, al levantarse, la chica tenía la cabeza llena de calvas y la almohada llena de mechones de pelo. Tuvieron que regresar antes de tiempo para hacerse todo tipo de pruebas médicas en el hospital.
Pero los médicos no consiguieron encontrar el origen de aquellos síntomas. Sólo pudieron recetarle calmantes para aliviar el dolor y regresaron a casa. A los pocos días, sumarido no podía apenas acercarse a ella. El olor que desprendia su cuerpo era insoportable. Casi no se podía mover y no paraba de beber agua y utilizar colirios, porque la boca y los ojos se le estaban secando. La salud de la chica se desvaneció poco a poco hasta que un día amaneció muerta.
Cuando le hicieron la autopsia al cadáver se encontraron con la sorpresa de que todos sus vísceras estaban podridas. Una sobre exposición a los rayos uvas hizzo que todos sus órganos internos se cocieran.