Leonardo despierta cuando siente que el sol quema a través de su ventana. Se levanta con una extraña sensación de vacío...
Todo lo que tiene es una guitarra vieja, un colchón, una mesa pequeña con dos sillas y una historia que prefiere no recordar.
El tercer mate le anuncia lo que será su día. No se apura a tomarlo, hace calor.
Se calza sus zandalias y se cuelga su bolso al hombro.
Sale. Después de unas cuadras, decide sentarse antes de llegar a la plaza. Mete la mano en su bolso y despliega sus alas de papel de arróz, enrrolla con cuidado y emprende un viaje hacia otros rumbos; hacia otra plaza.