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Terribles, los domingos al mediodía son terribles – comentaba mi hermano menor Alex de 8 años, visiblemente irritado y aburrido.
No hay nada, pero nada que hacer Andre – repetía Alex una y otra vez mirándome.
Yo que al igual que el estaba aburrido y además harto de sus repetitivas quejas. A punto estuve de callarle la boca de un coscorrón, pero el mismo hizo silencio de forma repentina cuando escucho a lo lejos un carro que colocaba vallenatos a todo volumen.
¡Que deprimente!… un domingo al mediodía, caluroso, sin nada que hacer y para rematar unos borrachos despechados, oyendo unos vallenatos salados a todo volumen – hizo una pausa teatral para mirarme con los ojos desorbitados y remato casi a gritos – ¡por que se tuvo que dañar el Play ONE , en nuestras vacaciones!.
Ante la pregunta yo solo encogí mis hombros y suspire. ¡Que mala suerte! pensaba, estar en este encierro con un hermano imperativo cuidándolo mientras mis padres hacen las compras semanales. Sin Internet (por que era muy caro para colocarlo en la casa), con el videojuego dañado (por jugar desde la 9:00 PM hasta las 9:00 AM y hubiéramos seguidos si no fuera por el humo y las chispas que echaba la cosa esa) y sin plan de canales internacionales o cable (por que los inteligentes vecinos se quisieron pegar ilegalmente, dejando a media cuadra sin señal). ¡Que mala suerte la nuestra!
De repente se me ocurrió la idea de ir a casa de Miguel o la de Ángela a molestar un rato, pero deseche rápido la idea por que habían salido de vacaciones con sus padres. Hasta ellos, en donde su familia es conocida por su tacañería, salieron de vacaciones.
De repente escuche que alguien me llamaba, me asome a la ventana y vi en el frente la figura de francisco recostado en la reja de la casa. Francisco era un muchacho problemático que andaba siempre metido en algún lío.
Sus padres eran alcohólicos, por lo tanto ignoraban los problemas internos de Francisco que al no tener una figura de carácter que lo orientara, buscaba la compañía de personas con malas intenciones.
A pesar de eso éramos amigos desde la infancia. Pero por recomendaciones de mis padres, ya que Francisco era señalado por los vecinos por robo y daño de propiedad, decidí tomar distancia para no meterme en problemas.
Pero como no pensaba pasar toda la tarde aburrido viendo en la televisión local sudando la gota gorda junto a mi hermano, resolví que en vez de ignorar su llamado como había hecho siempre, decidí ir a conversar un rato con el para pasar el tiempo.
Mi hermano Alex que siempre se metía en mis asuntos, al verme que salía a atender a Francisco, se me puso en frente cortándome el paso.
-- ¿que haces?, No te dijo mama y papa que no hablaras con Francisco por que era una mala influencia – exclamo en tono altanero.
No le preste atención y lo aparte de mi camino con un ligero empujón, pero sin perder tiempo volvió a cortarme el camino.
-- no salgas, mejor vamos a ver, este… sudando la gota gorda, van a disfrazar a uno de los gordos y a ponerlo a bailar como popis –- dijo en tono burlón.
Sin hacerle caso me dirigí hacia la terraza para abrir la reja. Francisco se encontraba sentado en la cera del frente de la casa, en actitud de espera, al verme me saludo con un movimiento de cabeza.
-- ¿que tal Andre? –- pregunto escuetamente Francisco.
-- nada, aquí aburrido ¿y tu que tal? – respondí
-- pasando el día… por que no vamos con los muchachos y jugamos una caimanera de fútbol— dijo Francisco torciendo la cara, como si estuviera ocultando algo.
-- ¡NO!, el tiene que quedarse conmigo a cuidar la casa – dijo repentinamente y casi a gritos Alex oculto en uno de los pilares del frente.
-- ¡Ha! no hay pele, tu también puedes ir—dijo sonriendo Francisco.
A pesar de que estaba molesto por la intromisión de mi hermano, en algo tenia razón no podía dejar la casa sola a cargo de mi hermano menor.
Pero si lo llevaba conmigo iba estar mas seguro que solo en la casa, así que decidí ir con Francisco y jugar fútbol. Apunta de regañadientes convencí a Alex para que nos acompañara.
Así que mientras caminábamos por la calle hacia la cancha, de repente Francisco con gestos repetitivos nos ordeno que no ocultáramos en el tronco grueso de una mata de mango.
Desconcertados y sin entender que pasaba obedecimos. Ya ocultos los tres nos señalo una casa, en donde el cual salía una anciana ajetreada como si estuviera sumamente atrasada para ir aun sitio.
-- que buena suerte, la anciana vive sola… podemos aprovechar ahora que salio… para saquear la casa –- dijo Francisco en tono entrecortado por la emoción.
-- que…que, que…!queee! ¡Saquear la casa dices!, ¿estas loco? —grito Alex asustado.
-- ¿es en serio?, Estas bromeando ¿no? –- dije yo esperando confirmar mi idea de que era un mal chiste.
-- no es un chiste, es en serio, vamos ayúdame – dijo francisco jalándome de la camisa hacia la casa.
-- ¿que te fumaste? – le dijo Alex a Francisco, mientras me sujetaba del brazo, jalándome del lado contrario.
La escena era ridícula. Mi hermano menor de 1,30m jalándome del brazo hacia un lado, mientras que francisco de 1,70m me jalaba la camisa hacia el lado contrario como si fuera un muñeco de trapo. Enojado con un manotazo me solté de Francisco, cayendo después de bruces encima de mi hermano.
-- ¿que pasa?, ¡no me digas que eres un cobarde Andre! – espeto amenazante Francisco.
Sumamente furioso por la caída y por el insulto, me levante y para demostrarle que no era un cobarde, decidí ayudarle. Eso si con dudas en mi mente.
-- ¡no vayas Andre!, ¡No caigas en su provocaciones, ¡Tu eres mejor que el!,
¡No olvides lo que te han enseñado nuestros padres!-- Grito Alex volviéndome a sujetar el brazo.
Tenia razón, que ganaba demostrando que no era un cobarde robando. Iba quedar peor, en vez de joven valiente, iba ser un vil ladrón. No valía la pena. Me detuve en seco y sin decir nada me di media vuelta, agarre a mi hermano y me dirigí sin pensar a la casa.
A lo lejos escuchaba los improperios e insulto de Francisco, pero no me inmute y seguí mi camino junto a mi hermano. Mientras Francisco sin pensar en las consecuencias siguió su plan de robar la casa.
Al rato de haber llegado a la casa y mientras mirábamos una serie juvenil de esas que embrutecen, llegaron nuestros padres.
-- sabes Andre que tu amigo Francisco lo atraparon robando. Al parecer la dueña de la casa había salido a ver a su hija enferma, pero en su apuro había olvidado el efectivo para comprar las medicinas, cachando con las manos en la masa a Francisco – dijo nuestro padre en tono de reproche.
-– gracias a los gritos de la dueña los vecinos lo atraparon –agrego nuestra madres-- ¿y ustedes que hicieron? Andan muy callados—sentencio extrañada.
-- no hicimos casi nada, solo vimos una serie educativa en donde aprendí que se pueden aprender valiosas lecciones de un niño, como si fuera las lecciones un adulto-- Dije mirando a mi hermano Alex con complicidad.
Nuestros padres ante la respuesta se encogieron de hombros extrañados, mientras nosotros veíamos televisión tranquilamente y sin ningún remordimiento, con un lazo de hermandad más fuerte que nunca.
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