"Para ti, Paco que me inspiraste a escribirlo. . ."
"Aquella noche" la lluvia caía a torrenciales y el viento golpeaba violentamente los vidrios de la ventana, pero creo que no puse atención a esto; de hecho, hacía mucho tiempo que no lo hacía, simplemente, sabía que estaba pasando. . .
La casa vacía y la televisión prendida eran el escenario de mi vida, el diario escenario de mi vida. Aunque debo confesar que eso ya no me molestaa mucho, mas bien, empezaba a gustarme.
Recuerdo cómo huía -o trataba de huír- de la soledad, que diariamente me acompañaba de regreso a casa y permanecía conmigo hasta el amanecer y un poco más. Huía de ella como quíen escapa de un asesino, para después voltear atrás y saber que no había remedio. Muchas veces corrí y corrí para que ella no me atrapara, pero era inevitable y poco a poco fue convenciéndome, de que ella era mi amiga, mi amante inseparable, y como tal empecé a disfrutar años y años de soledad.
Mi soledad y yo. . . jugábamos, cantábamos, reíamos y llorábamos; fueron días felices, a pesar de que ella nunca me respondío; mil veces hablé esperando una respuesta suya que nunca llegó. Y fue entonces, que mi condición de criatura social me gritaba, me imploraba el roce de una mano en mi espalda; de unos dedos caminando debajo de mi falda, una sonrisa, un "buenos días". . .
Y los días se tornaron sombríos y las noches mas frías, llegué a pensar que un día no despertaría y en realidad ya no sé si en ese momento lo deseaba; la verdad, en ese instrante ya no lo necesitaba, por que yo ya estaba muerta. . . en fin. . .
Cada noche invocaba un amor, un compañero eterno y dejaba escapar mos lágrimas por la ventana, para que llevaran mi mensaje con el viento nocturno, hacia todo el universo. Muchos días y muchas noches soñé con un acompañante que compartiera conmigo su tiempo y su vida; y entonces empecé a enloquecer -o al menos eso creí- por que imaginé un compañero; lo imaginé tan bien que incluso podía oírlo caminando en la cocina o dormido en el sillón -claro- con la televisión prendida. Cada día se fue haciendo mas real, hasta empecé a escucharlo gritándome desde abajo para decirme que el desayuno estaba listo.
Y lo escuchaba cantando en la regadera y sus sonrisas recorrían cada rincón de la casa, y su llanto estremecía hasta las cortinas. Y entonces, empezó la verdadera vida; junto a un extraño que había pasado conmigo toda la vida; con un fantasma que me hablaba y me hacía el amor noche a noche.
¡Ya no estaba sola!, alguien me esperaba de regreso a casa, a alguien le interesaba saber que yo estaba bien, y cuando volvía después de una agobiante jornada laboral; él estaba ahí, esperándome con una sonrisa en los labios y un "te amo" en la mirada, y yo volvía a la vida perdiéndome en sus ojos, mojándome en su sonrisa; el mundo entero se evaporaba y todos mis dolores y temores se extinguían con el viento que su voz movía.
Cada noche me dormía con un beso y me despertaba con un sueño, y todo era tan real. . .
Algunas veces estaba conciente de que era él un fantasma que me acompañaba, que era un holograma que reflejaba mi desesperación y deseos de sentirme amada, y entonces yo sabía que estaba loca. Pero mi locura era el motor de mi vida, era lo que me mantenía en pie y volvía a hacerlo real. . . el volvía con su sonrisa.
"Todo es cuestión de fe" me decía él en repetidas ocasiones, y yo quería creer; así que éramos la pareja perfecta. Pero un día mi locura me abandonó, igual que se van todos los amantes y con su úlrima frase: "es momento de seguir" se desvaneció y con él mi vida, y en mi boca quedó el sabor de ese último beso. Un beso que aún ahora sigue ardiendo en mis labios.
Y entonces si, comenzó el infierno; el mas frío infierno que nadie jamás pisó; y la luna, las estrellas e incluso el viento se fueron de mi vida, y en su lugar llegaron el frío, el vacío y mi querida soledad.
Un día me dije "si una vez pude, ¿por qué no disfrutarla ahora?, pero no olvidemos que en ese entonces yo estaba muerta y a los muertos no les importa ni la soledad, ni el olvido. ¡Pero a mi! a la que regresó la vida, a la que volvió como una estela fragante. . .¡No!¡nunca más!.
Y cada noche lo invoqué para que volviera, y sostenía largas conversaciones con la pared, para que él se apareciera y me respondiera, pero fue inútil, y el llanto regresó, busqué consuelo en un lápiz y una pálida hoja de papel, y escribí y escribí; millones de poemas se derramaron por todo el cuarto, todos para él. Pero ninguno de ellos me consoló. . . Entonces recordé que alguna vez alguen me dio, que cuando la gente está mu triste y necesitaba consuelo, había un ángel que susurraba gotas de esperanza al oído y cuando esto no era suficiente, con un abrazo nos reconfortaban. . . pero yo. . . yo no escuché ningún susurro ni el abrazo me reconfortó. . .y supe que era hora de morir.
Y "aquella noche" con todas las luces encendida, escribí lo último en mi vida, recordando aquel día de su adiós:
"Flotas en el infinito como siempre indiferente y tus ojos vacíos se abren al paso del viento que mueve tu boca; te veo pasear en un gran círculo que te protege y que te leja muy lentamente.
Y mientras mis ojos se tiñen de rojo, mi cuerpo pierde la fuerza, la oscuridad me envuelve, el frío me apresa; y aunque mi mente se libera y piensa, mi alma se aferra a la estela que deja tu paso suave y eterno.
Entonces mi cuerpo vuelve a sanar, la sangre se seca en mis ropas, mis ojos vuelven a ser cristalinos, vuelvo a caminar sin rumbo.
Subo y bajo por el espacio sideral, a veces cantando, a veces llorando, pero tus ojos vuelven y el universo entero desaparece.
Mi voz enmudece y mis gritos se extinguen en mi mente, tiemblo violetamente mientras tus ojos oscuros me hipnotizan.
Aún con los ojos cerrados no puedo dejar de verte, mi cuerpo entero se enciende, mientras tú me tomas de la mano, y enredados en un cordón imaginario nos evaporamos sintiendo cómo se escurren las penas hacía las estrellas.
Y te pido:
Cura con tus manos mis heridas, lléname de tu energía, convierte el sufrimiento en alegría y la mentira en agonía.
Permite que la vida fluya a través de mi cintura; y si aparece el sol despiértame con un sueño que quiero dormir toda la vida. Abre los ojos, y húndeme en tu mirada y aunque tu sonrisa sea un adiós, déjame sentirme amada.
No importa que al amanecer todo entre niebla desaparezca, permite que me hunda en ti y que el calor permanezca, mientras el silencio enmudece la voz y halban las miradas, hazme olvidar todo.
Y cuando todo esto termine, yo moriré como el sol al aterdecer y renaceré de nuevo. . .
amarrada a tu ser. . ."
Con esa hoja letal sobre la mesa, salí a su encuentro, corriendo, traspasando la lluvia y con el filo de dos navajas, dejé que mis heridas se escaparan y di la bienvenida a la verdadera muerte, a esa cálida y dulce muerte, que me consoló en sus brazos y dio a toda la vida -que yo ya no poseía- el sentido de vivirla.
Cerré los ojos lentamente, y poco a poco fui quedándome dormida, eternamente dormida. . . el frío, el vacío y la soledad, se escaparon, se evaporaron en el aire, y como un canto divino, escuché su voz, llamándome como desde un sueño. Y cuando abrí los ojos, lo vi parado jundo a mi; ¡era él! mi ángel, mi fantasma que suavemente me quitó de los brazos de la tierna muerte. Desde entonces caminamos por este lugar, dónde nadie nos ve ni nos oye; aunque muchas veces, son nuestros susurros y nuestros abrazos los qe los reconfortan.
A veces caminando -y es que he caminado tantas veces y tanto tiempo por este lugar- empiezo a soñar que aún estoy aquí, e imagino el viento enredándose en mi cabello como dos amantes perdiéndose en el universo, y cómo la brisa anuncia la llegada inevitable de la suave lluvia nocturna; incluso imagino la sensación de las gotas cristalinas mojando tiernamente y poco a poco toda mi piel.
Imagino el olor de la noche fría posándose sobre las calles mojadas, y el agradable sonido de cientos de pisadas corriendo atropelladamente sobre los pequeños charcos de cielo, en donde me hundo profundamente como escapando de la realidad, de esta nueva realidad.
Me pregunto ¿si al amanecer seguré aquí?, y ¿si al anochecer seguiré aquí? congelándome con mis recuerdos, mojándome con mis sueños, ensordeciendo al mundo con mi silencio, si el destino algún día me alcanzará y si mi "vida" por fin se extinguirá; aunque en realidad no deseo extinguirme eternamente; eternamente quiero quedarme aquí.
Contando otro millón de estrellas y viendo por siempre la puesta del sol y la salida de la luna, escuchando la caída de la lluvia y el viento jugando con los árboles, quiero ver otro millón de gente corriendo, llorando, riendo. . . otro millón de años, otro millón de vidas, otro millón de muertes.
Y junto a él quiero pasar la vida -claro, de los demás- lentamente. . .si, tan lenta. . . alguna vez me pregunté si la vida era un sueño?, ahora que estoy aquí, se que lo es. Que la vida es tan rápida y tal lenta como un sueño; un sueño del que a veces despiertas suavemente y otras tantas violentamente, a mi me tocó la primera y en esta nueva vida, canto.
Canto al resplandor de la vida misma, y aunque nunca mas volveré a probar la dulce miel de unos labios enamorados -como en vida pude hacerlo-, aunque nunca mas sentiré el calor del sol, el frío invierno, aunque todas esas cosas para mi no son mas que un recuerdo; me siento feliz por que nunca mas tendré miedo de existir de nuevo y de vivir fuera del tiempo.
He tenido el enorme placer de darle una leida antes a este trabajo,el cual esta pleno de lo que la vida es,nostalgia,tristeza tb,sensualidad y sobretodo con un indicio de esperanza,de esas que todos necesitamos y deseamos tener en momentos que consideramos dificiles. Buena obra Carito,yo se bien que talento te sobra y esto es prueba de ello,muchas felicidades linda.