Era una feliz tarde de Abril, donde todas las personas de la ciudad se disponían a salir a pasear, ir de compras, divertirse con los amigos, o... solamente a comprar un perro.
Una família como las demás; un padre trabajadaor y buen padre, una madre que hacía las tareas de la casa y los niños, Ana y Carlos, con 7 y 9 ñaos de edad. Los cuatro salían felices de su piso, con unas ventanas enormes y unos balcones como para jugar a fútbol. Salían de portal saludando como siempre al portero que estaba ahí todos los días. Llegaron a la tienda de animales, donde cada uno de ellos se enamoraban de un animal distinto. La madre había visto un gato blanco precioso, de cola larga y peluda; el padre vió una serpiente, pero los demás giraban la cabeza para los lados diciendo que no. Hasta que por fin encontraron aquel animalito cuya hermosura dejaron a la família con la boca abierta. Era un precioso husky siberiano con tan solo 3 meses de edad y con los ojos azules, un perro de las nieves que anteriormente y todavía actualemente los siguen utilizando para tirar de los trineos. Ana y Carlos no podían decir que no, pues el rpecio era para decirlo, pero sin más se lo trajeron para casa.
Los días pasaban y el lindo perro de las nieves aún seguía creciendo. Tardaron días en ponerle un nombre y la final, ajuntando sus grandes características, le llamaron "Ice" (hielo). "Ice" era un perro tranquilo pero no se le escapaba ningún gato que pasara por debajo del balcón.
Un día, cuando el perro dormía con tranquilidad, Ana y Carlos llegaron del colegio y no tenían otra cosa que hacer que jugar con "Ice". "Ice" se levantó de su gran colchón azul y sin condición jugó con los niños. Ellos tiraban la pelota y el perro la recojía, pero no se la devolvía. Carlos se acercó al perro gritandole y obligandole a que le diera la pelota. "Ice" no soportó que le gritara y mucho menso que le pusiera la mano encima, así que de un mordisco consiguió que Carlos se echara a llorar y fuera a contrselo a sus padres. Ellos, al ver lo que había pasado con "Ice", empezaron a darle vueltas a ver que harían con él. Lo ataron a la baranda del balcón, dejandole así sin comida y sin agua.
La madre salió una mañana al balcón para regar sus lindas flores que tenía en tres o cuatro macetas. Le vió tanta maldad en los ojos de "Ice" que dejó sin regar las plantas y se volvió para dentro. Habló son su marido diciendole que deverían hacer algo.
Esa misma noche, cuando todo el mundo permanecía en sus casas, la família salió con el perro, se metieron en el coche y fueron para un descampado lejísimo de donde vivían. Abrieron el maletero y soltaron a "Ice" dejandolo ahí tirado en medio de la nada, que no había ni una mosca.
"Ice" se quedó solo durante varios días, sin comer ni beber y, con la presencia de algunos niños que siempre le tiraban piedras. Un día cayó al suelo decaido, desidratado, en los pies de un container.
Una señora que volvía de la panadería lo vió tirado con muy mal aspecto y en los huesos, dejó el pan y se lo llevó al veterinario más cercano que había. El veterianrio no supo hacer nada por él, pues le dijo que no iba a vivir mucho tiempo más. Abrió el cajón del armario de la consulta, cojiendo delicadamente una de las inyecciones para sacrificar al perro.
"Ice" quedó dormido para siempre sabiendo que lo más bonito que hicieron por él fué sacrificarlo para no sufrir más.