Corría la gacela por la selva buscando que comer cuando de pronto vio un monito qué sobre un árbol saboreaba una jugosa naranja y acercándose al árbol le dijo:
__ ¿Por qué no compartes conmigo esa deliciosa fruta? Tengo mucha hambre.
A lo que el monito le respondió.
__ No, busca tus alimentos como lo hago yo.
__Está bien (le respondió la gacela) ojala nunca necesites de mí, no se puede ser tan egoísta, todos necesitamos en algún momento de nuestras vidas a los demás, no podemos vivir como si estuviéramos solos en el mundo.
__No creo que tú me hagas falta nunca (le contesto el monito)
Yo puedo estar sobre los árboles si hay algún peligro y si tengo hambre por muy alta qué esté la fruta puedo llegar a ella porque tengo esa facilidad de treparme donde yo quiera, en cambio tú no lo puedes hacer, tienes que buscar el alimento que este a tu alcance.
Una gran desventaja la que tienes, joven gacela.
__Está bien, no hablemos más, adiós y que te aproveche tú desayuno.
La gacela marchó y dejó al monito sobre el árbol saboreando su fruta.
Pasaron los meses y un buen día corría la gacela por la sabana cuando a lo lejos vio un león persiguiendo a otro animal.
Ella corrió cuan rápido era y cual no seria su sorpresa al ver que el animal que corría delante chillando era el mismo mono al cual le pidiera una vez alimento y se lo negara. Frenando en su carrera se dijo:
__ ¡Miren quien está en apuros! No voy ayudarlo, que se lo coma el león
__ ¿No dijo él que nunca necesitaría mi ayuda ni de la de nadie?
Ya daba la vuelta cuando de nuevo miró hacia la sabana y vio que le faltaba muy poco al monito para ser alcanzado por el “Rey de la selva”
__Pobre monito, déjame ayudarlo, no puedo dejar que se lo coman y corriendo a la velocidad que sus largas patas le permitían enseguida se puso al lado del egoísta animal gritándole.
__Monito, ven sube a mi lomo, te sacaré de aquí.
El mono con la lengua afuera y sin fuerzas ya para seguir corriendo saltó sobre su salvadora, saliendo del lado del león que molesto y asombrado a la misma vez por haber perdido tan suculento manjar iba aminorando su carrera. En cambio la gacela se perdía en la sabana con su asustada carga sobre ella.
Al llegar a una arboleda la gacela se detuvo y le dijo:
__Ya no hay peligro, puedes subir a cualquier árbol de los que aquí se encuentran, pero recuerda no te alejes más de donde puedas estar a salvo, en la sabana no hay lugar para ti.
Ese lugar es solamente para nosotros que nacemos con esa habilidad de correr más rápido que cualquier otro animal de la selva y aun así a veces somos alcanzados por otros que corren tan rápido como nosotros.
__Ahora marcho, debo seguir mi camino.
Partía cuando el mono muy apenado con su cabeza baja le dijo.
__Disculpa gacela, me has dado una buena lección.
Hoy he aprendido que no podemos ir por la vida pensando que somos mejores que los demás. De ahora en adelante seré mejor y ayudare a quien le haga falta en la selva.
__Me alegra que aprendieras la lección monito, espero nunca olvides lo ocurrido hoy.
__Espera, quiero, darte algo… desapareciendo por entre unos matorrales y regresando al momento con una apetitosa fruta la cual puso en el suelo.
La gacela sonriendo le dijo: __Gracias.
El monito sonriendo le pregunto.
__ ¿A donde vas ahora?
__Voy hacia la sabana
__ ¿Puedo ir contigo?
__Claro. (Le contesto la gacela)
__Quiero visitar otros lugares y conocer nuevos amigos con los que pueda compartir.
Desde ese día y siempre se le vio al monito cruzar la sabana a lomos de su amiga la gacela.
Moraleja:
No te creas nunca mejor que nadie y mucho menos desprecies, por que en un momento dado ese otro ser al cual has despreciado te puede sacar de aprietos.