Por: Edison M. Rodríguez Concepción.
Para mi compañera infatigable Aurea Muciño Camarillo, con amor.

Una mujer gorda, rubia, siempre estaba importunando a Dios con toda clase de pedidos.
Un día, Dios la miró y le dijo:
“ ya estoy harto; Tres pedidos y no más. Tres deseos, tres peticiones, y después de darte eso, no te daré nada más. ¡ Di tus tres deseos!”

La mujer quedó encantada y preguntó: “ ¿ puedo pedir cualquier cosa?”
Y dijo Dios: “ ¡ sí! ¡ Tres pedidos, tres deseo y no más!”
Y la mujer habló: “ de verdad, puedo pedir cualquier cosa. El señor sabe, usted sabe tengo vergüenza de hablar, de pedir, pero me gustaría ser una mujer delgada... el señor sabe, la gente se burla de mí por mi peso. A donde quiera que voy, soy la mofa de los demás; soy él hazme reír de todos y todo esto me vuelve una mujer inhábil,
infeliz, sensible a toda a esta burla. Usted sabe, no he podido hacerme una cirugía por no tener dinero, desde entonces mi vida es todo un mal de lagrimas.

“ Esta bien”, dijo Dios “ tú deseo será sastifecho”.

Y la mujer se transformo en una mujer delgada. La mujer estaba feliz y aliviada. Pero al pasar una cuantas semanas, otra ves la pobre mujer estaba bañada en lagrimas al ver que ningún hombre se fijaba en ella. Nadie, absolutamente nadie era digno de dirigir, ni siquiera una mirada a esta mujer que ahora era delgada.
Entonces, la mujer sé sintió muy mal, fue corriendo al encuentro de Dios y le pidió:
“ mi señor, ahora que soy delgada yo pensaba que los hombres se iban a fijar en mi, pero no ha sido así. ¡Soy fea, fea! ¡ Quiero ser la mujer mas Hermosa del mundo!”
Dios respondió: “ esta bien, segundo deseo concebido.”

Ahora le quedaba solo un deseo. Entonces, la mujer fue la atención de toda la prensa nacional y de todo el mundo. Los periódicos tabloides solo hablaban de lo hermosa que era esta mujer.
Pero, al pasar el tiempo la mujer se fue desgastando y perdiendo hermosura. Empezaron a aparecer arrugas en su rostro y su cuerpo que una vez fue cuerpo de guitarra se fue tornando macizo frágil. Todo su cuerpo estaba lleno de lo que nadie puede escapar, el envejecimiento, o sea la vejez. Estaba vieja y fea. Nuevamente volvió a ser una mujer fea y con arrugas. Ya nadie ponía su atención en ella y rápidamente dejó de ser la atención de los periódicos y la prensa.
De nuevo cayo en una depresión. Ella Sabia que solo le quedaba un solo deseo pero no sabia que pedir. Y fue a consultar a sus amigas.
Algunas le dijeron: “ pide dinero; si tienes dinero, puedes tener todo lo que quieras.”
Otras: “¿ de que te servirá el dinero si no tienes salud?”
Otra amiga dijo: “ de que té servirá la salud si un día te irás. Pide la inmortalidad.”
La pobre mujer ya no sabia que pedir, por que otras decían: “ ¿ de que te servirá la inmortalidad si no tienes a quien amar? Pide el amor.”
Entonces pensó, pensó... y no consiguió llegar a ninguna conclusión.
No conseguía saber lo que quería. Pasaron 7, 10, 12 años... un día Dios le dijo:
“ mujer, pero cuando es que vas a pedir tu ultima deseo.”
Y la pobre mujer respondió: “¡ mi señor estoy muy confusa, no se que pedir! Por favor ayúdeme y dígame que pedir. ¿ Podría el señor decirme que pedir?”

Dios sé rió cuando oyó esto y después de unos segundos le dijo en un tono suave:
“ Esta bien, te digo lo que debes pedir. ¡Pida la felicidad!.
“ ¿la felicidad...?”, interrumpió con asombro la mujer.
“¡si!, Pida ser feliz. Ahí esta el secreto”, dijo al fin Dios.