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Será que todo termina. Será que nada es eterno y que el todo puede convertirse en la nada tan solo en un abrir y cerrar de ojos. Será que todo se desestabiliza en una lágrima. Y que el sufrimiento se traduce en algo que no se puede hacer frente. Que existe, y que coexiste latente en los deseos, en los vicios y en las alegrías. No lo sé. No se puede saber, no se puede medir, no se puede prevenir. Sucede y arrasa los afectos, avasalla los corazones y destroza los cuerpos. Es entrañable e inconsciente esa sensación y ese sentimiento de derrota frente a ese ente que gobierna y que se apodera de todos los seres y de todas las cenizas. No existe la inmutabilidad de las cosas y no existe la permanencia de las personas ni de los espíritus. Tampoco se puede comprender (a pesar de nuestros intentos culturales) porque es una lógica ilógica que no refiere a nuestros canones de realidad. Ahí reside su poder y ahí reside el dolor. El dolor a lo inexplicable y a lo incomprensible. El dolor a una espera pautada y determinada vaya uno a saber por quién, por quienes o por qué cosas. Pero hecha al fin. A un fin que existe más allá de nuestros deseos y expectativas. ¿Cómo nos podemos enfrentar y con qué armamentos? Si tampoco sabemos a qué nos tenemos que enfrentar: si a la muerte, a la sensación misma, a la impotencia, al sufrimiento o al temor. El miedo a la inexistencia, a la pérdida y a la ausencia. A la ausencia a pesar de los recuerdos que procuran traer a nuestra realidad, aunque sea por un segundo, aquello que fuimos y aquello con quienes lo fuimos. Que conformistas somos!! Pues ahí también reside nuestra debilidad y su poder. Los recuerdos. La sensación que las ausencias están presentes en nuestro corazón o en nuestra conciencia. Vil esperanza de no olvidar y de volver a sentir con el corazón a pesar del frío y de la oscuridad. Vida dentro de tanta muerte. Vida dentro de la vida misma. Y las lágrimas a veces se transforman en el eco de nuestro corazón. Pero lloramos por las ausencias sumado a un temor inconsciente; el de nuestra propia ausencia o de nuestro propio olvido. Al fin y al cabo somos hombres y no inteligencias artificiales.
El nudo en la garganta que siento en este momento me hace sentir tan débil y vulnerable. Será que tengo miedo…miedo de ganar, miedo de perder o de perderme. Miedo, impotencia, angustia, vulnerabilidad, tristeza, odio, bronca, angustia, lágrimas, impotencia, temor, temor, temor…
Datos del Cuento
  • Autor: Flor
  • Código: 17288
  • Fecha: 30-08-2006
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5
  • Votos: 101
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1583
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