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Categoría: Metáforas

¿¿ESTAS AHÍ DIOS??

Hola, nuevamente les quiero narrar otra experiencia que tuve con Dios hace poco o más bien la tuvo mi esposo, si leyeron mi historia anterior ("Un mensaje de Dios") me entenderán mejor. Recuerden que mi único objetivo es el de recordarles que Dios está siempre a un lado nuestro y nos responde de muchas, muchas formas...

No soy religiosa ni nada por el estilo y ni quiero serlo, sin ofender a nadie no creo en ninguna religión, no creo en las imágenes y en fin, otras cosas que las religiones suelen tener, pero ante todo respeto las creencias de los demás, mi única fé esta en Dios, a él es al que le cuento mis problemas, mis penas, al que le agradezco la felicidad que me brinda mi familia, al que le consulto mis dudas, el es el que siempre me responde, el único que en verdad está ahí...

Hace algunos meses empecé a tener problemas con Eric, mi marido, problemas que desgraciadamente no fueron sin fundamento y que me dañaron profundamente, tanto que aun no he podido reponerme del todo, pero como les he dicho Dios me ha ayudado ir curando esas heridas.

Nuestra situación llegó a tanto, que incluso tuve una depresión que me duró aproximadamente un mes, todos los días lloraba de nada y a la vez de todo, mi autoestima cada vez se dañaba más y me empecé a faltar al respeto a mi misma, me comparaba, me insultaba y decía cosas que sabía que también hacían sufrir a Eric, realmente no sé si el fuera el culpable, posiblemente si, pero tampoco puedo negar que ha cambiado mucho y me ha demostrado estar arrepentido de lo que pasó, se que muchos estarán pensando que me fue infiel, pero no fue así, pero de todas formas duele y más aun por venir de la persona que más amas en este mundo (junto con mi hijo por supuesto).

Un día de esos, en los que mi depresión llegó a su punto máximo, me dirigía a casa de mis suegros a recoger a mi bebé, para esto tenía que pasar por un puente peatonal el cual atravesaba una avenida y mientras subía las escaleras, venía pensando en que ya no valía la pena vivir, que todo estaría mejor si ya no existiera y otras cosas más que uno suele pensar cuando está en una etapa así, y pensé en lanzarme del puente sin importarme ya nada, pero 5 segundos de cordura bastaron para alzar la mirada al cielo y decir:

-Dios mío perdóname pero ya no quiero estar aquí, ya no tiene ningún sentido, por favor dame una señal, un solo motivo para estar aquí, respóndeme, que ahora es cuando más necesito tu señal...

Mientras decía esto caminaba del otro lado del puente, llorando, desesperada por que hubiera escuchado mis súplicas y al ir bajando del puente veo a lo lejos a mi suegra caminando hacía donde yo estaba con mi hijo en brazos, en ese instante el niño me vió desde donde estaba y reconociéndome al instante, me señaló para después estirarme los brazos. Fue en ese momento cuando caí en la cuenta y me sentí muy apenada por haber sido tan egoísta, ¿qué más necesitaba saber? ¿no es acaso mi hijo la razón suficiente para quedarme en éste mundo? Y con todo y mi vergüenza le dí gracias por haberme respondido de inmediato.

Pero no termina todo ahí, eso se lo conté a Eric con lágrimas en los ojos, le dije que eso hacía crecer más mi fé en Dios y que el debería hacer lo mismo, entregarse más a el, pedirle un consejo para la situación tan difícil por la que estábamos pasando como pareja, pero el, a pesar de venir de una familia católica nunca ha tenido una relación más intima con Dios, por lo que se mostró un tanto frío ante la idea de pensar que Dios pueda contestarnos todo e incluso discutimos un poco ese tema; yo, en mi desesperación por hacer que tuviera un poco de fé le dije:

-Yo no soy nadie para hacerte entender las cosas que el hace o sus motivos, mi intento es hacer que creas un poco más en el, pero si no puedo mejor lo dejo en sus manos, ese no es un tema para pelear, al contrario, y si no quieres creer pídele una prueba, pregúntale algo, cualquier cosa y verás como te responde, claro, no quieras que venga, se plante enfrente de ti y te lo diga, debes estar atento, porque tiene muchas formas de responder.

Los días siguieron transcurriendo sin ninguna mejoría aparente en nuestra relación, por lo que me seguía lastimando mucho la idea que tenía en mi cabeza, esa idea de no sentirme especial en la vida de mi esposo, de no ser el amor de su vida y cosas así; por lo que mi necesidad de desahogarme cada día era mayor, así que le llamé a un amigo que es cristiano y le pedí que nos viéramos para platicar, el aceptó y esa misma semana nos vimos.

Llegamos a un restaurante y le conté todo lo que traía dentro, mi dolor, mis inquietudes y todas las tonterías que había hecho y que habían empeorado todo y les confieso que si me acerque a él no fue por el echo de ser cristiano, sino por el hecho de tener más fé que yo, que aún en medio de tanta gente no le importó y se puso a orar en voz alta por mi, por Eric, por mi hijo.

Esa noche llovía muy fuerte mientras yo le contaba lo sucedido, de repente, los rayos de la lluvia iluminaron el cielo y mi amigo se impactó tanto que me interrumpió para que los viera, y me estremecí, porque recordé que entre Dios y yo hay una señal especial cuando hay rayos ( lean “UN MENSAJE DE DIOS” y me entenderán) y me dije a mi misma “otra señal de que está aquí”:

Cuando mi amigo oró, pidió por Eric, para que le hiciera entender, le abriera los ojos, que le diera una respuesta a él también.

Al día siguiente, fuimos de visita a casa de mi tía y después de comer, nos quedamos dormidos Eric y yo; entre sueños me despertó Eric y algo alterado me dijo:

-Renata, despierta! Soñé con Dios.

Pero al preguntarle que fue lo que había soñado, no me respondió, se había vuelto a quedar dormido.

Cuando por fin despertamos, le volví a preguntar que había soñado...esto me contó:

-Me encontraba esperando en una larga fila, inmensa, infinita, había mucha gente en esa fila, no puedo ni imaginar cuanta era, todos esperábamos, el camino donde estábamos parados era muy estrecho, sostenido por nada, por que debajo no había nada, sólo abismo, así que si te desesperabas, ya sabías lo que te pasaría, te caerías a ese abismo, así que debía esperar. Pasó mucho tiempo, no sé cuanto, pero empecé a perder la calma y quise irme, pero al poco tiempo me toco pasar, a donde me dirigí estaba un hombre sentado en una gran piedra de roca, ¡era Dios!, era como uno lo imagina siempre: de barba y bigote, alto, vestido de blanco y de una belleza indescriptible, algo que me llamó mucho la atención fue su cabello, algo canoso, pero muy brillante, tenía como unos rayitos de luz...Y me dijo:

-Ya te querías ir verdad? Porque?

Alo que yo le respondí apenado:

-Es que había mucha gente y pasó demasiado tiempo...

-¿Gente, cual gente? Esa gente que viste tú la pusiste ahí, porque ahí no había nadie, tu eras el que te negabas a venir a mi -Dijo Dios.

Después de un breve silencio Dios agregó:

-Lo que tu tienes es que no sabes demostrar a la gente tu amor, tu cariño, eso es lo que te trae problemas, debes de demostrar a la gente tu amor sin importarte lo demás, lo que puedan pensar y verás que la gente se dará cuenta de que lo haces sin malicia...

Después de eso, Dios me tomó del hombro y me llevó a caminar en un sendero donde había mucha arena, pero ya no recuerdo bien lo que me dijo, sé que platicamos mucho, pero no recuerdo bien todo lo que me dijo (N.D.A.: Será por que lo más importante que debía saber era lo que si recordó).

Y con lágrimas en los ojos Eric siguió diciendo:

-Pero lo que si recuerdo es que Dios me dijo: Renata me dijo que tu no la amas como ella a ti..., pero recuerdo muy vagamente lo que conversamos después.

La verdad es que no supe que decir o hacer, mis ojos también se llenaban de lágrimas mientras Eric me mostraba sus brazos, los cuales se “enchinaron” como si una sensación de escalofríos estremeciera su cuerpo (y su alma).

No quisiera mentirles diciéndoles que a partir de ese día la relación mejoró como por arte de magia, por que ese no es el estilo de Dios, pero si nos dio una respuesta, la clave de nuestro problema y en nuestras manos ha estado el luchar porque ese amor siga creciendo día con día y no es por nada, pero ese sueño le cambió muchas ideas y formas de pensar, y ahora me habla más seguido de el...

Espero que les guste, y sobre todo que entiendan el mensaje que no sólo fue para nosotros, sino para ustedes también. Cualquier comentario, escríbanme: renadem_3@hotmail.com
Datos del Cuento
  • Autor: RENATA
  • Código: 3037
  • Fecha: 14-06-2003
  • Categoría: Metáforas
  • Media: 4.97
  • Votos: 37
  • Envios: 6
  • Lecturas: 3385
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