¿Por qué un hombre se considera un perdedor cuando hasta hace un momento no había pensado en ello o se creía un ganador?
Un día me pongo a cavilar y llego a la conclusión de que no he hecho nada en lo que llevo de vida. Ni bueno, ni malo. Nada.
Años que se van por el sumidero al abrir el grifo. Tengo las manos limpias, la cara limpia, el cuerpo limpia...y la vida limpia, más que limpia, blanca, sin estrenar, en apariencia, porque todo se fue con un simple lavado.
Que escaso bagaje. La sangre corriendo por mis venas, el corazón latiendo y yo inmóvil. Esperando ¿mi oportunidad?, que tal vez ya pasó, pero estaba demasiado ocupado lavándome y el agua cegí mis ojos.
No me reconozco. Y me resulta sencillo de entender. No reconozco mi exterior, para identificar mi interior. Me veo en una foto y me pregunto: -¿Ese soy yo?-. No me imaginaba así. De otro modo. Distinto. Tal vez más alto, más delgado. No. Más gordo, más bajo. ¡Yo que sé! Pero así no.
Si me veo en el espejo tampoco me resulto como creía. Familiar si. Pero tengo menos pelo. Alguna arruga más. La miarada es diferente. En definitiva que puedo ser yo, pero albergo mis dudas.
Si me veo por dentro...no sé que esperaba encontrar, puede que alguien más valiente, más decidido...otro, pero no éste.
El destino me pone trampas, ayudado por algunos. Me coloca minas personales, con mi nombre y apellidos. Cepos sentimentales para mi nombre y apellidos. Pantanos contra mi nombre y apellidos.
Y yo solo para no reventar, no descuartizarme, no hundirme, no perderme no equivocarme.

Mientras tanto sigo intentando escribir un cuento, un relato breve o como se quiera llamar, pero no encuentro argumentos. Quizá si explicase como me siento. Quizá si contasen las cosas que pasan por mi cabeza...
Pero eso sería una tontería.