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¡Esperanza!...

Desoladas y oscuras estaban esa noche las calles. Ráfagas frías de un agresivo viento calaban hasta mis huesos, pero aun así, yo decidí ese día salir a caminar. Una densa y pastosa neblina dificultaba ver algún signo de luz al final de aquel ruinoso callejón conformado por edificios tristes, matizadas sus paredes con tonos grises y manchadas de orín.

Quería despejar la mente, embotada no lograba pensar con claridad. Subí entonces aquellas estrechas escaleras y llegué al innombrable puente. Sentí entonces mí corazón vacío de amor, en él reinaba la anarquía, el odio y el rencor; había perdido la Fe. Mí alma la sabía golpeada y débil, frágil y vulnerable… ¡Cuanta impotencia!, teniendo tanto para dar y no poder por el sectarismo. Todas las herramientas posibles agotadas y a esta fecha sin un resultado satisfactorio y me preguntaba en aquella fría y encogedora noche… ¿Para que me preparé tanto?, ¿De que sirvió tanto estudiar toda una vida? ¡Cuantas horas de esparcimiento negadas desde mi niñez hasta hoy, para lograr conocimientos que no puedo poner en práctica y dar respuesta a tantos problemas!

Desde el puente divisé aquella avenida, años atrás alegre, testigo de mejores tiempos, y hoy me mostraba otra cara ¡la del infierno! ¿Dónde te metiste Canservero? ¿Por qué dejaste solas las puertas del averno? ¿Como has permitido que quedaran libres estos demonios?.
Llegaban a mi mente las imágenes de niños sucios y desnutridos vagando sin ningún rumbo, aquellos muertos… golpeaban mis oídos gritos de dolor, llanto, el sonido de disparos e incluso podía oler la sangre derramada en las calles.
Mis ojos se nublaron por las lágrimas y dejé escapar entonces aquel llanto amargo, ese que guardé no se cuanto ni porque. De pronto una voz me interrumpió-No llores, toma enjuga esas lágrimas- Con un gesto tierno me ofreció un pañuelo. Aquella mujer de mirar dulce se dirigió a mí con firmeza y dijo-“No es momento de desgarrar las vestiduras… ¿Por qué te rindes si la batalla apenas comienza?... No te pido que olvides lo vivido, por el contrario, no evadas nunca estos recuerdos que ahora enfrentas con inmadurez y te atormentan, ellos serán la base de un aprendizaje para tus futuras luchas. Pero no permitas que en ti el amor sucumba ante el odio que ciega y no deja razonar. ¿Por qué has perdido la Fe?, espera…no me respondas…yo te diré la causa…Has pretendido condicionar a Dios al molde de la razón. La Fe es un Oasis en el corazón, al que nunca llegará la caravana del pensar. Es un don de Dios, y por serlo, desborda tu raciocinio y tu discurso. La Fe entra y anda con suavidad en el hombre…Si la hostigas, levanta el vuelo y como un ave asustada se va. Así que acógela con sencillez, porque ella te conduce a la total inteligencia de lo inmortal”.
“No seas quejumbrosa, ni lamentes tus dolores apoyándote en hombros que se acercan a ti. Que las calamidades no se conviertan en la canción favorita de tus labios…ni las penas sean una fijación. Se más bien motor de alegría y optimismo. Te has preparado para arrojar luz y claridad, serenidad y confianza sobre el corazón de tus compañeros de camino”. Entonces yo apunté rápidamente a responderle-“Pero no podemos limpiar los ensangrentados muros y calles de la tierra, ni purificar el mar de minas o cambiar la conciencia del terrorista”. La mujer respondió – “Es cierto, más sin embargo, podemos oxigenar de bondad los corazones, cubrir de comprensión la terquedad, asimilar con paciencia el enfado, para cultivar la templanza y no ser impulsivos como las fieras. Instaura la paz en tu pequeño mundo, abre nuevamente las puertas al amor en tú corazón, expulsa de él los rencores y la sed de venganza”.
“Regresa a tu casa hoy es Navidad. Dios nace entre nosotros hecho hombre sin dejar de ser Dios, para llenar de sentido la vida, vive este misterio hoy en tú corazón”.-Excelente labia tienes le dije, pero aun no me has dicho como te llamas… ¿Quién eres?. La misteriosa dama extendió su mano y tomó la mía entregándome un papel y dijo-“No lo abras hasta llegar a tu casa”-Cuando quise replicarle…había desaparecido entre la niebla.
Asustada regresé a mí hogar y al pasar el umbral de la puerta, apresurada y nerviosa abrí el papel. Al leerlo quedé impresionada, unas líneas escritas en color dorado decían: “Yo soy la Esperanza…Sí la que enciende las luces del Amor y la Fe cuando los vientos de amenazadoras tormentas las apagan…Feliz Navidad”

Caracas 25 de diciembre de 2002
Datos del Cuento
  • Categoría: Urbanos
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3 comentarios. Página 1 de 1
LINDA
invitado-LINDA 10-01-2003 00:00:00

GRACIAS POR TUS HERMOSAS PALABRAS..TU CUENTO ES UN BALSAMO DE ALIENTO PARA MI ALMA,GRACIAS.POR TU CUENTO,GRACIAS POR HACERME SENTIR QUE LA VIDA DEBE CONTINUAR Y DEJAR ATRAS EL LLANTO QUE AHOGA EL ALMA,GRACIAS POR HACER QUE PIENSE QUE DIOS ESTA ALLI DONDE LO NESECITAMOS..MIL GRACIAS POR LA BONDAD QUE TIENES PARA TUS SEMEJANTES,,GRACIAS,, Y DIOS COLME DE BENDICIONES TU TALENTO,CONTINUA ,SE QUE MUCHOS MAS APRECIAREMOS TUS BELLOS ESCRITOS..GRACIAS..LINDA

Pedro
invitado-Pedro 06-01-2003 00:00:00

Me encanta, me he sentido identificado con lo que has escrito, porque yo tambien perdí la fe y la esperanza una vez...aunque las recuperé. Al leer tu cuento se me han puesot los pelos como escarpias. ¡Felicidades!

jorge tavarez
invitado-jorge tavarez 06-01-2003 00:00:00

Muy bello tu cuento,lo cual representa una dimensión mas en este mundo de escritores. jorge

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