Desperté en mi cama. No era algo anormal, pero para una persona como yo sí lo es. Soy un soñador. Cierto, qué persona no lo es… Pero, no todos viajamos a través de los sueños, ese es mi caso. Viajo a través de los sueños. Muchos son las personas que me sueñan, la última vez fue un señor de mas de 80 años que me llamaba de muy lejos cuando estaba yo sentado frente a un árbol, mirando las plantas y los frutos, junto a un perro que orinaba en la parte baja de árbol. Escuché su voz y fui hacia él. Pero cuando estuve frente a esta voz, vi que no era a mí a quien llamaba sino al perro que orinaba su árbol. Si quiere, le ayudo, le dije. Pero este pareció no escucharme y siguió gritando al perro que continuó orinando hasta hacerse un lago alrededor del río. Me acerqué al perro y este dejó de orinar. Me mostró sus dientes, empezó a gruñir y me asusté mucho. ¿Pero si estoy en un sueño?, me dije. No le hice caso y le pedí que dejara de orinar en el árbol pues la voz de una persona que salía de esa cosa negra de allá al fondo no cesaba de gritar. De pronto, el perro comenzó a metamorfosearse hasta cambiarse en una mujer de cuarenta años mas o menos y esta se me acercó, me tomó de las manos y me arrastró como si estuviera fumándome hasta llevarme a un lugar lleno de mujeres mayores, y todas estaba vestidas como niñitas, hablando como bebes, con chupones, y sonajas… ¿Qué es esto?, me dije. Y una de ellas empezó a orinarse encima de la ropa, luego, comenzó a llorar, y todas las demás lloraban sin parar… Era una locura. De pronto, vi que unas personas con cara de perro llegaban, las cambiaban de ropa y las dejaban en sus corrales… Me acerqué a uno de estos cuando volví a escuchar esa voz que salía esta vez de una foto. Me acerqué a la foto y era la de un tipo de más de ochenta años que decía que no se orinasen en la cama. Los hombres con cara de perro, asintieron y empezaron a aullar como una canción de cuna… Cerré los ojos un momento y aquí estoy, echado en una cama que es la primera vez que he visto. Me he parado pero no he visto a nadie excepto el sonido de unos pasos que se acercan más y más. Me he escondido bajo la cama y he visto a un joven que con una escoba empieza a limpiar todo el cuarto. Salgo corriendo y llego a otro cuarto y en este cuarto escucho una voz que sale de una de las ventanas del cuarto, pero esta es de color rojo casi oscuro, así como la sangre, y esta voz grita fuerte, casi tan fuerte que todas las paredes del cuarto se hamaquean como sábanas por el viento, me asusto un poco cuando veo que sobre una mesa hay una máquina de escribir que parece mirarme, seduciéndome, que venga hacia ella… Me le acerco en medio de esos gritos y me siento en una silla y escribo, escribo, y mientras escribo, siento que los gritos se apagan, y el color de las ventanas del cuarto se hace más claras, así como el alborear de un nuevo día… Me gusta lo que veo y siento que mientras escribo empiezo a dormirme…
San isidro, julio de 2006