Los sueños son la línea divisoria entre el mundo real y el mundo imaginario y muchas veces estos son guiados por una mano divina. Mientras estamos despiertos tenemos gran control en nuestras vidas, aunque no sea absoluto, solo Dios es amo y señor de nuestro destino; sin embargo mientras se sueña, la parte conciente de nuestra mente se encuentra dormida y todo lo que soñamos se nos escapa de las manos. Aunque siempre parece haber algo, que nos conduce como por inercia. Incluso hay veces en que nada parece tener sentido; de repente estamos en un lugar y luego aparecemos en otro o estamos con alguien y ese alguien desaparece cuando más se necesita. Pero todo tiene su razón de ser, bueno no siempre; en ciertas ocasiones.
Ahora bien, es increíble cómo nuestra mente puede recrear lugares conocidos o a personas conocidas; de alguna manera el cerebro escanéa las imágenes a través de sus ojos y las recrea. También reproduce sonidos, como el canto de un ave o la voz de algún amigo. Todo dentro de un patrón conocido. Pero al sujeto de mi sueño, no lo conocía. ¿Cómo podía mi cerebro recrear, algo que jamás había visto ni escuchado? Me temo que eso es un gran misterio.
Una vez soñé que estaba dentro de mis sueños. En él reposaba debajo de la refrescante sombra de un enorme árbol de mango, me encontraba rodeada de una bellísima vegetación, de pastizales de un color verde esmeralda que daban la impresión de estar tan frescos, como la suave brisa que apenas acariciaba mis cabellos. Sin mencionar los colores vivos de las flores silvestres, con sus exquisitas fragancias que perfumaban el ambiente. Parecía estar en el paraíso. En eso vi llegar a un sujeto, que sin miramiento alguno se me acercó para decirme:
_ Mira el lago.
Era extraño, hasta entonces no me había dado cuenta de la presencia de aquel cuerpo de agua, hasta que este lo mencionó. Finalmente le respondí que sí lo veía. Ya iba a preguntarle quién era, pero me interrumpió:
_ Ese lago representa el caudal de tu conciencia- acércate a él, no temas.
Allí estaba aquel lago, enfrente de mí, hubiese podido tocarlo pero no me atreví, permití entonces que se reflejara mi rostro. En eso me dice:
_ ¿Cómo lo ves?
_ Bien-respondí- Puedo ver el fondo.
_ O sea que lo ves claro- concluyó.
_ Sí- le contesté- aun no entendía a dónde quería llegar. Me miró a los ojos, como nunca lo había hecho, siempre que me hablaba lo hacía mirando hacia otra parte, y ahora con una pequeña sonrisa, no muy convincente volvió a referirse a mí con éstas palabras:
_Tú lo ves claro, porque así lo prefieres ver.
Me sorprendí, no esperaba tal comentario, así que lo volví a observar y para mi gran sorpresa ya no podía verse el fondo. Entonces el hombre soltó una risa al aire, parecía divertido; enojada le pregunté qué era lo gracioso y ya más tranquilo me respondió:
_ Eres como todos... enseguida te vas hacia el otro extremo-dijo otra vez sin mirarme.
_No entiendo-le dije.
Tomó aire para llenar sus pulmones y luego lo botó lentamente, creo que trataba de relajarse. Pero insistí:
_ Lo siento, pero no entendí-volví a decir exasperada.
Me miró serio y colocando su mano derecha en mi hombro, me dijo:
_ El agua se contamina con las cosas malas que uno hace. ¿Es acaso que tú has hecho mucho mal?
No respondí enseguida, si el agua se encontraba marrón sería por algo; así que me puse a meditar.
_ ¿Necesitas pensarlo mucho?- preguntó aquel hombre desconocido.
_ Sí- le respondí aún ensimismada en mis pensamientos.
En eso oigo una palmada fuerte. Era él que solicitaba mi atención. Oí que dijo:
_ Si aun no tienes la respuesta, es porque no estás conciente de lo que has hecho o quizás...- y así lo dejó, inconcluso.
_ ¿ O quizás qué?- no sé.
_ Pensé qué tú lo sabías-exclamó.
_ No, no sé.-dime por favor.
_ O quizás no exista nada que te torture la conciencia.
_ ¿ Y por qué el agua está marrón, es acaso que si hay algo de lo que me debería avergonzar?
_ Eso lo deberías saber tú, aunque uno siempre termina arrepintiéndose de algo- dijo en un tono abrumador.
_ Sí eso sí-apoyé- sin embargo, no veo razón suficiente para que el agua se encuentre de ese color- protesté.
_ Tienes razón... pero en un principio te advertí que te habías ido hacia el otro extremo- dijo finalmente.
_ O sea que mi mente exageró las cosas. ¿Y cómo puedo ver el verdadero color del agua?
Se acostó en el pasto, apoyando la cabeza entre sus manos y cerró los ojos.
_ ¡Oye!- ¿Cómo hago para ver el color del lago?
Recuerdo que en ese momento, con los ojos aun cerrados y frunciendo el seño, me contestó con otra pregunta:
_ ¿Qué acaso aun no lo sabes?
_ No- murmuré-pero no recibí ninguna respuesta.
Entonces comencé a recordar mi vida, las cosas que hacía, la manera de tratar a las personas. Hice una evaluación de mí como persona y descubrí unas cuantas cosillas que no me gustaron. No soy perfecta y creo que de eso me valí toda la vida, para hacer cosas que no estaban del todo bien, por no decir que estaban mal. Lo bueno fue, que también me di cuenta de lo mucho que valgo como persona y de lo importante que siempre han sido para mí, mis familiares y amigos. Después de todo no soy un monstruo, solo soy una persona como cualquier otra, que quizás en el pasado ha compartido los mismos errores con los demás; pero eso no me excusa de ello. Así que finalmente abrí los ojos y vi que el hombre me estaba observando. Lo ignoré, me acerqué una vez más al lago y pude ver el fondo como la primera vez. No era cristalina, pero tampoco era marrón poseía algo de impurezas, aun así era bastante clara. En ese momento me dijo:
_ Y ese color puede mejorar.
_ ¿Cómo?- le pregunté.
_ Tú solo sabes cómo- me dijo otra vez mirándome a la cara, solo que esta vez su sonrisa era notoria, sumamente significativa.
Volví a concentrarme, pero él dijo:
_ Esta vez no conseguirás la respuesta así de fácil.
_ ¿Entonces?- pregunté.
_ Eso te lo dejo de tarea- dijo en un tono casi alegre, luego alzó la mirada y agregó- mira a lo lejos.
_ ¿Hacia qué dirección?- le pregunté. Las cosas que hasta los momentos permanecían ocultas ante mis sentidos, se iban descubriendo a medida que él las llamaba. Como pasó con el lago- No veo... ¿hacia dónde debo poner mi vista?- insistí.
_ No pierdas de vista aquello que recién descubres.
Una vez más usaba sus comentarios intrigantes, comenzaba a creer que lo hacía para mantenerme interesada. Finalmente le dije:
_ A ver... ¿y ahora qué me quisiste decir con eso?
Tal comentario no le causó mucha gracia y una vez más me miró serio, al mismo tiempo que fruncía el ceño.
_ O.k- dije-perdona...¿qué me quisiste decir?-reiteré.
Dio un suspiro de cansancio y luego exclamó:
_ ¡Que no pierdas de vista al lago!
_ ¡Ah! ¿y qué debo ver ahora en él?
_ ¡El remolino a lo lejos!
Había un gran remolino, de más o menos diez metros de diámetro. Se encontraba en la parte más profunda del lago. A simple vista daba la impresión de devorarse todo a su paso, así que me asusté. Respiré varias veces profundamente para relajarme y en eso vi que aquel se dobló en tamaño. Me exalté. No pasó mucho tiempo cuando noté que se había dividido en dos remolinos, cada uno de diez metros de diámetro, como el primero que hallé.
_ ¿Qué está pasando aquí?- pregunté sobresaltada.
El hombre desconocido, que hasta los momentos había sido mi guía, me dijo:
_ Pues si observas bien, uno gira para una dirección y el otro en un sentido opuesto- guardó silencio esperando quizás mi intervención, pero no dije nada. Entonces agregó: _Si te fijas uno succiona y el otro repone- esperó paciente.
Me dije: _ ¿Uno succiona y el otro repone el agua?-pensé- ¿Será para purificarla?
_ ¡Exacto!- dijo y agregó- es el mismo sistema usado en las piscinas, donde el agua sucia pasa por un filtro y luego es repuesta nuevamente sin impurezas. Aunque creo que se asemeja más a un drenaje, donde el agua sucia circula, para llegar finalmente a una planta de tratamiento, donde la descontaminan, para ser nuevamente reutilizada.
_¿Y en qué consiste ese tratamiento? ¿Se puede llevar a cabo concientemente? Ese es el mecanismo para mejorar el color del agua, ¿verdad?
_ Sí-dijo y se sonrió- Ahora prueba de esa agua.
Le obedecí, seguramente mis demás preguntas serían pronto respondidas. La sentí fresca y al gusto era salada.
_ ¿Tiene que ver la sal, con el tratamiento que se le da al agua?- pregunté curiosa.
_ Sí- se limitó a decir.
_ ¿Y de dónde proviene ésta sal? Sé que el 70% de los cuerpos está compuesto de agua, donde casi su totalidad se encuentra en la sangre y que esta contiene una gran variedad de minerales...¿Qué acaso es de mi sangre de donde se extrae?
_ ¡No!- proviene de tus ojos. Son tus lágrimas las que te ayudarán a purificar tu conciencia. Y es un ciclo, siempre tu conciencia te llevará a las lágrimas y estas a la vez desembocarán en tu conciencia, para así poder lavar tus culpas. Claro que esto es posible, en comunión con Dios.
Me quedé pensando en lo que me había dicho, cuando vi que aquel hombre misterioso, se acercó a mí para entregarme algo que terminó en mi mano, ya cerrada en un puño. Sin ver aun de qué se trataba, me dijo- siempre te aparecerán piedras en tu camino, que serán un obstáculo que deberás apartar...- luego de eso vi que se alejaba.
_ ¡Espera... dime quién eres!
El hombre que ya se encontraba con la mitad del cuerpo sumergido en el agua, me respondió:
_ Soy el bien y el mal... vivo en las profundidades del lago... en lo más profundo...
_ ¿Qué?
Luego me desperté... y al recordar mi sueño noté que aun mi mano se encontraba cerrada y al abrirla... lo que guardaba era un puñado vistoso de pequeñas piedras de colores. Espero me la haya dado, para que me den suerte.
“Las lágrimas de felicidad, frustración, rabia y tristezas son el reflejo de lo que siente nuestro corazón y de lo que razona nuestra conciencia”.
FIN.
AUTOR. Nathalie Ledo
Que nati escribe muy bien no es un secreto, yo se que sus cuentos preferidos son los de terror o suspenso pero nati, los demas generos los manejas muy bien tambien , felicitaciones amiga!