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Categoría: Infantiles

¿Una Leyenda Más?

Todo lo que en esta historia se va a contar, ocurrió en una pequeña isla llamada, "La Isla de la Concha". Tan pequeña era que no aparecía en ningun mapa,por lo que los habitantes de allí vivían tranquilos y sin problema ninguno, viviendo únicamente con los reccursos que la isla ofrecía.
La casita de los pocos habitantes se encontraban en el centro de la isla, haciendo un circulo entre ellas. Eran pequeñitas y deformadas, todas decoradas con grandes collares de conchas preciosas.
Hace ya tiempo en esta pequeña aldea ocurrió un terrible suceso que recordarían todos. En toda civilización y cultura esta presente la avaricia, la cual por poquito destruye los más preciado que habia en aquella tierra, las conchas. Allí las conchas era como para nosotros el oro. La gente comenzó a robarle al mar sus conchas, pasarón dias hasta que consiguierón cogerlas todas, apartir de ese dia nadie ni se hablaba ni se miraba, el único sentimiento que había entre ellos era la envidia y los celos hacía los que habían obtenido más cantidad.
Un día todos se despertarón gritando y chillandose unos a otros sin comprender muy bien lo que allí había ocurrido, todas las conchas estaban rotas y convertidas en polvo, solo un puñado de ellas se salvaron.Desde ese día todos compredieron que habían cometido una gran estupidez y sabían perfectamente que lo que había pasado era su castigo por haber sido tan avariciosos aquellos dias.Por eso las conchas eran consideradas sagradas y de hay para colocarlas en sus casas para protegerlas del mal.
Pasarón los años y ese publo vivió tranquilo y sin ninguna clase de problemas, hasta que empezó a circular un rumor de una pequeña muchacha, de ojos negros, sempre acompañada de su inseparable águila. Sobre la leyenda de esta niña hay muchas versiones, los más viejos decían que era un espíritu maligno, que había venido desde el infierno para castigarlos por el pecado que habían cometidoaños atrás. Los jóvenes, al contrario que los viejos pensaban que simplemente era una niña huérfana que vivía y hacía lo que quería, algo envidiable para el más joven.
Este rumor cobro sentido apartir de la aparición de una anciana. Esta era pequeñita, del tamaño de una cría de 10 años, su pelo era canoso y desaliñado sujeto por unas finas cuerdas de esparto, el rostro aunque arrugado seguía resultando hermoso.
La anciana llegó a la aldea y se dirigió a la hoguera que se encontraba en medio de aquel círculo de casas y se sentó en el suelo con una gran agilidad, sin hacer caso de la gran multitud que la observaba. Los primeros en acercarse a ella fuerón los niños seguidos por los adultos, pues la vieja despertaba una inmensa curiosidad.
-Se que todos conoceis la historia de la niña y su águila..-Dijo la anciana sin quitar la mirada del fuego.
-Claro que la conocemos pero gracias a Dios con el paso de los años hemos podido olvidála y no tenemos ganas de volver a recordarla- Interrumpió un padre algo indignado y desorientado.
Al terminar de decir estas palabras, todos lo padres cogierón a sus hijos, llevándolo a sus casas...lejos de aquella extraña mujer. Al cabo de una hora uno de los niños que no había dejado de mirarla, se acerco a ella aprovechando un despiste de sus padres y se sento junto a ella.
-Abuela, cuentame a mí la historia- Pidió el niño, el cual se sentía muy atraído por la historia y que nunca fue capaz de pedirle a sus padres que se la contaran.
La vieja sonrió y se dispuso a contarla, como si le estuvieran haciendo un favor.
-Esta historia te puede resultar increíble pero para un niña de tu edad no será difícil de creer..
...todo comenzó un día de verano, Tom era un muchaco de la isla, que se ganaba la vida buscando conchas para luego cambiarlas por comida y ropa. Un día normal de su jornada, mientras buscaba conchas encontró un libro viejo entre la arena de la playa, la cubierta era de un color oro viejo con una placquita donde se encuentra el título del libro pero que curiosamente en ella no había ninguno, estba en blanco. El libro estba cerrado por un pequeño candado oxidado, intento abrirlo pero sin ningun resultado. Cuando ya se rindío a la idea de poder abrirlo, una extraña luz comenzó a brillar entorno a el libro.
Tom asustado tiró el libro al suelo sin comprender lo que había sucedido. Al cabo de un rato cuando el muchaco comenzo a volver a pensar con claridad, lo recogió, pero al leventarlo pudo ver que una llave se desprendía de el, cayendo al suelo. Corrió hacía su casa con el libro en una mano y la llave en la otra. Cuando llegó solto ambas cosas en la mesa y se sento frente a ellas observándolas, sin saber que hacer. Paso un rato y la curiosidad lo estba devorando, con un sudor frío que le recorría la frente. No pudo soportarlo más y lo abrió, al introducir la llave se pudo escuchar un "CLICK" y el candado como por arte de magia desaparecío.
El libro se abrió con mucha brusquedad tirando al suelo al muchacho, cuando se recuperó del golpe pude ver que encima del libro flotaba el rostro de un hombre, lo más curioso es que a través de él, se podía ver lo que se encontraba detrás, era translucido.
El rostro comenzó a gesticular algunas palabras clavando su mirada en él y dijo:
-¿Por qué me has despertado muchacho?-
-Lo siento, no pretendía moslestarte- Dijo casi en silencio pero lo suficientemente alto para que lo oyera, esta atónito.
-La curiosidad mató al gato más listo ¿lo sabías? Por eso tendre que castigarte- Dijo rotundamente.
-¿Qué? Sii no he echo nada malo ¿Acaso es pecado el querer disfrutar de un libro?- Se defendió Tom, pues el pensar en el castigo que pudiera darle ese ser maravilloso le aterraba enormemente.
-Los dos sabemos que no abristes el libro con la intención de disfrutar de la lectura precisamente ¿Me equivoco?-Dijo el rostro en un tono sacástico.
-No, no te equivocas ¿Qué puedo hacer para remendar mi error?.
-Como veo que me eres sincero y noto un gran arrepentimiento en tu acción, voy a ser indulgente contigo. Veras yo hace tiempo deje a mi hija huérfana, por una situación parecida a la tuya, pero como ves, conmigo no fueron tan considerados y me encerrarón en este libropara los restos de mi vida, sin poder ver a mi hija desde entonces. Yo te convertiré en águila, para que vueles por los aires y desde arriba, siempre desde arriba, observes a mi niña, la cuides y la guíes cuando se sienta perdída.-
-¿Pero como voy a protegerla desde el cielo y siendo además un águila?- Pregoonto el muchacho.
-Cuando se te presente la ocasión sabrás como hacerlo...Ahora vuela y ve junto a ella.-
Y sin más Tom dejo su forma naturalpara convertirse en una hermosa águila, la reina del cielo, mientras tanto el rostro desapareció con la misma rapidez con la que él se transformo. Cuando todo volvió a la tranquilidad, una foto cayoó al suelo, en ella se encontraba la muchacha.
Voló alto durante horas, acostumbrándose a su nueva forma, disfrutando de aquella magnífica sensación, nunca pensó que un castido pudiera resultar tan agradable como le resultaba a él este.
Fue en busca de la niña, vivía alejada de los demás, nunca se supo el motivo de sus distanciamiento, y no sere yo quien lo diga. Esta sentada junto al mar, leyendo unos viejos libros. Tom vaciló en acercarse o no, pues no era lo convenido con su padre, temía cometer otro error, pero aun así tuvo que acercarse.
La niña resulto ser una una mujer de una gran belleza, de pelo negro que le llegaba a la cintura, con algunas trenzas dispersas y su cara era idéntica a la de una muñeca de porcelana...tan suave y frágil a la vez.
Desde ese día Tom comprendió que su castigo no era el haberse convertido en águila sino el estar junto al ser más dulce de la Tierra sin poder hablarle ni tocarle, pero aun así se conformaba con observárla, guiarla y protegerla como le prometió a su padre, desde entonces no se ha separado de ella ni un segundo.- Concluyó la vieja su relato.
-Vaya pobrecito...¿Como sabes tú todo eso?- Pregunto el niño.
No hubo respuestas, la vieja no dejo de mirar el fuego.
-¿Es verdad la historia o es una leyenda más como dicen mucho?- Siguió preguntando el niño mientras se echaba para atrás para poder mirar el cielo, haber si veía a Tom.
Esta vez la anciana lo mirró y le sonrió dulcemente.
-¿Como se llamaba ella? Nunca mencionas su nombre.- Dijo el niño volviendo a dirigir la mirada a la anciana.
Pero para sorpresa de este, ella ya no estaba allí, solo había una preciosa pluma rasgada con rayas negras y el niño sonrió del mismo modo que la anciana antes de marcharse

FIN
Datos del Cuento
  • Autor: Laura.C
  • Código: 8931
  • Fecha: 12-05-2004
  • Categoría: Infantiles
  • Media: 6.03
  • Votos: 60
  • Envios: 3
  • Lecturas: 3189
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