no tenía nada que decirle aunque, un beso mas. no estaba de mas. la última vez, pensé. me acerqué como un gigante y cuando sentía su aliento, entreabriendo sus labios, sacando la lengua, sentí un cosa dura introduciéndose en mi estómago. lentamente caí, como si entrara al mundo de los sueños y vi, ya en el suelo, el rostro de ella, mi ex-novia, con una sonrisa temblorosa y los ojos llorosos, y una voz que no podía entender al verme cada vez mas y mas lejos. de pronto, todo se hizo minimalista, como si fuera un gigante escondido tras de mi ser, y vi todo mejor, con mas tranquilidad y poder. alcé algo en mi mano y la toqué; ella quedó helada, como piedra de carne y sangre. no temas, le dije. dejó de llorar y soltó el puñal lleno de sangre. no temas, estoy muerto, le dije, pero no temas, todo se solucionará. coge el papel y dámelo. hizo lo que le pedí y escribí que todo había sido un accidente, que ella no tenía nada que ver. la vi mas tranquila, pero, observé en sus ojos una multitud de voces, una multitud de personas que gritaban que huyese, que no escuchara, que deliraba, que buscara a su madre, etc. no temas volví a decir mientras le entregaba mi hoja escrita manchada de sangre. la cogió firmada y lista. le dije que fuera a la comisaría y dejara el papel escrito. se dio media vuelta y la vi correr como un conejo hasta llegar a una esquina, subir a un auto y desaparecer por las calles. allí quedé yo, dentro de un gigantesco ser de carne y sangre, muerto para siempre, pero aún existiendo en un estado diferente, como si mi ser siempre hubiera nacido de aquella materia. vi la luna brillar diferente, más plateada que nunca, y la escuché hablar: ven, ven, ven. alcé mis alas o algo parecido, y un viento me elevó hasta perderme en la inmensidad del cielo, lleno de estrellas que me hablaban como si personas, hermanos. ¿esto es el cielo?, pregunté. no, no, no., respondieron. ¿en dónde está el cielo?, pregunté. ¡¡abajo, abajo, abajo…!!, escuché gritar a una y otra de las estrellas. miré hacía el lugar del que hablaban y observé que señalaban hacia el mundo, mi mundo azul, aquel en que estuve años y años. no supe qué hacer, pero sentí dentro de mí que tendría otra oportunidad. sí, eso sentí mientras cantos y mas cantos penetraban en todo mi sentir. sí, eso sentí… estuve en el cielo.
san isidro, febrero del 2008