Después de varias noches de insonnio, sentí que debía darle tranquilidad a mi espiritu atribulado por tantas dudas, tenía la certeza de que aquel hombre con el que había vivido más de 5 años junto a él, nunca me había amado lo suficiente, todo era cuestión de decidir quedarme sola y afrontar la vida.
Lo cierto era que ya no tenía 30 años para empezar de nuevo y que sentía ya cerca los estragos de los años, mi piel comenzaba a marchitarse y las arrugas aparecian ya en mi rostro.
Había ideado miles de planes para comenzar una nueva vida, hacer deportes, dedicarme a escribir cuentos, a mi carrera, a mis hijos,comenzar una nueva relación, algo que me hiciera olvidarlo de inmediato, pero el miedo seguia latente en mí.
Lo cierto es que Asdrubal no me había desterrado de su vida, pero me proponia un futuro incierto, el era 7 años más joven que yo, sólo eso, porque en madurez emocional yo estaba muy por encima de él, el sexo nos atrajo por un tiempo y después pasó a ser secundario, en los últimos días pasabamos poco tiempo junto y pareciamos viejos amigos, y el amor? a donde había ido a parar?, nadie podía darme una respuesta clara, pero yo sentia que nos habíamos distanciado en el tiempo.
Por eso me levanté de la cama, vestí mis mejores galas y salí a la calle a recibir los rayos de sol
con toda la intensidad que produce el sol del caribe, tantas frustraciones me llevaron a un solo lugar que podía darme la paz que mi espiritu reclamabaaún sin yo proponermelo, me ví de pronto frente a la iglesia de la Catedral, entré y me deje abandonar por la paz y la calma que el lugar me produjo, tantos días de lágrimas y penas... y ahora, paz, mucha paz interior, eleve mi alma ante la música dulce y sacra que provenia de no sé que lugar, celestial y bendito, mi vida entera pasó como imagenes de cine en 24 x segundos, pero ya yo no estaba, por lo menos fisicamente, mi cuerpo y mi espíritu pertenecian a otro y ahora era para siempre.
Para mí es un cuento lindo, que nos enseña que siempre hay en quien confiar, que la vida tiene un sentido y que los hombres pasan pero el amor del redentor siempre está para protejernos.