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25 de Abril del 2003

Luce el sol, un sol que todos queríamos para ese día, y apareció; hermoso, repleto de calor, deslumbrante, el también parecía que había elegido sus mejores galas. Ni el sol quiso faltar a la boda, a la boda de Angel y Sabrina.

Han pasado dos años, llenos de días, días llenos de horas, horas llenas de minutos, y todos y cada uno de esos minutos llenos de AMOR.

Solo tenia uno que mirar la cara de Angel, ese Angel esperando impaciente ante el altar, con esa sonrisa nerviosa, con esos ojos perdidos entre tantas caras, con ese buscar desesperado a su nenica, a su AMOR. Miraba impaciente el reloj, parado en la misma hora, perezoso ante el movimiento de agujas, intentaba buscar la tranquilidad buscando a su familia, a su madre que estaba a su lado apretando su mano, infundiéndole esos ánimos que tanta falta le hacia, a su padre que estaba algo mas rezagado, a su hermana, a sus amigos, y no quería pensar en que le faltaba su hermano, en eso no debía pensar. Estaba nervioso, muy nervioso, las manos no dejaban de sudarle, sentía el corazón tan ligero que asustaba, y estaba impaciente, se moría por verla, quería ver a su niña ya cruzando la puerta, quería fundir su mirada con la de ella aunque fuera un segundo, un solo segundo pero que le daría toda esa tranquilidad que en ese momento le faltaba.

Había pensado mucho en aquel momento, y nunca penso en tener motivos para estar nervioso, el que se sentía casado hacia ya tiempo, que sentía que Sabrina era la mujer de su vida, que esa ceremonia era solo un acontecimiento mas bien de cara al exterior, estaba en estos momentos con el corazón en la boca, por que ella había llegado, y lo sabia por el griterío de la gente, el ruido de la calle, el jaleo de sus seguidores, de todas esas personas que los querían, no había nadie que no pudiera querer a su niña, se lleno de orgullo, sintió ese punto de vanidad, sintió que era el hombre mas afortunado del mundo.

Sabrina acababa de bajar del coche, ese Rolls que la había traído a la misma puerta de la iglesia, sintió mil cosas en solo un segundo, todo pasaba demasiado pronto, no le dio tiempo a ver, ni a pensar, solo pudo sentir, fue llevada hasta la iglesia, hasta la entrada al templo, escuchaba su nombre, le estaban hablando, estaban pasando cosas que se le escapaban, pero lo único que ella quería era llegar hasta él, quería estar con su Angel.

Llego la mirada, esa mirada que habíamos visto tantas veces en la casa, o en platos de televisión, esa compenetración, esa dulzura, ese AMOR, un amor que puede con todo, que todo lo invade, un amor que se escapa de sus ojos, y que nos hace cómplices a todos los que estamos a su alrededor, no existen palabras, solo un caminar de Sabrina hacia él. Angel la esta esperando, la espera emocionado, la mira, mira esos ojos, unos ojos que son el mejor lugar donde él puede mirarse.

Empieza la ceremonia, sencilla, como son ellos, Sabrina fue la que se encargo de todo, la que eligió cada uno de los detalles que adornan la Iglesia, una Iglesia casi llena de todas las personas a las que ellos quieren y les quieren, y que están casi tan felices como ellos.

El sacerdote los mira, ha llegado el momento, es el turno de ellos:
Yo, Angel, te quiero a ti Sabrina, por esposa y prometo serte fiel, en las alegrías y en las penas, en la salud y la enfermedad y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.
Angel lo dice, diciendo una realidad, enseñando que su AMOR es de esos que nunca se ira, que él estará siempre con ella.

Sabrina traga saliva, se siente que flota, que ese momento es el momento de su vida: Yo, Sabrina, te quiero a ti Angel, por esposo y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y así amarte y respetarte todos los días de mi vida

La voz de Sabrina en el templo se impone, y tras el silencio suenan aplausos, la emoción ha sido mas fuerte que la sensatez, y esta no ha podido frenarlos, el sacerdote regaña con simpatía, continuando con la ceremonia... YO OS DECLARO MARIDO Y MUJER...

Ya esta, ya han confirmado ante Dios su AMOR, ya son un MATRIMONIO, ambos se sonríen, acercan sus cuerpos, Sabrina roza con sus dedos la espalda de Angel, son gestos automáticos, son caricias de enamorados, no pueden estar solos mas de un segundo, la gente se acerca, los llevan, los arrastran.

Mientras el sol sus rayos va alejando paulatinamente, esta anocheciendo, un millar de personas espera a los novios fuera, el coro del Rocío se prepara, van a cantarles, han traído un poco de Málaga a tierras alicantinas, Sabrina los había visto a la entrada, había sido la sorpresa, y como tantas veces había sentido que Angel pensaba en ella, y allí lo tenia a su lado, agarrando de su mano, escuchando la canción que con tanto sentimiento entonaban para ellos sus paisanos, y era feliz, INMENSAMENTE FELIZ, lo miro a él, al hombre de su vida, a su nenico, a su AMOR, a su marido, y vio que él la miraba, con una inmensa sonrisa, y lo sintió feliz, INMENSAMENTE FELIZ, tan FELIZ como ella, y dio gracias a la vida, a esa vida que los unió.
Datos del Cuento
  • Autor: FelicityUS
  • Código: 2255
  • Fecha: 29-04-2003
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.81
  • Votos: 67
  • Envios: 2
  • Lecturas: 4619
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
mªrosa
invitado-mªrosa 02-08-2004 00:00:00

no se quien lo ha escrito,pero de cuento no tiene nada, es tan real como la vida,son muchas personas las que han vivido directamente esta bonita historia, y la que lo ha escrito seguramente ha estado con ellos en la misma boda,

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