La mujer tiembla de emoción, y con los ojos clavados en él y sin pensarlo dos veces declara:
- No sé que hacer para saciar las ganas de verte y no sé por que es tan importante ver como me esperas y cómo me hablas cuando me hablas, y no me importa que sea en cualquier idioma con tal de que me hables y muevas la cabeza con ese gesto particular que produce en mi un irresistible impulso de besar tu rostro, no importa que no sea en la boca,pero que pueda sentir tu gesto más de cerca, y me encantaría tomarme muchos jugos insípidos con tal de que sea contigo en tu cocina y que me hagas reír con tonterías y reflexionar con profundos sentimientos de justicia y equidad para el mundo entero.Me gusta tu forma particular de ser torpe,aunque parezca tonto ¡Me hace reír ¡Y que más que eso para sonreír todo el día! ¡ Y que broma que tú no estás ni remotamente preparado para lo que yo estoy diciendo como una urraca parlanchina, pero yo no sé hablar sin tantos rodeos, y es como una catarsis hablar sin pausa como una urraca parlanchina y me importa un pito que vengas de donde vengas.Yo estoy prendada a ti por como tú eres, y que raro es todo, pero me gustan tus canitas aunque las canitas nunca me han gustado. Me tienes loca¡Loca de atar!-
La mujer levanta su rostro. Nadie la ha oído , esta sola en su alcoba, amando y deseando aquel hombre a muerte.
Reniega su condición de mujer "conservadora"¡Cuánto desea declarar su amor! Pero debe callar y esperar que él la quiera, porque así se lo enseñó su madre. ¿Pero cuanto habrá de esperar? ¿ Qué más artimañas usar para poderlo atrapar, para volverlo loco y que sea él el que no aguante un segundo más sin hablar?
Hará lo indecible, cruzará el límite de lo permisible, como sea se le meterá en los ojos y en el alma. La mujer no puede más.Arreciará la guerra de seducción. Vienen vientos de guerra Debe hacerlo ahora mismo¡Ya!
* * *
Al poco tiempo la mujer logra su cometido. El hombre es suyo, pero en cuerpo, porque su corazón hace tiempo que fue dado a otra.
La mujer obtendrá horas de felicidad y siglos de amargura, por querer a un hombre que jamás será suyo.
¡Coño!