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Categoría: Mitológicos

A la caza de la quimera

Era una mañana cualquiera, de esas en que un rayo de luz se escapa de entre tu tienda de piel, reflejandose en tu cara y despertándote después de un largo sueño. Era un día especial, esperado, ansiado durante cinco dias con sus noches. Era un día en que el clan iria a cazar. Durante cuatro días se había preparado la estrategia, para separar a la presa de la manada y clavarle sus lanzas en el lomo. Se trataba de un ser diferente, no una presa fácil para el hombre. Una auténtica quimera de cuello verde; La quimera es un ser mitológico con cabeza de león, cuerpo de cabra, y cola de serpiente. Y por sus fauces arroja las más ardientes llamas. El grupo de caza se dirigía hacia allí, imponente, con sus flechas, arcos y lanzas. Al menos cincuenta quimeras se alimentaban de los huesos de la caza anterior: los quemaban, y luego consumían la ceniza. Esta vez los hombres exigían carne más fresca y tierna, la ideal era de quimera recién cazada. Los veinte hombres se separaron en grupos de cuatro. Un grupo se quedó en medio, el otro fué a la izquierda y el otro a la derecha. Habían visto una quimera joven, inexperta en la defensa. El grupo restatne, se ocultaba entre la hierba alta para luego disparar sus armas si es que algo salía mal. Con las Quimeras, nada puede saberse. Todos actuaron rápidamente. Los dos grupos de la izquierda y la derecha Lanzaron sus flechas. El grupo del medio le lanzó dos lanzas. El oculto entre la hierba le hirió las extremidades con hondas. La quimera no escaparía. Fogonazos de fuego vestían al cielo, mientras la quimera forcejeaba y se retorcía. De un zarpazo con sus extremidades de serpiente hirió a un cazador, y rompió su lanza. Acto seguido lo quemó. La quimera era realmente grande pese a su juventud. Se movóa con destreza, y parecía que las lanzas no le hacían efecto. El jefe de la manada de Quimeras soltó un terrible rugido y estas se pusieron en marcha. Pero se enfrentaban contra un depredador muy astuto.
El grupo de en medio, el de por si algo salía mal, lanzaba duras y afiladas rocas contra el lomo de las quimeras, conduciéndolas hacia un precipicio. Cuando estaban al borde, muchas no se dieron cuenta y cayeron, pero la mayoría siguió en pie. Otras, las más cobardes, se tiraron. Las valientes quedaron en pie, rugiendo y lanzando fogonazos a las diminutas figuras que las acechaban por todas partes. Una de las colas de la quimera hirió a un cazador de muerte. Pero los cazadores ya tenían bastante comida. Se apartaron, y dejaron a las quimeras huir; estas repartían mordiscos de serpiente con sus colas. Al final, el poblado tuvo trece quimeras de tres metros para cenar.
Datos del Cuento
  • Autor: Alana
  • Código: 7191
  • Fecha: 16-02-2004
  • Categoría: Mitológicos
  • Media: 5.89
  • Votos: 96
  • Envios: 2
  • Lecturas: 3567
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