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Categoría: Románticos

A ti, mi amor...

Habias entrado en mi vida muy inesperadamente. No podía apartarde de mis pensamientos y siempre estabas ahí, sonriéndome. Pero yo tenía novio... no lo amaba pero estaba con el, tal vez por simple pasatiempo o por estupidez... no teníamos buena comunicación y nuestros gustos no eran parecidos... pero permanecía a su lado. No había nadie que me gustara más que tu, empezaste a ser el único cuando te conocí y me fije en ti y en tus encantos.... pero no podía decirlo, quería gitar que te amaba y que todo el mundo lo supiera... que todos supieran que eras una persona importante para mi... pero me mantenía en silencio, me guardaba para mi todos esos sentimientos que se fueron intensificando con las horas... que fueron creciendo con los días y que terminaron por convertirce en meses de amor en silencio... te amaba ¿pero como decirlo? ¿Cómo comunicarte que era una persona tan especial para mi? Los días pasaban y yo te miraba en secreto, pensaba en ti con intensidad y deseo... ¿en realidad te deseaba? Si... eso creo. Eras parte de mis fantasías más locas... siempre pensaba en ti como en una persona que podría ser más que amigo... mucho más. Y todo se hizo realidad de reptente: estábamos en un bosque, había un campamento para todos los del grupo y nadie se había dado cuenta de que te amaba con locura., y a nadie le había dicho nada de eso. Estaba con mi novio y hablábamos de todo y nada a la vez... pero yo te miraba en secreto y esquivaba tu mirada cuando esos ojos negros se encontraban con los míos. Fue la primera noche de un campamento de tres días donde todo lo que sentía por ti salió a la luz. Me había despertado muy de madrugada, probablemente a las tres de la mañana, y salí sin hacer ruido de la tienda de campaña. hacía un aire fresco que se colaba por entre los árboles y el cielo estaba despejado; las estrellas tenían un brillo excepcionalmente hermoso y tiritaban en el cielo casi tan negro como tu pelo. Caminé entre la oscuridad y aspire hondo para saborear el aire puro... no veía mucho a mi alrededor, no había luna y las estrellas no servían de mucho para iluminar mi sendero, pero continué caminando hasta que me topé con algo. Bajé la cabeza y miré, bajo la escasa luz de la madrugada, un muchacho recostado sobre la hierba algo húmeda. “¿qué haces?” pregunté tratando de ocultar mi felicidad al haberte encontrado. “mirando las estrellas” me respondiste y me recosté a tu lado. El cielo estaba realmente hermoso y a tu lado todo era perfecto. Comenzamos a hablar... resultaba que sentíamos lo mismo al mirar las estrellas... nos gustaba pensar en la infinidad del universo y en sus más excitantes misterios. No podía imaginar algo así, estar recostada sobre la hierba, con un ligero susurro de hojas de árboles a mi alrededor, con las estrellas reflejándose en mis ojos y contigo a mi lado ¿qué podría faltar? ¿qué podría hacer de ése el momento más especial para mi? Pensaba que nada podía cambiar le perfección de ese encuentro. comencé a mover mi mano hacia la tuya... tenía un poco de temor pues no sabía como reaccionarías ante una señal de claro interes hacia ti. Pero de todos modos continué... continué hasta que mi mano tocó la tuya. Tu entrelazaste tus dedos con los míos y me apretaste la mano Incliné ligeramente la cabeza para ver tu rostro y me sorprendí al ver que me miraban con brillo en lso ojos ¿Habíamos los dos pensado lo mismo? Eso parecia. “ahora si—me dije a mi misma—no hay nada que pueda hacer más perfecto este momento” Creí que lo había visto todo pero mis expectativas se vinieron abajo cuando te incorporaste lentamente y te inclinaste sobre mi hasta que nuestros labios se unieron en un beso. Me sorprendí ante tu maniobra tan inesperada... pero te correspondí a aquel beso cálido y sin perder tiempo me incorporé y te rodeé con mis brazos. Tu pusiste una mano en mi espalda y con la otra acariciabas mi cabello... era tan especial aquel momento que desee que nunca terminara, que nunca nos separáramos y que nuestros labios y cuerpos formaran un solo ser. Pero mis deseos no fueron hechos realidad: tu te separaste de mi y volteaste tu rostro hasta que quedó entre sombras. “lo siento.. no debí” me dijiste y te llevaste unos cuantos dedos a tus labios, “no lo hiciste solo” te respondí con seriedad, me puse de pie y regresé a la casa de campaña... pero esta vez regresaba con el corazón lleno de gozo. Nadie supo lo que ocurrió esa noche... fue como si Dios nos hubiera dado un tiempo para estar completamente solos. La mañana siguiente nos despertaron temprano para ir a explorar los alrededores y nosotros dos apenas nos podíamos despegar la vista de encima... pero apenas se cruzaban nuestras miradas y ambos veíamos hacia otro lado para dar a entender que ninguno de los dos habíamos olvidado lo de la noche anterior “y como olvidarlo—me decía para mí—como olvidarlo...”. Ambos nos mirábamos en secreto, tratando de esconder a los demás que había algo entre nosotros ¿Pero en realidad lo había? Cualquiera de los dos podríamos estallar en cualquier momento y decir algo a otra persona, pero no pasó... no con nuestros mejores amigos, tampoco me pasó con mi novio. Y fue cuando nos enviaron a ambos a recoger leña en las entrañas del bosque cuando tu estallaste. Me acorralaste contra un árbol de tronco grueso y rugoso y volviste a besarme... y aún sabiendo que podrían vernos, yo no me rehusé a probar nuevamente la miel de tus labios... y nuevamente fuimos uno. Te separaste un momento de mi y te mordiste el labio inferior “me gustas... me gustas mucho” declaraste; “A mi también me gustas mucho”... aquellas palabras salieron de mi boca inconscientemente, pero no podía negar que me gustabas y al fin podía decírtelo y sabía que me correspondías... sabía que también me amabas. Regresé a la realidad de manera tan brusca como me había ido de ella. Estaba sentada unos cuantos lugares detrás de ti y me hallaba en medio de la explicación para el campamento al bosque... completamente perdida. Llevé a mi “novio” a un lugar donde los demás no pudieran oirnos “lo siento—le dije con voz serena—estoy enamorada de tu mejor amigo”. La tristeza no llegó a mi corazón pues no lo amaba... y entonces subimos todos al autobús y emprendimos el camino hacia el bosque. Y la primera noche de un campamento de tres días, me levanté en la madrugada y todo era como en mi fantasía. Comencé a buscarte entre la penumbra, sabía por alguna razón que te podría encontrar... y lo hice. Estabas recostado sobre la hierba húmeda, mirando las estrellas... mi corazon dio un vuelco tremendamente brusco y mis ojos se llenaron de lágrimas. Sentía como un sentimiento de mezclada ira y tristeza me recorría las venas, sentía que el mundo se me venía encima al verte ahí, tal como lo imaginé pero no me atreví a realizar mi fantasía por temor a que nada saliera tal y como quería ¿Eso era lo que temía o era realmente que temía que todo fuera exactamente igual? No me acerqué ni un metro más y, medio oculta entre las sombras de los árboles, te observé por un breve momento... estabas muy guapo aquella noche y parecía que todo giraba a tu alrededor. Las estrellas habían dejado de perder el brillo a tu lado y no había nada más que pudiera captar mi atención que no fuera tu mismo cuerpo... aquel cuerpo que había estado oliendo cuando pasabas por mi lado, aquel cuerpo casi perfecto al que miraba con deseo y con un profundo sentimiento en mi interior... sentimiento que había trartado de mantenerlo en secreto y que en realidad no quería que tu te enteraras de él... pero aquí estoy escribiendo esto para que sepas que siempre estarás en mi corazón y espero que algun día me queras tanto como yo te quiero a ti. ¿Pero eso es posible? No lo creo... no lo creo, te amo demasiado como para que otra persona pueda sentir lo mismo por tí... pero tal vez nunca me seas correspondido.
Datos del Cuento
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.85
  • Votos: 41
  • Envios: 4
  • Lecturas: 2773
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