Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Cuento
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Cuento
Categoría: Cómicos

TODOS LOS CANINOS LLEVAN AROMA

Cuando compres alimento para perro, asegúrate primero de tener un perro. Segundo, de que sea el mismo alimento que compraste la última vez. Te lo digo por tu bien, porque has de saber que las consecuencias fecales pueden ser funestas, sobre todo si eres propenso a tener náuseas, ascos o simplemente no soportas limpiarle a tu perro sus CACAS. Ahora que si la fortuna te sonríe o tienes la gracia divina de que alguien lo haga por ti, pues no seas gacho y por solidaridad con esa persona fíjate muy bien lo que compras. A mi muy estimada y respetable persona le sucede que por no tener el cuidado de fijarse bien cuando voy al súper, pues meto la pata, claro, tu dirás, por andar baboseando con los encantos y maravillas de estas regiones, ¡pues no!, lo distraído ya me viene de nacencia. Imagínate la escena, abres la puerta del patio donde reposan tus mascotitas sin preocupación, totalmente ignorantes de que tu equipo no da una, que nuestro querido presidente no acaba por convencer, de que los diputados del PRI están “séntidos” porque la mayoría de los mexicanos pensamos sin ningún pudor que los líderes petroleros ya nos saquearon “ooootra vez”, y otras minucias de nuestros tiempos. Pues bien, abres la puerta y cuando el sensible aroma es percibido por tus entenados y no entrenados caninos, eres víctima de un asalto amoroso y desmedido con coletazo incluido. Volteas y miras con pánico, magníficamente impresas, sendas patotas en tu pantalón recién lavadito, planchadito y pagadito por tu amada esposita que lo acaba de recoger de la planchaduría, e imaginas la reprimenda que te espera y sin derecho a llamar a tus abogados; ¡ya no digamos a la sociedad protectora de animales! Aspiras el penetrante aroma de tu patio y descubres que ahí, en el centro mismo, presidiendo la escena, adueñándose de la situación, burlando tus más íntimos sentimientos; se encuentra una tremenda, caca aguada. Sí; aguada y amarillenta, con destellos en fiusha y aspecto chiclaminoso, y exclamas: __¿POR QUE A MI?; ¡A mí; que los consiento, los apapacho, los saco a pasear cada tercer día y les compro sus croque...! __No bien terminas de pronunciar la frase cuando miras de reojo arriba de la lavadora y te das cuenta de tu estupidez;___¡COMO SERÉ PE...! Di otra vez el alimento equivocado! ¡ME LLEVA LA, MA...raca! ¡Equivocada otra vez! ¡CHIN! … Pues ahora ni modo, se lo van a tener que tragar; par de orejones y cachetones, ¡ora si ya me hicieron encanijar!, ¿Pero… qué estoy diciendo? ¡Si se lo siguen comiendo mañana van a hacer otra peor! ¡GUACALA!__. Respiras profundo, miras al cielo, cierras tus ojitos pizpiretos, te encomiendas a santa Eduviges o al primer mártir que saliere, y acto seguido; buscas el recogedor y la escoba.
Con sigilo te acercas, agachas tu cuerpecito rumbero y saleroso y a medida que te acercas a la bestia amarillenta, su olor se apodera de ti. Retrocedes de inmediato; un poquito arriba de tu estomago los síntomas comienzan a ser evidentes. Adentro en la cocina escuchas la vocecita de tu amada que con un ligero rechinido de sus cuerdas bucales te invita amorosamente: ___ ¡¡¡¡GOOOORDO!!!! ¡¡¡¡ YA VENTE A DESAYUNAAAAR!!!!___ .Un sudor frío se apodera de ti. Te apresuras para no ser descubierto, te repites mentalmente ¡YA! ¡SALE! ¡VA DE UNA VEZ! UNA, DOS YYY....___Te vuelves a acercar. Esta vez estás determinado: ¡una simple caquilla no se burlará de ti!; ¡LA TIENES!; la mitad ya esta arriba del recogedor, la escoba ya se embarró, tu zapato ya se salpicó y en ese momento....
Se abre la cortina de la cocina, justo atrás de ti, asoma la figura angelical de tu muñeca, quien, como en los cuentos de hadas, amanece, como todos los días radiante y feliz y llenando la atmósfera con su dulzura, exclama: ___¡¡¡PUTSSSS!!! ¡¡¡QUE HUELE!!! Amorosamente se muestra interesada en tu opinión ¿¿¿QUE NO TE DA ASCO???___ Y te hace una atenta invitación:___ ¡¡¡LIMPIA ESA PORQUERÍA; PERO COMO VAS!!!___.
__¿Qué si no me da asco?__; Te repites mentalmente mientras tu pancita emite extraños gruñidos. Contestas tímidamente: ___ ¡Ya voy, ya voy, mi amor!, calmantes montes, ¡horita queda esto, no te preocupes! ___ ¡NOOOO! Si no estoy preocupada__; Te dice tranquilizándote, __ ¡El preocupado vas a ser tú cuando pienses; lo qué vas a hacer con tus malditos animales!___.Te dice por último, mientras se aleja vaporosa, como ayudando desinteresadamente a tomar decisiones sobre el futuro de tus criaturitas.__ ¿YA VEN BABOSOS? ¡Se los dije!, ¿que no se pueden aguantar? Por lo menos hagan sus pastelitos cada tercer día, ¡ya ni la friegan!__.Continúas tu peligrosa labor, y logras tu hazaña. ¡Haz vencido! Orgulloso miras a tu enemigo vencido. Al fin arriba del recogedor y; te das cuenta que olvidaste proveerte con una bolsita para depositar el resultado de tu esfuerzo y regresas a la cocina, dejando en ella una estela aromática, acompañada por signos evidentes de las pisadas que te incriminan. Rápidamente buscas el trapito que se encuentra junto a la puerta siempre dispuesto para borrar cualquier huella, y evitas con ágil acción, la apertura de alguna línea de investigación en tu contra. Bolsita en mano te diriges al recogedor y descubres azorado que eres víctima de un atentado Talibán, por parte de tus pulguientos; el cual consiste en el pisoteo inclemente de tu obra maestra y su consiguiente labor de embarrado por toda la escena del crimen. Percibiendo tu ira, agazapados y culpables huyen en tropel hacia la escalera de caracol que conduce al cuarto de servicio, dejando claras muestras de su fechoría en su atropellado huir. Furioso, incontenible, fuera de tus cabales; tomas la cubeta y con magnífica puntería asestas certero cubetazo de agua fría sobre sus aterrados cuadrúpedos y apestosos cuerpos. Acto seguido, y ya armado caballero de la orden del cubetazo, procedes a arrojar de nuevo el preciado líquido. Acorralados sin remedio te lanzan sendas miradas solicitando tu compasión. Magnánimo, accedes y los perdonas. En un último esfuerzo limpias la debacle y, valiente escuchas acompañado de tu cafecito las últimas recomendaciones de tu amada; las cuales es menester omitir por respeto a nuestros selectos lectores. Emprendes de nuevo otra de tus peligrosas expediciones al súper, una vez ahí te diriges en tu carrito. Como todo un “as” del volante, por entre los pasillos en medio de incontables peligros, señoras con sobrecupo peor que microbuseras y ofertas que te tientan. Estas ahora en el pasillo de las mascotas, encuentras debidamente acomodado el bultito de tu elección, no sin antes analizar los 40 diferentes menús y sus posibles consecuencias una vez digeridos, lo arrojas con destreza en tu carrito, vez con lástima al sujeto junto a ti, quien todavía no decide el menú y cuando estas por dar tu conocedora sugerencia, vez de reojo algo que distrae tu atención. Justo ahí, colgada del anaquel, descubres la herramienta que te proporcionará horas de invaluable ayuda en tus labores canófilas. ¡El invento del siglo!, el insuperable “levantacacas KKCAN”; si leíste bien, “cacacan”. Llenó de júbilo y sin siquiera reparar en el precio, lo metes al carrito y regresas a tu hogar con tu nueva adquisición dispuesto a afrontar nuevos retos con la ayuda de tu poderoso armamento, para uso exclusivo del ejército. Emocionado lo destapas, lees las instrucciones y aprendes a manejar con singular maestría la increíble pinza que levanta cacas a distancia, con el mínimo esfuerzo y sobre todo sin acercarse a los nocivos olores que involucra dicha labor. Lees las instrucciones hasta el párrafo que advierte: ¿SABÍA USTED QUE LA LEY DE JUSTICIA CÍVICA PARA EL DISTRITO FEDERAL EN SU ARTICULO 8, CAPITULO 2, INCISO 5, PENALIZA EL NO RECOGER LAS HECES FECALES DEL ANIMAL EN LA VÍA PUBLICA? Mortificado y avergonzado te preguntas ¿Acaso soy un infractor de la ley? ¿Conocerá mi vecina esta ley? ¿Me acusará ante las autoridades pertinentes? ¿Se nombrará un comisionado especial para el caso? ¿Me aplicarán temibles dosis de tehuacanazos para hacerme confesar? Después de mucho cavilar, cabisbundo y meditabajo, tomas una decisión difícil pero efectiva; la próxima vez que saques a pasear a tus perros, portarás en la diestra tu magnífico KKCAN, y al pasar por la casa de tu vecina, presentarás armas y harás alarde de civismo levantando con honor el producto recién horneado por tus queridos animalitos. Será una penosa labor, digna de cualquier súper Héroe, pero ahí estarás tú, orgulloso y dispuesto a no soportar más insinuaciones dolosas, y sobre todo, seguro de conducir tus actos apegado a derecho. Al final solo una duda te asaltará: ¿Qué hago con la apestosa bolsita y su comprometedor contenido? ¿Acaso la ley de justicia cívica tendrá algún inciso detallando el procedimiento a seguir en tales trances? Meditando el caso, tu figura se alejará, perdiéndose en el horizonte, con paso seguro, confiando siempre en la digestión de tus fieles compañeros perrunos y en tu inseparable KKCAN.
FIN.
Datos del Cuento
  • Categoría: Cómicos
  • Media: 5.86
  • Votos: 91
  • Envios: 4
  • Lecturas: 4179
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 3.142.98.153

1 comentarios. Página 1 de 1
Vet
invitado-Vet 28-01-2004 00:00:00

... me gustó bastante. jejeje Sólo un consejo: separa el diálogo por guiones o comillas, o puedes confundir al personal. Muy buenas algunas frases. VET

Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Cuentos: 21.638
»Autores Activos: 155
»Total Comentarios: 11.741
»Total Votos: 908.509
»Total Envios 41.629
»Total Lecturas 55.582.033