Era casi inhumano terminar lo hecho durante toda la vida, sin embargo, lo hizo. Lo terminó. Allí estaba. Un barco de madera que terminó a lo largo de más de media vida. Se puso a observarlo por horas hasta quedarse dormido. Cuando despertó, aún estaba allí, el barco y él. Le puso un nombre. Subió y bajo del barco varias veces hasta que llamó a un ayudante y lo bajó a la mar. Puso todas sus cosas y se fue a navegar. Mientras se alejaba de la orilla, veía que todo quedaba como un sueño del cual jamás deseaba volver. Viajó por días y noches hasta llegar a una isla. Bajó y vio a mucha gente que al igual a él, se sintieron extrañados. Eran hombres y mujeres blancos, con niños que vivían de una manera casi natural. Vivían en casas de madera cubiertas por hojas secas. Les dijo que se iría al día siguiente. Todos ellos callaron y se fueron a descansar y a jugar con sus simples realidades. A la mañana siguiente partió. Veía como todo quedaba nuevamente atrás… La vida es un sueño mientras vivo en la mar. Miró las olas y en cada una de ellas notaba una letra un canto diferente. Es hermoso el mar y sus aguas y sus peces que no cesan de saltar como si estuvieran jugando con el Sol y las aguas del mar. Un pez saltó hasta llegar a cubierta del barco. Nuestro amigo la miró y quiso devolverla, pero el pez le dijo que no, que deseaba romper sus branquias. Miró al pez hasta que dejó de moverse, murió. Cogió al pez y lo colgó sobre una muralla. Le hizo un bello marco y se le quedó mirando hasta que vino el alba.
No supo que más hacer y sintió que debía retornar a su hogar, pero lo extraño es que lo había olvidado. No recordaba ni siquiera su nombre, tan solo el barco en que estaba y el canto de la mar… Sonrió ante esto mientras le llegaba la tarde, la noche, y luego, el día y así… Hasta que llegó a un lugar sin nadie que le mirara y que estaba lleno de barcos y hombres solos como él. Bajó al puerto y caminó por toda la orilla. Miró su barco y sintió que no debía volver a navegar. Miró hacia delante y un bosque lleno de animales y hombres le miraban con alegría, y al fin escuchó: ha llegado, al fin… Sonrió y se unió con todas esos seres vivientes, como una gota en la mar…
San isidro, octubre del 2007