Salí del camino soleado y me detuve en aquella antigua e Perez construcción de chapa a la sombra de los paraísos.
Descendí y entré. Era un boliche de campo. Parecía sacado de un viejo almanaque de ALPARGATAS . Los personajes de Molina Campos, bien podían aparecer en cualquier momento, algunas mesitas y sillas rústicas y al fondo un mostrador antiquísimo. Faroles “sol de noche”, el piso de madera pino tea recién baldeado . Contra la pared, el mueble donde se alineaban botellas de distintas épocas, formas y tamaños. Al costado la sección de “Ramos generales”, los cajones con tapa inclinada, heladera a queroseno, antiguas fiambreras pendían del techo, con los fiambres, quesos y dulces de membrillo y batata en barra. Nadie apareció ante el requerimiento de mis golpes de mano. Así llegué al pasado por el túnel del tiempo.
Allí habían sido los bailes... Los de los cuentos del Bartolo y el Chochi.
Allí ,era el boliche “Pérez”, el Chorlo, como le decían, abuelo del actual Chorlito, quien lo había construído ciento cuarenta años atrás, almacén de ramos generales y bar, dónde para darle notoriedad, organizaba bailes para los vecinos...quienes los fines de semana, se vestían con la mejor ropa, lustraban sus botas y después de rociarse con agua de olor... enderezaban a pié, en sulky, o a caballo para la diversión.
Allí estaba el Felipe Cevallos, hijo del Eraclio, mozo de habilidad y fuerza, considerado por sus pares, enamorado de su prima Juana, la flor del pago, hija de Ramón Cevallos. Por mala suerte descalificado por los padres de la muchacha, que preferían a Píccolo, hijo de un gringo rico de la zona, con el cual noviaba.
Aquella noche, se armó el baile, mientras algunos rezagados iban llegando a pie , el Felipe llegó a caballo, pero...no llamó la atención, el mozo era buen jinete.
Todo fue normal, el baile, las parejas . Cuando ya terminado se iban retirando, la mayoría caminando, como Juana, la Gringa y la Negra, sus hermanas y sus respectivos novios. El Felipe agachándose sobre su monta, se apoderó de Juana elevándola hasta su cabalgadura, y ante el asombro de todos, partió a galope tendido. Tomó por el camino real...,el que lleva a la isla y desapareció
Allí vivieron su amor y se rodearon de hijos.
Muy enojado, el padre de la muchacha decía:
_Si se muere el hijo de mi hermano Eraclio, ni vo´a ir.
Interrumpió mi evocación un criollo viejo, bien plantado:
_Se le saluda ¿Qué anda buscando Don?