Tarde gris y ventosa de vacaciones de invierno.
Me ocupaba siempre que podía, en ordenar la Biblioteca de la Parroquia y allí estaba tratando de matar el aburrimiento
aquel día.
Terminaba, cuando apareció el padre Francisco. Después de saludar, el sacerdote preguntó como andaban mis
estudios y trajo más material para incorporar.
Me contaba que tenían un entierro en el vecino pueblo.. T ... (El pobre atendía siete parroquias, debido a la escasez de sacerdotes) . Enseguida llegaron... mi amiga Carmen, la organista y Camilo, el cantor, en realidad era pintor, pero tenía una hermosa voz de tenor, y como trabajaba por su cuenta no le ocasionaba problemas asistir a esos servicios. Como no iba nadie mas, me invitaron si quería ir a ayudarles. Así que me sume al grupo
El padre Francisco apareció al volante de su Dogge bordó. Camilo ocupó el asiento delantero. Carmen y yo
En el asiento trasero contemplábamos los campos a la vera del camino. E l viento soplaba cada vez más fuerte, revolviendo las copas de los árboles, levantando remolinos de tierra en medio de los caminos rurales por donde íbamos avanzando. Los animales en los campos estaban con los cuartos traseros para el lado del viento, pateando intranquilos
_Tarde brava _exclamó Camilo
Carmen agregó:
_Tendría que hablarles y hacerlos llorar a todos, padre
El padre Francisco, sin quitar la vista del camino, dijo
_En realidad, era un hombre tan soberbio y mal llevado hasta con su propia familia, que el día lo acompaña. Hay que dejar que Dios haga justicia.
Llegamos al pueblo. En realidad, había una capilla, una escuela, un bar que tenia algo de almacén de ramos generales
y una casa particular cruzando el camino.
Mientras abríamos la capilla y empezábamos a preparar. El padre Francisco siguió hasta la casa del muerto para rezar el rosario.
Camilo pudo al fin abrir la puerta grande, y salieron volando dos murciélagos. Limpiamos ventanas, barrimos, sacamos las telas de arañas, y un nido de tacuaritas, que habían entrado por un vidrio roto, quitamos el polvo de las imágenes,
Camilo mientras tanto preparaba la tarima donde colocarían al muerto para la bendición y cubría todo con telas negras
Acomodamos los candelabros y colocamos velas nuevas
Ya todo a punto, nos pusimos a conversar
El cortejo no se hizo esperar... El viento estaba tan fuerte que parecía que llevaría todo
Apareció la carroza fúnebre, que era lo que usaban la gente pudiente, con cuatro caballos negros, muy briosos
El cochero, con levita negra, cabeza cubierta y sus manos enguantadas. Con una mano llevaba las riendas y con la otra sostenía la galera para que no se volara. Por las ventanas del fúnebre se veían las cortinas violetas con las letras doradas
Y más adentro se veía parte del ataúd. Se detuvo al frente de la iglesia y por detrás el coche que llevaba coronas y flores
Los empleados de la funeraria empezaron a bajar el cajón y se acercaron enseguida los familiares asiéndolo para entrar a
la Capilla. Todos estaban nerviosos y apurados, por lo molesto del viento y tierra que azotaba con furia
Allí se cantó el “De Profundis”
Yo tengo mi esperanza en ti, Señor y confío en tu palabra
De lo profundo te invoco Señor, esté atento tu oído a la voz
De mi ardiente plegaria....
y otras canciones apropiadas al caso, acompañado por el armonio, también la bellísima voz de Camilo conmovió a los presentes. El sacerdote despidió al muerto, pronunció palabras de consuelo para la familia, dio la bendición y salieron con el ataúd, rumbo a la carroza
Repito, el muerto era persona muy adinerada, que poseía mucho campo y ganado, cuestión muy valorada en el lugar, todos querían estar presentes para cumplir; llevaban el mejor atuendo, las mujeres habían sacado a relucir las mejores ropas y joyas y mientras iban en busca de los autos de la casa, iban teniéndose los peinados y las polleras. Al fin se puso en marcha el cortejo rumbo al cementerio, que se encontraba bastante retirado del pueblo
La caravana que marchaba lentamente parecía que no llegaba nunca.. . y el viento... azotando todo lo que encontraba, siendo realmente muy molesto
Llegaron, el cementerio estaba con las puertas abiertas.. y se dieron a la tarea de bajar el féretro y las flores y conducirlos por las galerías (No eran muchas... y estaban abiertas)
El viejecito que cerraba los nichos, esperaba con un recipiente y un cucharón. Con la demora, había signos que había
bebido, estaba alegre y como todos quería cumplir y terminar pronto, para ponerse a recaudo del viento.
Cuando izaron el cajón al nicho, para empezar a deslizarlo dentro, las hijas se prendieron a las agarraderas
Gritando
Papá... no nos dejes! (Aunque ellas ya estaban casadas y lo habían dejado antes)
_Papá déjanos ir con vos!...
Con el cajón allí detenido, no se podía seguir el oficio... el sacerdote esperando para bendecir... la gente tapándose los ojos y teniéndose las polleras...
El viejecito del cementerio... se cansó... y empezó a tirar agua con el cucharón
_Miren... si quieren.. es amplio..entren ! ¡Tienen lugar! – le dijo a las hijas
Un ruido seco indicó que el cajón había caído dentro del nicho, ante la sorpresa y la reacción, fue aprovechada por el sacerdote que dio la bendición y el viejecito empezó a tapar con mezcla y ladrillos la entrada del nicho y tiraba agua con su cucharón sobre. los ladrillos.
Todos se fueron retirando rápidamente, aprovechando. la salida inesperada del viejo.. cuanto antes... Ya habían cumplido El viento y tierra eran insoportables
Todos subieron a los autos y partieron aceleradamente
Y el coche. .muy lento, emprendió el regreso , con sus briosos caballos negros , y el cochero enguantado y la galera
envuelto en nubes de tierra ,con las cortinitas volando al viento... acompañado por la carroza de las flores.
Los autos... ya estaban lejos.
. El cielo era cruzado por relámpagos, retumbaban truenos... todo un gran infierno