Ella siempre estaba mirándome. Me acercaba el teléfono. Endulzaba mi café.
A veces la sorprendía espiándome y al ver que la miraba enrojecía. Nunca me habló sin balbucear, pero solo era tímida conmigo, porque era el alma del grupo.
Nos reíamos a sus espaldas.
-Ché, la flaca está enamorada de vos-Me decían los muchachos de la oficina. Yo me reía.
A veces yo también la miraba. Pero solo por curiosidad. No entendía porqué sus ojos me atraían tanto. Me dio bronca, me molestaba que ella fuera tan atenta y dulce. Me molestaban las cargadas.
Yo sé que la pobre no hacía nada malo, solo me quería.
Fueron tres años y la bronca creció junto con mi deseo de venganza. Decidí darle un escarmiento y aposté con los muchachos cincuenta mangos a que la mina caía a la primera embestida.
Le llevé un ramo de flores de los baratos y se los regalé delante de todos. Ella solo agradeció con un ademán de su cabeza.¡Estaba tan colorada que parecía que iba a reventar! ¡Pobre piba!
La invité. La llevé a un bar alejado y oscuro, como para que la cosa no fuera tan brava y no me vieran más que los que me debían los billetes.
Le dije un montón de mentiras. Le dije que sus ojos eran los más bellos que había visto en mi vida. También le dije que hacía mucho tiempo que quería invitarla y no me animaba. Creo que eso la aflojó un poco porque empezó a hablarme de una forma diferente. Sonreía de una forma diferente. Movía las manos al hablar como acariciando todo lo que tocaba.
De pronto me encontré entrando a un motel con la flaca. ¡Todavía no sé que hacíamos ahí! Tenía lo suyo y hasta llegó a emocionarme. Era una linda mina.
Estuvimos toda la noche, me quería morir cuando pagué la cuenta.
No quiso que la llevara hasta la casa. Quise despedirla con un beso pero tampoco quiso.
No miento si digo que estaba un poco nervioso cuando llegué al trabajo el lunes. No sé porque.
Tampoco sé porque estuve todo el día esperando verla. No apareció.
A veces tengo ganas de preguntarle a los muchachos si la han visto, pero se van a reír, van a pensar que la mina me pegó fuerte.
Lo peor es que no sé porque me duele la garganta cuando pienso en ella ni porqué carajo tengo ganas de llorar. ¿ Se acordará de mí la flaca? Era una linda mina. Sí. Una linda mina, pobre flaca.