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Categoría: Misterios

La incógnita

1998. Hacía cuatro años que Sheila estudiaba en Santa Fe. Venía de un pueblo del interior de la provincia, le iba medianamente bien en su carrera, lo principal , sentía que le gustaba .Tenía los pies bien puestos sobre la tierra, prestaba atención a todo lo concreto y demostrable, las cosas raras que oía, pensaba que eran producto de alguna imaginación frondosa. Ese día había ido a comprar comestibles al Supermercado A B C y cruzaba Lisandro de la Torre, rumbo a su departamento, cuando alguien le pidió que la ayude a cruzar. Sin fijarse tomó automáticamente a la anciana del brazo. Mientras esperaban pensó que ella siempre era candidata a que le solicitaran ayuda, en los Super que les alcanzara algo de alguna góndola alta, que les dijera el precio porque no veían, en la calle le solicitaban informaciones, ancianas que le pedían ayuda para cruzar, me verán la cara de chica del interior, se dijo para si. En ése momento cortó el tránsito vehicular y junto a la anciana empezó a cruzar, recién entonces la miró, llevaba un vestido largo, como de monja, pero no era una monja, arrugado, de tela rústica, color natural, calzaba sandalias humildes, de tiras anchas y lo que llamaba la atención era una tela blanca que parecía de algodón, con que cubría su cabeza y parte de su arrugada cara. Al llegar a la vereda opuesta, le preguntó si quería que la acompañara, la anciana le agradeció y le dijo que ahora ella debía continuar el viaje sola , que pertenecía a los Hermanos Mayores en misión de difusión. Sheila iba a seguir por San Jerónimo, pero se percató allí, que la contestación de la mujer, había sido poco común, que no había abierto la boca, pero que ella la había entendido ¿Sería telepático?. Se acordó de una historia de apariciones oída en la Facultad, y volvió rápidamente sobre sus pasos, recorrió con la vista el corto tramo en que se hubiera podido desplazar la anciana y no la vio, caminó, recorrió, volvió, recorrió nuevamente, se fijó en cada detalle, en la gente que pasaba apurada, todos tenían ropas normales y la cabeza descubierta. Parada estupefacta en medio de la vereda, volvió a observar que con el ritmo de marcha de esa anciana nunca podía desaparecer en ese instante tan fugaz, pero tenía que rendirse ante la evidencia, a ella también le sucedían cosas raras.
Datos del Cuento
  • Categoría: Misterios
  • Media: 4.98
  • Votos: 60
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