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Categoría: Terror

Las joyas

-¡Desaparecieron!
-Pero... ¡si estaban en la cajonera hace un rato solamente!
Un rayo iluminó el rostro ensangrentado de Sebastián.
-Entonces... ¡hay alguien en la casa!
La historia había comenzado cinco días antes, cuando Bárbara Murgatroid, famosa empresaria automovilística había acordado iniciar un viaje de negocios a Estocolmo.
Sus hijos mayores, Luis y María habían decidido acompañarla a fín de evitar que la que hasta hacía meses que no realizaba una inversión favorable dilapidara lo que aún les quedaba de fortuna.
Sebastián Alejandro Murgatroid, en cambio, bebedor y jugador empedernido, asociado con altas redes de delincuencia y oveja negra de la familia
no formó parte del viaje, pues decidió quedarse en Buenos Aires con una sola razón: robar las joyas de su madre.
Algo extraño envolvía a aquellas joyas que con tanto cuidado ella celaba. Siempre decía "ellas son mi cábala contra la inflación, la deflación y la competencia". Cábala o no, si ejercían tal poder algo era cierto: su valor material era mucho más elevado para su hijo menor y el viaje era la ocasión ideal para que el joven se apoderase de ellas.
Sin embargo, había un misterio que le inquietaba ¿por qué si su madre las consolidaba talismanes nunca las llevaba en sus viajes?
Esa noche, acompañado por Lucas Martínez, un gángster de mala muerte, cruzó el jardín y con una ganzúa rompió la cerradura.
Corrió por los pasillos, juntando objetos de valor para simular el robo principal y luego se acercó a una estantería donde tomó las joyas.
Ya se empezaban a retirar cuando,de pronto, la puerta delantera, la misma que habìan roto se cerró.
-¡Lucas! ¿Qué pasó con la puerta?
-Está trabada o cerrada...
Intentaron forzarla, más fue inútil. Decidieron optar por salír por un ventanal del estudio.
Sebastián apoyó las joyas sobre una cajonera y tomó una pesada mesita de luz que arrojó sobre el vidrio, haciéndolo añicos. Los fragmentos del material cayeron sobre su rostro, cortándolo.
Cuando quiso tomar las joyas... ya no estaban.
Luego de discutir con Lucas llegó a la conclusión de que alguién mas estaba en la casa, por lo que sacó de su bolsillo un revólver y empezó a apuntar a la nada.
Ambos empezaron a buscar palmo a palmo, sin hallar presencia humana alguna.
Una sombra se movió ferozmente hacia Sebastián, pero le dio tiempo para que éste le disparara cuatro veces.
El cuerpo del desgraciado que había caído era el de Lucas.
Temeroso saltó hacia el ventanal, huyendo despavorido de la casa, olvidando todo por lo que
había ido. Lamentablemente, tropezó con algo y cayó, con violencia, y su ojo izquierdo fue atravezado por una de las joyas de considerable tamaño, perforándole el cerebro.
Aquella noche una perla más apareció entre las poseciones de Madame Murgatroyd, inscribiendo una maldición más a las que ya asustaban a la vieja magnate.

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Datos del Cuento
  • Autor: No Sugar
  • Código: 7670
  • Fecha: 13-03-2004
  • Categoría: Terror
  • Media: 5.65
  • Votos: 37
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3977
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