En el abandonado jardín de la Tía Teresa, entre flores y malezas, vivía una gris María Palito que apodaban la flaca.
Triste y solitaria, la gris María Palito siempre estaba de mal humor, por lo que sus amigos, poco a poco, se habían alejado de ella.
Pero una mañana, aburrida de aquella soledad, la flaca se acercó al estanque de los peces de colores, se miró en el espejo de agua y se acicaló con resuelto esmero. Una idea rondaba su mente.
Muy coquetona y luciendo su mejor vestido, hecho con pedacitos de hojas secas, ni corta ni perezosa, se fue directo al huequito donde vivía Lobito Pollero, Su meta era buscarse un novio que fuera soltero.
Pero Lobito Pollero, al tratar de darle un beso, con sus dientes y sus uñas por poco y la desgarra y la pobre María Palito no tuvo otra alternativa que huir para salvar su vida.
Con el ánimo recobrado, después de tremendo susto recibido, se fue al jardín de la casa vecina y allí se encontró con su amigo Paco Paco. Y fue tanta la ilusión... que se le desvaneció enseguida, al presentarle este a su esposa querida.
Igual suerte corrió con su compadre la Araña, a quien sorprendió junto a tres arañitas jugando muy querendón.
No obstante, estaba tan convencida de encontrar compañero, que sus ojos se encendieron de la pura emoción, al ver a un palito seco que el viento movía y movía debajo del vecino balcón.
Cual no fue su desespero, al ver que este parecía alejarse con la brisa.
Cuando por fin pudo a su mudo compañero alcanzar, un honguito blanco le colocó de sombrero y con él la danza nupcial empezó a bailar.
Algunos cuentan que la Flaca y el Palito, aquella noche se casaron y de luna de miel a recorrer el mundo se marcharon.
Otros, por su parte aseguran, que murió de gran tristeza al descubrir la verdad.
Sin embargo, lo único cierto de toda esta historia, es que por el abandonado jardín de la Tía Teresa, la gris María Palito nunca más apareció. María Palito, ¿dónde estás tú?