De Empalme a Guaymas, hay aproximadamente siete kilómetros de distancia. Empalme, es una ciudad chica, o un pueblo grande, depende de la óptica como se quiera ver. En ese tramo, casi llegando a la ciudad rielera –así también es conocida Empalme- hay un puente, el Douglas y antes de él, una capilla. Dicen – a mí no me consta- que precisamente en ese lugar, se aparece una persona mayor, de unos 70 años, con un ropaje color blanco brillante. Pelo cano, bastante maltratada en su persona, al parecer, se llamaba Gabriela Robles y dicen que murió trágicamente. Pues bien, les decía que ahí en ese lugar se aparece esa persona. Lo curiosos del caso, es que se te sube al carro mientras éste está caminando. Sí, literalmente se aparece dentro de tu carro, en la parte anterior, es decir, en la parte trasera del mismo. Infinidad de historias han sido contadas sobre ese detalle o mejor dicho, esas apariciones y todas ellas coinciden en esa apreciación. En ocasiones por mi trabajo, he tenido que ir a la vecina población empalmense e infinidad de veces he transitado por ese lugar y a altas horas de la noche, que es cuando dicen sucede lo antes platicado. A pesar de que jamás he tenido encuentro alguno con Gabriela, siento un oculto temor al pasar por el lugar y casi sin pensarlo, discretamente volteo hacia el espejo retrovisor esperando no encontrar a la flamante acompañante en mi asiento trasero. ¿Será verdad o será mentira? No lo sé, lo que sí es un hecho, es que a un conocido locutor le pasó y contó jurando que fue veraz y objetivo.
Dicha locutor se llama Jorge Medina y dijo lo siguiente:
Eran las 23:50 horas, y circulaba de norte a sur. A la altura de la capilla de San Judas Tadeo, sentí un extraño escalofrío recorrer mi cuerpo. Según su dicho, él nunca había oído sobre esta leyenda e ignoraba su existencia. De pronto, alguien susurro casi a mis espaldas que necesitaba ayuda porque estaba malherida. Casi me salgo del camino y milagrosamente no caí al mar. Empecé a sudar frío y voltee hacia donde provenía la voz. Lo que miré me dejó perplejo: Una persona con amplia cabellera blanca y rostro marchito estaba sentada en el asiento trasero de mi carro. Di un frenón brusco en plena carretera internacional, e inmediatamente bajé del carro. Juro que en ese momento, ella o mejor dicho, esa cosa etérea, salió literalmente “volando” a través del techo del carro. Me invadió de momento una nerviosidad tremenda y empecé a temblar fuertemente. Casi dos o tres minutos después, caí de rodillas implorando a Dios no fuera verdad lo que había presenciado.
Ese fue su relato completo, y yo le creo. Por eso, aunque jamás me ha pasado lo que le pasó a Sergio, cada vez que tengo que ir o venir a la vecina población, a esas horas; siempre trato de imprimir velocidad a mi carro, aunque claro, de aparecérseme, se subirá vaya despacio o a prisa.
¿Es verdad o es mentira lo que pasa en ese tramo carretero? Quien sabe, pero recuerde amigo transportista o chofer que cada vez que pase por ahí, voltee de vez en cuando hacia atrás, no vaya ser que Gabriela Robles se le ocurra subírsele y solicitarle ayuda o raite.
De nuevo me ha encantado tu forma tan directa de contar la historia. Da la sensación de estar hablando personalmente. Lástima que no viajaré por ese lugar porque me parece que queda lejos de España. Pero a mí me encantaría encontrarme con Gabriela para tener una historia real y aterradora que contar. Saludos.