Mientras manejaba rumbo hacia la nada pensaba y pensaba, tanto pensaba que tuve un serio incidente: atropellé a una persona… Ante esto, el ruido que bramaba mi futuro me hacía sentir en el umbral del infierno, aún así, me armé de coraje, bajé del auto y empecé a caminar sin saber si mi alma estaba a mí lado. "No me dejes, no me dejes", le repetía una y otra vez hasta llegar tembloroso y sudoso ante el montón de gente que como un espiral de carne, alimentaban sus almas de las eses de la curiosisdad.
"¡Calmesé joven!", escuché la voz de un personaje de rostro de pálido, ojos abiertos como un búho y listo para alejarse de la realidad que me esperaba como si tuviera un helicóptero esperándole... No respondí, le di un empujón y seguí a mi cuerpo que parecía tambalearse como borracho por el líquido del infortunio rumbo hacia el personaje accidentado... Cuando llegué, vi que era una pobre vieja. Su cuerpo estaba completo pero desarmado, tenía en sus manos un ramito de flores que seguramente había arrancado de algún parque. Era una hermosa escena, como para fotografiarla. Continué mis pasos hasta estar frente a ella, me arrodillé y escuché a todos los murciélagos urbanos vociferar una y otra vez: "El la mató", "Esta muerta", "Ya viene la policía", y otras cosas de la misma calaña.
No sé por qué alcé mis ojos hacia el sol, quizás buscaba despertar, salir de aquel umbral, pero no, tenía que entrar y salté hacia el abismo de mi realidad. Me arrodillé, cargué el cuerpo del la anciana con mis brazos y noté que la sangre le brotaba por su boca y sus ojos. Me pareció que cargaba a una gallina con ropa, apestaba. La llevé a mi auto y partí hacia un hospital. Le tomé el pulso, pero nada de nada...
La dejé en hospital y esperé un momento, quizás podía despertar. Yo creía en los milagros, en que alguien entrara y me dijera que todo había sido preparado, que era un cuento, una actuación… Pero no fue así, vino la policía y me arrastraron hacia la comisaría más cercana. Les di mi declaración, y cuando quise salir me lo impidieron, diciéndome que yo era un maldito asesino…
Estuve tras las rejas por mucho tiempo, esperando que algún familiar viniera a reclamar a la muerta y a acusarme, pero nadie vino. Y al cabo de medio año, y después de pagar al estado una gran cifra de dinero recobré mi libertad... pero no mi tranquilidad, sobre todo cuando empiezo a pensar mientras manejo, pues una serie de imágenes de mujeres viejas circulan por mi mente, rogándome con un ramo de flores que deje de pensar y manejar... Yo me burlo ante estos pensamientos, y me arranco en busca que un poco de licor para enterrar a todos estas viejas que no dejan de seguirme… Y mientras tomo y tomo, me pongo a recordar que hace mucho tiempo que mi anciana empleada no ha vuelto a la casa…
Marzo del 2005.
"ACCIDENTES" (JOE) La lectura lleva a desear el milagro también...Quizá sirva de advertencia...Un instante,un pensamiento, puede matar a un alma inocente y no hay retorno. Pau