En un ciudad muy grande tres niños llamados; Alicia, Carlos, y Julián de 8,5 y 2 años, todos vivían con su mamá en un barrio pobre a las afueras de la ciudad su casita era de madera con techo de cartón solo tenían periódicos para cubrirse del frío una mesa vieja de madera amarrada con grandes lazos para que no se desbaratara su mamá trabajaba mucho para poderlos alimentar pero a pesar de sus esfuerzos el dinero no le alcanzaba así que Alicia y Carlitos debían trabajar y cuidar de su hermanito pequeño.
La mamá lavaba todo el día por eso su salud se quebranto y no pudo volver a salir a trabajar así que Alicia también debía cuidar de su madre enferma, se levantaba muy temprano a prepararle a sus hermanos un agua de panela o simplemente agua sal con cebolla, su mamá solo tomaba agua ya no tenia fuerzas para consumir ningún alimento.
Alicia limpiaba vidrios de los carros en los semáforos de la ciudad mantenía a su hermanito pequeño en una caja de cartón, pero vigilante, siempre a su lado, Carlitos se quedaba junto a su madre enferma sufriendo y llorando a su lado pidiéndole sin cesar que no los dejaran, al llegar la noche Alicia llegaba a su casa cansada de caminar y cargar a su hermano todo el día, lo peor es que era otra noche de dormir con el estomago vació y con la angustia de despertar y no escuchar la respiración de su madre.
Al amanecer Alicia despertó muy animada, fue ansiosa y llega de esperanza a besar y ver a su madre pero ella no contestó a sus caricias, tenia sus ojos cerrados y aún humedecidos, en su boca se reflejaba una sonrisa pero su corazón había dejado de latir, sus manos y cuerpo estaban fríos tal vez un ángel enviado por Dios había venido por ella para evitar su sufrimiento.
Alicia abrazo a sus hermanos se sentía sola y con mucho miedo de enfrentar la vida pero los beso y les juró que nunca se separarían y siempre cuidaría de ellos, los vecinos al escuchar el llanto desgarrador de aquellos tres niños llegaron a ayudarlos a enterrar a su madre, los tres hermanitos volvieron a su casa desconsolados y san saber que hacer tenían hambre, miedo y un gran vació en el alma y una gran ira con Dios por haberles quitado a su mamita, Alicia escucho un fuerte golpe en la puerta al abrir encontró a una mujer de aspecto elegante pero de mirada fría y cruel, ella pregunto sus nombre y les pidió venir con ella explicándoles que no podían quedar solos que buscaría para ellos un nuevo hogar, pero debían entender que era difícil conseguir uno solo para los tres que tal vez debían separarsen , Alicia no sabia que hacer no dejaba de llorar por un momento y le pidió aquella mujer los dejara esa noche en su casita para recoger sus cosas y compartir los últimos momentos con los recuerdos de su madre y sus hermanos, la mujer se conmovió y accedió a dejarlos solo con la condición que muy temprano vendría por ellos,
Al partir la mujer Alicia tomó a sus hermanos de la mono y huyó, ella jamás permitiría que alguien los separara, caminaron durante mucho tiempo hasta llegar a las a fueras de la ciudad, encontraron una casa escondida entre los árboles, con muchas flores y animales, Alicia tocó a la puerta para pedir un poco de pan y leche para sus hermanitos que estaban rendidos de cansancio, un hombre viejo, con muchas arrugas, barba larga y manos temblorosas abrió la puerta, el anciano al ver a los tres niños temblando por el frió y con palidez en su rostro los invitó a seguir, les brindo una taza de leche caliente y un gran trozo de plan blando, para los niños esto era un majar. Alicia dió las gracias aquel anciano y fue a lavar los platos.
El anciano observaba a los niños desde su mecedora se sorprendía que aquellos tres pequeños reflejaran tanto dolor y tristeza en su mirada, sentía una gran compasión por ellos, pero era un hombre malgeniado, solitario y triste, nunca hablaba con nadie evitaba el contacto con el mundo, huía a algo a alguien o a el mismo, en el fondo tenia un corazón lleno de amor para dar solo que la vida lo había endurecido arrebatándole su alma. Alicia se despidió del anciano y tomó a sus hermanos de la mano para seguir huyendo, el anciano dudo en dejarlos ir pero su orgullo pudo más y abrió la puerta solo que una fuerte tormenta caía sobre su casa, así que al anciano no le quedo otra opción que decirles que durmieran en el altillo eso si aclarando que muy temprano en la mañana tendrían que partir, esa noche los tres niños durmieron por primera vez en un cama blanda y limpia, Alicia daba gracias a Dios por estar con sus tres hermanos y le pedía para que nunca los separaran.
El anciano antes de dormir pasó por el altillo y con gran ternura los miró dormidos desde la puerta, su corazón se estremeció por ellos, pero su carácter fuerte no permitía demostrar su dolor y compasión. Esa noche para los niños fue placentera, para el anciano triste y tormentosa, en su sueño recordó imágenes que ya había enterrado en su memoria; la de sus tres hijos muertos en el incendio de su casa hace muchos años, el se sentía culpable por no haber estado allí para salvarlos o de no ser así haber muerto con ellos , desde que sucedió aquel accidente el anciano había perdido la ilusión de vivir, lo atormentaba sus recuerdos y culpas.
Fue un larga noche para el anciano al despertar fue a buscar al gallinero huevos y otros alimentos para el desayuno, Alicia y sus hermanos permanecían dormidos al estar el anciano en el gallinero escuchó una voz de niño que lo llamaba por su nombre, miraba a su alrededor pero no encontró a nadie al tratar de salir de allí una mano pequeña tomó su mano era un bello niño en forma de ángel, lo miró fijamente con sus grandes ojos azules brillantes y en su boca se reflejó una hermosa sonrisa y le dijo: “Papá no sufras por nosotros todos somos muy felices en el cielo, a veces lloramos y nos sentimos tristes al ver como sufres por nosotros en la tierra; se feliz padre así nosotros también lo seremos cada día más y desapareció brindándole un te amo y un beso en su mejilla.
El anciano lloró y comprendió muchas cosas fue a buscar a los niños pero no los encontró en el altillo, salió de su casa desesperado a buscarlos pero fue en vano no los encontró, muy triste volvió a su casa y pidió perdón a Dios por no haber cuidado de esos niños, en esos momentos escuchó la puerta y Alicia entró en la habitación con sus hermanos cada uno cargaba la ropa limpia y planchada del anciano, el lloró y les pidió que se quedarán con el para siempre, les daría una casa, comida y mucho amor y así juntos sanarían sus heridas. Alicia no dudó en aceptarlo sentía que este anciano era un hombre muy bueno y los cuidaría bien, todos se abrazaron y sonrieron muy felices. Y en el cielo se encontraba la madre de Alicia con los dos hijos del anciano sonriendo y diciéndoles Adiós….
me gusto muchisimo, animo señorita natibe tienes mas cuentos