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AMOR, PAJAROS, MUERTE

La mañana, llegó. El sonido casi pre-conciente, de una canción de amor. Los ojos adormilados, y deslumbrados. El hambre había aparecido, pero su deseo de verle era mayor. Saltaba de pronto de la cama. Iría a verle desde la azotea de su casa. La canción de amor, le hizo pensar: “ella es una gitana, pero más que eso tiene magia para hacerme esto…recordaré la canción”. Seguro pasaría por allí, pues a esas horas los pájaros en una jaula tenían hambre, y ella les daba de comer. De pronto, asomado para verle. Deseando cada vez tener la mejor vista para ver tanta belleza para él. Apareció justo como siempre. Hermosa como siempre. Cómo deseaba para que el tiempo pasara lentamente o que este instante se repitiera cada vez. Pero como llegaba, se esfumaba y era la única vez en el día que la vería. Regresaba a su vida común, pero siempre teniendo en el pensamiento a ese amor que era su ilusión. Muchas veces habría pensado ir a esa casa, tocar de pronto, y… no sabía qué más. Temblaba cada vez que pensaba en qué cosas le diría, sólo pensaba: “quizás no haría nada, quizás meto la pata… bueno no sé, pues no me atrevo…” Y un día no la vio. Y su preocupación fue terrible: “los pájaros, morirán de hambre si ella no viene, debe venir.”. Y esperó, esperó hasta que vio a la que era su madre darle de comer a los pájaros. Y la preocupación fue aún peor: “No puede ser, algo le habría pasado…” Regresó a su vida común. Pero llevaba en el pensamiento a esos pájaros tristes como él, por no ver la belleza de ella, y se daba esperanzas de verle al día siguiente y todo sería igual. Al día siguiente, no la vio otra vez. Y se preocupó más:”Habrá viajado… estará enferma…” Y esperó. Ella no vino, y los pájaros se quedaron sin comer pues nadie los alimentó, ni la madre de ella. Se preocupó más. Regresó a su vida común, llevando en el pensamiento: “quién alimentará a esos pájaros, morirán de hambre…”. Y entonces fue cuando ya no se preocupó por ella sino por los pájaros., pues pensaba que si ellos morían ella nunca más vendría a alimentarlos. Al día siguiente, ella no vino ni su madre ni nadie, entonces vio a los pájaros gritar mucho. Volvió a su vida común, pero llevando en el pensamiento los gritos de esos pájaros. Al día siguiente los pájaros, estaban muy débiles y nadie los alimentaba. Y entonces fue cuando él decidió hacer algo. Corrió pronto a comprar el alimento de los pájaros, y pronto llegó aquella casa, tocó la puerta y sin ver quién le había abierto, fue a darles el alimento a los pájaros. Y los pájaros alimentados le agradecieron mucho. Y al voltear el rostro, a ver quién le habría abierto la puerta era la madre de ella quien estaba de luto. Y entonces ella le dijo: Ella si no hubiera muerto, les hubiera dado de comer, yo no les di de comer estos días porque estuve haciendo el funeral de mi hija. El corazón de él se había destruido, pero juró en el fondo que siempre alimentaría a estos pájaros en memoria de aquel amor.
Rau Magdiel.
Datos del Cuento
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