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Categoría: Historias Pasadas

ANTÓN

EL NIÑO MUERTO




Cuando nació Antón, nadie daba un duro por él, todos decían que estaba raquítico, que no llegaría a la primavera. Las comadres le tenían preparada la mortaja. Su madre se pasaba el día llorando, el niño no comía, el niño no dormía. Cuando llegó la primavera todos estaban pendientes de Antón. Por las noches se turnaban para que si la muerte venía a buscarle, no le encontrara solo. Cuando Antón cumplió un año nadie pensó en celebraciones, sólo significaba que tenía la muerte más cerca. Antón fue cumpliendo muchas muertes.
Antón se fue acostumbrando a ser el niño muerto, el niño que espanta, el niño que ningún niño vivo quiere tener por compañero de juegos. Cuando Antón salía a la calle sabía que no tenía que saludar a nadie, que nadie quiere saludar a los muertos, que los muertos deben estar con los muertos. Antón quería encontrar a otros niños muertos, pero por más que buscaba nunca encontró a ningún otro. Antón nunca asistió a la escuela, que los muertos no necesitan tener conocimientos, que los torpes también van al cielo. Lo que sí aprendió Antón fue la doctrina, porque el párroco del pueblo le dijo que si quería entrar en el cielo tenía que ser un buen cristiano.
Un día Antón se encontró una lagartija muerta, la llevó a casa y su madre se la prendió en la solapa. Antón se pasaba los días acariciando su lagartija, pero con el tiempo la lagartija fue perdiendo sus miembros, al final sólo le quedó la cola. Cuando Antón se enteró de que el hijo del cartero había muerto, se puso muy contento. Antón esperó a que oscureciera y entró en el cementerio, empezó a escarbar la tierra con sus manos hasta que pudo sacar un brazo del niño, tiró de él con todas sus fuerzas y finalmente le pudo sacar entero. Le quitó con cuidado la tierra que el niño tenía en la cara y le abrió los ojos, intentó ponerle en pie, pero el niño se le caía continuamente, Antón pensó que aquel niño era muy aburrido. Con las ganas que él tenía de encontrar un niño muerto con el que poder jugar.
Cuando Antón entró en el pueblo con el niño a rastras, los vecinos se revolucionaron, le quitaron al niño muerto y le dieron una paliza. Cuando la madre de Antón llegó a la plaza, encontró a Antón tirado en el suelo, sangrando. Al día siguiente unos hombres del pueblo se llevaron a Antón al manicomio. En el manicomio le dijeron a Antón que él no estaba muerto, que estaba loco. Antón se sintió muy feliz, allí había muchos niños locos con los que poder jugar, los locos viejos también jugaron con Antón. Antón aprendió a jugar y a reír, de vez en cuando, Antón les proponía a los locos jugar a un juego macabro, a un juego doloroso, Antón jugaba a ser un niño muerto.




lunnula @->--




A.N.A
Datos del Cuento
  • Autor: lunnula
  • Código: 672
  • Fecha: 25-11-2002
  • Valoración:
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