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Categoría: Hechos Reales

ARIES, Nota del autor e Introducción

Al costado del miedo se dibuja;
el cristal de una mujer,
y mi vino que está
de ese cristal impregnado,
tiembla de sólo pensar
que terminada la fiesta,
al ordenar las mesas,
mi cristal impregnado,
sin tu amor se pueda,
también quebrar.

Monsieur James

Nota del autor


Pude guardar silencio y vivir la comedia como una víctima más de la existencia, sin embargo, mis hijos no merecían que a su tristeza yo les agregara la propia. Ustedes, queridos lectores, que como yo, atraviesan o atravesarán pruebas como la mía, tampoco lo merecen.

Entonces, lloré todas mis lágrimas y decidí comprender. Me serví del pasado interrogándole incansablemente. Me apoyé en el presente. Humberto, Adry, mis compadres, Mélina y mis niños fueron antorchas y pilares en mi ansiosa búsqueda.

El sublime ejercicio, practicado con amor, me entregó, en su camino, la fortaleza vital. Me condujo a fronteras otrora inaccesibles y me mostró las orillas de la luz, la agonía del silencio y la sombra de mis pasos.

La huella de mi caminar, la dedico a ti, deseando, ardientemente, que te sirva también de antorcha y te ayude a atravesar esos kilómetros de noche que, muchas veces, sin anunciarse, nos invitan a caminar, con los ojos cerrados, esos embrujados laberintos de nuestros propios errores sin mejor compañía que inmundos fantasmas del terror de nuestros propios miedos; Quizás, como avizorando una mejor resurrección.

INTRODUCCION

Yo también me acuerdo de las tardes en que viajaba al país de mis travesuras. En largas caminatas, perseguía, en el impúber tiempo, mariposas y culebras, arañas y crisantemos, y recogía, con exquisita melancolía, hojas secas para escribir el otoño en mis cuadernos. Ya más tarde, mis persecuciones se volvieron fantásticas y anduve montando alazanes indomables y recorriendo las praderas infinitas de mi ya fértil imaginación. Estos potros, colosales, prehistóricos y matinales servían, en la tarde, para barrer del patio, las huellas que mi vida dejaba en aquellos rincones de mi niñez. Así, aprendí que el tiempo es un relámpago que inexorablemente multiplica la velocidad del olvido. Sin darme cuenta, había cambiado mis corceles barredores, mi sombrero y mis pistolas de palo por: columpios de flores, bicicletas bruñidas de esperanzas, por cuadernos bajo el brazo y por camisas con corbata, para esperar la tarde. De pronto la inquietud romántica empezó a horadar mis fantasías juveniles y sentí latir desmesuradamente mi corazón cada vez que me encontraba pegado a sus ojos, a sus labios, a su voz. La primera erección y esa misteriosa mano femenina que vino a sosegar con su suavidad el primer incendio masculino se convirtió en un arrullo de inmensa ternura. ¡Dios mío! ¿Seré torturado, excomulgado ? Lo que yo sentí divino y grandioso, para todos, en mis primeros años, parecía pecado. Entonces........

Cultivo una rosa blanca
en julio como en enero,
para el amigo sincero
que me da su mano franca.

José Marti

Continuará
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 6.54
  • Votos: 65
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