Mi mundo ha abierto alas, el ave nocturna tantas noches posada...esperando a que te acercaras a acariciarla... ha comprendido tu silencio, tus ganas de no decir nada, de ocultarte para olvidar y comienza a volar.
Agito mis alas, desempolvando los recuerdos, apartando las horas malditas en que creí ser vencida por tantos fantasmas... agito mis alas, con firmeza pero con suavidad, no impaciente sino serena, levantando los aires de la ilusión perdida, recuperando las fuerzas. Miro al frente, agito las alas y tomando impulso, inicio un breve, limitado vuelo, despegando levemente del suelo y recorriendo unos metros. Regreso, me poso. Todo fue bien, no me dolió, las plumas se tensaron con fuerza para alzarme del suelo, no sentí miedo, no ví alturas de vértigo, no tuve pánico, tan solo planeé mientras volaba, me dejé llevar por unos instantes y... me sonrieron los vientos.
Y ahora lo sé, estoy preparada, respiro profundo, siendo pájaro que se ahogaba en ansiedades respiro más profundo aún, bocanadas de frescura, de aire limpio, desprendido de polvo y egoismos, de pesares, de miedos, de atrocidades y atropellos, desprendido de falsedades, de tantos anticolores anónimos en mi vida... y respiro hondamente, una vez más... sintiendo como se rompen mis cadenas...
Ya no le temo a los soplos que desvíaban mi rumbo, ya no le temo a las aguas que se agitaban, que se lanzaban entre excusas para atraparme... son conocidas, voces huérfanas de humildad que ya solo salpican. Ya no le temo a la montaña de excusas que me impedía ver el otro lado... solo me orienta el rumbo para no chocar. Ya no le temo a las sensaciones que me llamaban en las noches... las respiro e inundo mis pulmones de libertad.
Agito mis alas y mientras elevo suavemente mi vuelo... caidos en el suelo los eslabones de mis miedos, se desprenden de mis plumas unas últimas palabras para ti:
te he sentido en mi vida como alguien especial, llegué a pensar con absoluta ingenuidad que la vida nos reservaba un vuelo en el que emocionarnos juntos, el tiempo que durara nuestro valor por una sonrisa compartida y teniéndolo todo no necesitaba pedirte más. Lo reconozco, me dolió la brusca caida en tu realidad. Pero recuperada de mis heridas, levanto el vuelo de nuevo ahora porque me he dado cuenta de que esta vida es demasiado corta para tener, durante tanto tiempo, tanto miedo a abrir y mostrar mis alas.
Revisa bien tus cadenas, tú no las ves porque son tan largas que te permiten volar, pero amigo, ¿no te das cuenta?, tienen la precisa longitud para que tu dignidad no llegue nunca a coger suficiente altura.
Si algún día decides romper ataduras y volar honestamente, ponte un nombre y búscame por los cielos de la autenticidad.
¿Quién eres? porque si escribes con tanta calidad escondes tu identidad. Me puedes dar mayor información sobre tí.