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~Lo azul de lo volátil
Se despertó como siempre: enredado entre las sábanas. Su cuerpo aún adormilado se resistía a iniciar el nuevo día. Dió un par de vueltas más entre el desorden de la ropa de cama para estirarse y a la vez trataba de recordar lo que había soñado hace pocos minutos, pero como siempre, no pudo acordarse de nada.
Ya de pie y listo para marcharse al trabajo recapacitó y se dió cuenta que se puede luchar contra todo en este mundo, pero menos contra una cosa: la decisión de una mujer enamorada.
Pensaba en esto y se atormentaba porque sabía que había una explicación pero no podía definirla, y a la vez, a cada paso, cada suspiro, cada acción, veía como todo se convertía en un recuerdo, en algo abstracto y atrayente para él.
No podía hacer nada. Su mente iba y venía en el trabajo, en la calle y en el baño. Las imágenes caminaban libres y sin control por su cabeza, llevándose y trayendo las respuestas que él necesitaba para vivir en paz.
Sabía que era difícil sobrevivir a este trance y por eso trataba de enfocar su mente y sus sentidos al trabajo. Quería que esa rutina aplastante y magulladora se apoderase de su cuerpo para olvidarla, pero no podía. Cada vez más su alma vivía de las acciones que ahora son recuerdos y la deseaba, la odiaba, la extrañaba y trataba de responder al porque de su partida.
Pensaba en ese día, que para él era una mierda. Se llenó del vacio del pasado y sufría en el presente. Meditaba también en su soledad y en esa extraña tristeza que le daba su libertad.
Todo es azul ahora que camina entre las calles, solitario, con el susurro de la gente a sus espaldas, tratando de coger a los recuerdos que, como demonios libertinos, alboratan su tranquilidad.
Suena ahora el telefono de su casa y ese sonido parece querer derrumbar la casa; lo asusta y presuroso, se acerca al aparato.
- Si? Quién es? - pregunta algo inquieto.
- Hola Rafo- le dice una voz femenina- te acuerdas de mí?
- No - dice, como huyendo a una respuesta
- Soy yo, Adriana, nos conocimos en la fiesta de Marco.
Ahora, por primera vez en todo el día, sonrie con ganas, siente como su corazón se acelera y como siempre las acciones, que ahoran son recuerdos, vienen a su mente.
- Ah, si! - dice ahora más animado- cómo estás?
- Bien, oye, te acuerdas que quedamos en salir el Viernes? - le dice la voz aflautada.
- Claro, como no me voy a acordar - le dice ahora, con una seguridad sorprendente.
- Te tengo que colgar, ahí viene mi papá, entonces, vienes a mi casa el Viernes?
- Claro, esperame lista a las ocho.
- Okey, chau!
- Chau!
El silencio manda ahora en su casa, todo esta quieto y tranquilo como cuando llegó. Se sienta a reflexionar en como nada es para siempre, ni siquiera su soledad que aún tiñe su entorno de azul, o la tristeza, que ahora ausente, medita junto a él.
Piensa una y otra vez en su vida y sus recuerdos. Sabe que siempre será igual, porque su vida, sus pensamientos y recuerdos son efímeros y azules. Y ahora ve cuán volátil puede ser su azul, cuando se peina y sale cerrando con fuerza la puerta de la calle.
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