Hoy te digo adios para siempre; de mi puño tembloroso salen las últimas palabras dirigidas directamente a ti y las cuales no habrás de entender del todo pero que se acompañan con lágrimas rebozadas en ayer. Mis ojos ya no te verán más con la misma frecuencia con que lo hicieron hasta hoy y mis oidos ya no serán testigos de la voz potente que posees.
¡Cuán traicionero es el tiempo! Cuán traicionero es hoy éste amor que no fue capáz de nacer con mayor anticipación para poder haber gozado enteramente de ti; me costará desprenderme de tu sonrisa como no tienes idea… y el sólo hecho de pensar que de pronto ya no estarás más en mis días hace que me sienta completamente abandonada y extraviada en la selva de tu recuerdo.
…No te quiero abandonar…
Por días y días enteros me valí de sueños y fantasías para sentirte mío; me gustaba imaginar que me querías, que te importaba… y que a todo momento pensabas en mi tal y como yo te pienso hasta ahora, pero ¿qué era todo eso, sino sueños mismos? A veces regresaba a la realidad de tu mirada indiferente y recordaba que ni los príncipes ni las hadas existían, más al mismo tiempo me decía que soñar no me arrebataría nada de mi vida y entonces volvía a aquellas fantasías en las me que sentía tan bien y donde podía volar libremente a tu lado… sin ataduras.
El dolor del olvido ya me ha hecho perder la razón de mí misma, el aroma inigualable del adiós me ha estropeado el olfato, la sensación de tenerte y no tenerte al mismo tiempo me ha sonreído con lágrimas en los ojos… y yo, simple mujer enamorada de tu cuerpo, me he adentrado en la espesura de un bosque al que he bautizado con el mismo nombre que tu recuerdo.
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A C.J.L.M: Me valí de sueños y ya no pude abandonarlos. después te dije adios con dolor en el pecho y sólo obtuve a cambio de eso un retorno a la realidad donde ya no estabas tu, pero permanecía tu recuerdo y con él mi amor por ti.