Hace mucho tiempo que vivo con ELLA,desde que los amigos se perdieron en la batalla del tiempo.
Y ya me e acostumbrado.O no?
No se separa de mi ni un instante.
Caminamos juntos por la calle llueva o nieve y me niego constantemente a cogerla de mano.
Me espera si me detengo a observar en algun escaparate cosas que se que no compraré.
Y si es ELLA la que se detiene apresuro el paso con intención de que me pierda.
Salgo alguna noche de copas y ELLA en silencio me mira sentada a mi lado.
Algunas noches cuando despierto por alguna pesadilla horrorosa y con la frente perlada de sudor frio,la noto tumbada a mi lado,dormidita.
E intento salir a hurtadillas de la cama sin hacer ruido para no despertarla y corro en silencio fuera del dormitorio...pero ELLA siempre me descubre y viene tras de mi.
Por eso,de nuevo vuelvo a arrodillarme a los pies de mi cama y a rezar.
Así como lo hacía antaño,cuando solo era un niño que le rezaba a Dios que me permitiera levantarle la falda a Luisita y no morir abofeteado en el intento,que me diera fuerza las noches en las que pasaba tanto miedo o simplemente que cesaran los gritos de mis padres.
Pero todo eso cambió.
Ahora le sigo rezando aunque todavia no me ha escuchado...aunque ELLA si lo hace.
Escucha sentada en el vorde de la cama como le pido a Dios que LA aleje de mi.
Como, cada noche lloro mientras le ruego que...
...Aleje de mi a esta soledad
que me está matando...
Belleza: que describe lo bueno, que ensalza lo que es bello y nos eleva hacia el cielo. Y lo tuyo, Sara, es: ¡rebueno! ("Aléjala", de Sara Agut Román-Toledo)