El protagonista de mi historia decidió dejar de sentir porque el amor le estaba quemando, porque su vida sin ella no tenía solución.
Alvaro, que siempre fué un hombre independiente, conoció a María y su vida cambió por completo, se vió inmerso en una pasión que le arrastraba a un abismo, a la perdición.
Todo empezó una mañana de otoño, sin mayor importancia había quedado con una chica joven a la que un amigo suyo le había encomendado, pues era del pueblo de sus padres, iba a la capital por temas de estudios.
Su cometido era darle hospedaje durante unas semanas hasta que ella buscase un sitio y ubicarla en la gran ciudad donde ella seguramente se encontraría perdida.
El, como buen anfitrión, fué a buscarla a la estación de tren. Esperaba una chica rubia, de pelo rizado, no muy alta y más bien con aspecto de niña, pues esa era la descripción que le había dado su amigo.
Cual fué la sorpresa de Alvaro, cuando vió al ser más hermoso que nunca había visto; se quedó paralizado.
La chica bajó del tren, cogió sus maletas y empezó a mirar alrededor. Cuando divisó a Alvaro, se le quedó mirando, y este reaccionó dirigiendose hacia ella.
-Hola, soy Alvaro, tu eres María, no?
-Hola, si soy María.Encantada.
-Igualmente. ¿Ha sido muy pesado el viaje?
-Un poco,.......
Ya iban en dirección al parking, y casi no se habían dado cuenta de que estaban caminando, sólo se miraban a los ojos, sólo se estaban enamorando.
-Ya estamos llegando a mi casa, vivo en el bloque ese alto, en la quinta planta. Tiene buenas vistas de Madrid.¿Has estado aquí antes?
-Nunca, siempre quise venir, pero mis padres no me dejaban. Ahora con la cosa de los estudios por fin accedieron.
-Bueno no te preocupes, tendrás un guia a tu disposición, jejeje....
Las risas fluían en el ambiente, lo que para Alvaro había sido en principio un compromiso tornaba en una situación placentera.
Esa noche cenarían en casa, con buen vino y una charla entretenida.
Así las noches en la vida de Alvaro se fueron sucediendo, María empezaba a ser el centro de su universo, estando ella no necesitaba nada más.
Fueron al teatro, al cine, de copas, a pasear por los parques. El tiempo fué pasando y nunca hablaron de su marcha, esos primeros días de convivencia que iban a ser el puente a un piso de estudiantes, se conviertieron en meses, en todo un curso universitario.
El amor surgío entre ellos, María era feliz entre sus brazos, Alvaro volvía a nacer con sus besos.
Después de dos años juntos, con los consabidos veranos separados, viviendo una relación en secreto, pues Alvaro era mayor que ella quince años, y eso los padres de ella no lo aceptarían nunca. Y si lo supiesen la separarían de él. Después de tanto tiempo, decidieron dar un paso más en sus vidas, decidieron casarse.
Todavía no habían dicho nada, todavía todo era un secreto, un secreto de amor.
Y a ese secreto se unió la dicha de saber que estaban esperando el fruto de su amor, un hijo.
Todo era maravilloso, tanto que daba miedo. Era demasiado perfecto, eran demasiado felices.
Hasta que todo dió un giro de ciento ochenta grados, y el sol dejó de lucir, para adrentarse en el invierno más frio y desolador que nunca Alvaro había vivido.
Ese día empezó así:
-Cariño, me voy ya, que llego tarde al ginecólogo.
-Espera, que voy contigo.
-No, no puedo sino tendré que quedarme para la última, y después se me hace muy tarde para venir y prepararte la comida.
-bueno pues hoy almorzaremos fuera.
-bueno venga voy bajando, que con la barriguita me cuesta más trabajo.
María empezó a bajar las escaleras, mientras que Alvaro cogía su maletín y se colocaba el abrigo.
Cuando Alvaro llegó a la calle, vió una ambulancia, miró a todos los lados buscando a María, pero no la encontró. En su desesperación, no quiso mirar para el lugar del accidente, pero algo le decía que su María estaba allí, tendida en el suelo. Fueron décimas de segundo, pero su alma se le estaba escapando.
Cuando se decidió a mirar la vió tumbada en el suelo, con los ojos llenos de lágrimas, mirandose su barriguita, y mirandolo a él. En fracciónes de segundo sabía que lo perdería todo, sabía que irremediablemente se iba. Y así fué.
Alvaro no pudo articular palabra, su alma viajaba con la de María, sólo tardó unos meses en ir a buscarla, en quitarse la vida.
Esta es la historia de mi querido Alvaro, de su amor por María. Dos vidas que no volverán y un amor que nunca morirá.


"....porque lo que yo quiero corazón cobarde y es que mueras por mí, y morirme contigo sí te matas, y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren...."
(fragmento de una canción de Joaquín Sabina)