Por algún motivo, este cuento fue retirado horas después de haber sido agregado. Quizás haya sido un error y quiero creer eso.


Me hablas de amor y me estremeces. Te veo mirarme y me endulzas. Me dices que lo amas sin saber que yo te deseo. Confías en mí y no me lo merezco. Me preguntas cómo puede ser que no seas correspondida. Ni yo mismo lo entiendo. Si tan sólo brillaran tus ojos cuando me hablas como cuando lo haces con él. Dices que por no lastimarte se alejó. No comprendo en mi cordura acto semejante, teniéndote, rechazarte; y yo, que amándote en silencio, no hago más que consolarte, y al hacerlo, me hiero. Es que las verdades que me revelas me introducen en laberintos sin salidas. Porque te deseo y no puedo. No eres de nadie sin embargo estás tan lejos. Y no quiero perderte. Pero me sigues hablando de lo que sientes por él. Tus sentimientos tan apasionados me provocan confusiones psicológicas. Dices que es superficial y no te tiene en cuenta. Y yo que te adoro por lo que eres, te seco una lágrima y la deposito en mi recuerdo. Te abrazo mientras pienso en la suerte de unos y en la desgracia de otros. Me obligo a alejar mis deseos de besarte, aunque mi boca pida a gritos tu sabor. Aguanto la respiración cuando por las venas de mi garganta pujan pasiones por salir. No quiero confundirte más, aunque por hacerlo me cueste el amor. Tu te desnudas con los sentimientos más sinceros mientras que por dentro mi cuerpo arde de dolor. En mi mente navegan situaciones ficticias que no preveo censurar, son mi consuelo. Pero no hace falta más que un suspiro para que se esfumen. Es que quisiera ser el dueño de tus sueños, ese a quien extrañes cuando te sientas mal, ese con quien desees compartir tus momentos más felices. Y aunque no me veo como tal, no me importa, porque mientras sigas siendo mi amiga, seguirás siendo mi utopía.