La luna sonríe, y el viento sopla en la noche, la brisa fría besa la piel. Cada espacio de la estancia huele al perfume de la amada. El mar en su silencio de olas y marea espera tu llegada, que de la mano del ser que espera con mirada de niño suplicante buscando en la mujer su refugio, su cobijo, su protección; es en el fondo, un ser desprotegido y no un hombre que ama. Es el retrato fiel del ser que busca ser amado y cree que él es el que ama. La amada, sentada viaja al mundo de los sueños donde es el único lugar real para su felicidad.
La dicha no existe para nadie, para él por saberse no amado, y a ella por saberse equivocada en su elección. La noche avanza, las distancias son las mismas, los sueños han cambiado sus formas, pero siguen siendo sueños.
La luna y el mar esperan, los seres que dicen amarse no llegan, la noche en su canción de belleza trascendente se extraña de tener cada vez menos amantes en su seno, y de disfrutar de una noche en la magia de la entrega de las miradas y las manos, de los labios y la piel, de los cuerpos que se aman en el delirio infinito del éxtasis esperado.
La noche llega otra vez en la misma cama tantas veces vacía y ocupada a la vez, los mismos sentimientos idos, los mismos deseos frustrados, la misma entrega fingida, el mismo ocaso del amor sin haber empezado, y él sigue esperando ser amado, y ella sigue soñando en el amor.
Joselito Fernández Tapia
Es un precioso cuento que plasma una historia muy real de un amor que aun en el tiempo traspasa la barrera . Remonta a una vivencia personal Es belicismo sabes que te admiro por tu poesía y este cuento es extraordinario