Me extraña que alguien me lea, en verdad. ¿Cómo pueden soportar leer lo que escribo, si escribo para mí? Y aún así, no entiendo qué quise decir.
Hace poco me llamaron para publicar un cuento de mi autoría. Me pagaron. Primera vez que lo hacían. Me sentí contento. La vida se puso llena de promesas y sueños y colores variados. Creo que eso era felicidad, pero, tan breve.
Fui a visitar a mi padre, le saludé y le pedí una toalla. Dijo que no, que lo hiciera con mi plata. Me fui, le di un beso en la mejilla y salí a la calle lleno de suciedad, pero, algo contento, pues, había dicho la absoluta verdad.
Ya en mi casa mi madre estaba frente a mí, parece una momia con pelos con su vieja voz de gato. Pero, la quiero, al menos cuando no grita como gallo por la mañana.
Salí a la calle y supe que la noche tenía algo para mí. Un aire frío llenaba mi cuerpo. Algo nuevo estaba por suceder. Fui feliz, y ya iban dos veces. ¿Irá en aumento?
Un auto pasó cerca de mí y al poco de pasarme se detuvo. bajó una mujer vestida de blanco, de novia. ¿Quieres casarte conmigo?, preguntó. Sí, le dije. Se me acercó y se quitó toda la ropa hasta quedarse pelada, desnuda. Me puse bruto y fui feliz, ya por tercera vez. De pronto escuché risas de todas partes, en especial del auto. Eran puras mujeres. ¿Qué ocurre amor?, le dije a mi novia. Ella se dio media vuelta, se llevo su blanco vestido y subió al auto lleno de risas de mujeres graciosas. Partieron, dejándome solo como un hongo, llevándose mi tercera felicidad en cada punto de luz que desaparecía por la noche.
Bajé la cabeza y supe que todo estaba consumado. Debía morir de una vez, pues, ya había sido feliz, y por tres veces. Antes, escribí una carta dirigida a quien corresponda y buscando un puente, decidí saltar.
Caí, pero no al piso, pues justo pasaba un camión lleno de plásticos. fui feliz, por cuarta vez. Alguien me ama, pensé, y, sentí que era verdad. Bajé del camión y empecé a buscar mí última felicidad, al menos, por esta noche. Sí, tenía fe.
San isidro, mayo de 2008