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Categoría: Románticos

Aprendiendo a amar

Dicen que estar junto al ser amado es como estar en el cielo, personalmente, yo creo que es mejor que eso, para mí el cielo es sólo felicidad pero qué de la aventura, de experimentar lo desconocido, eso produce miedo y en el cielo no hay miedo, pero sin este la vida no sería tan interesante, por eso la presencia del ser amado es mejor que el cielo.

¿Cómo aprendí a amar? Es una historia que nunca olvidaré....

Todo empezó un domingo a las 5 de la tarde. Como era normal en mi rutina, a esa hora bajaba hasta la cocina para comer algo, pero mientras descendía por las escaleras, sonó el teléfono: 2 timbrazos y yo ya estaba junto a este; sabía que esa llamada era para mí y que, tal vez, era la más importante de mi vida,

- ¡Aló! - contesté con el corazón casi saliéndose de mí.
- Hola, ¿cómo estás? – dijo él con su suave voz.
- Bien, ¿y tú? ¿qué estabas haciendo?
- ¡No! ¡nada!, acabo de llegar y pensé en hablar contigo, ¿nos podemos ver?
- Sí claro, en 20 minutos en el parque – dije emocionada.
- Me parece bien, entonces en 20 minutos en el parque. ¡Adiós!
- ¡Adiós!

Al colgar quedé petrificada: hasta ahora era consciente de la emoción que él, uno de mis amigos más especiales, me producía. Yo nunca había amado a alguien y por eso no sabía reconocer los sentimientos que en ese momento poseía, pero de alguna forma sabía que algo importante estaba a punto de pasar. Me cambié de ropa y corrí hasta al parque; a las 5:18 pm ya estaba allí, quería llegar un poco antes para prepararme pero mis planes fueron frustrados: él ya me esperaba, parado junto a un olmo, con esa sonrisa expresiva que lo caracterizaba. Mi corazón latía aún más rápido, no sabía nada, ni cómo actuar, ni qué decir y mucho menos qué
hacer; enseguida él notó mis nervios y me tomó entre sus brazos llevándome contra su pecho, ahora me sentía segura. Era la primera vez que alguien me daba un abrazo de ese estilo, ese abrazo que sólo un hombre sabe darle a una mujer, a esa mujer.... Duramos unos segundos así, junto al olmo; ¡me sentía tan bien!, nunca había tenido tal seguridad después de un momento de incertidumbre; sin embargo, no podíamos perder el tiempo, me alejó y con su mirada profunda y reveladora se posó en mis ojos; era como si a través de ellos, él buscara mis secretos más profundos y los entendiera, los sacaba a la luz acompañados de increíbles sensaciones.... ¡No pude más! Le quité la mitrada y sin muchos preámbulos lo tomé de la mano. De nuevo vi cómo su sonrisa iluminaba su rostro, sabía que yo nunca hacía eso y ahora ese era su privilegio. Empezamos a caminar a lo largo del parque mientras yo me aferraba a él como un niño recién nacido lo hace con su madre, hablamos de las experiencias pasadas y de la influencia que ellas habían tenido en nosotros.

Paseamos durante casi una hora, pasadas las 6:00 de nuevo estábamos junto al precioso olmo, nos sentamos y desde allí observamos hipnotizados el ocaso. Si algún artista buscara una imagen perfecta la hubiese encontrado en ese momento con nosotros recostados uno contra el otro junto al olmo, con el reflejo naranja sobre los rostros y él jugando dulcemente con mi cabello mientras la brisa golpeaba en mi cara y se aliaba con sus manos para divertirse conmigo; a este cuadro se le unía esa mirada diciente, proyectada en el horizonte, que dejaba ver claramente como el amor flotaba entre nosotros y nos sumergía en nuestro propio universo. Ahora lo comprendo, era por ese amor que yo actuaba como actuaba.

Durante mi vida, jamás le había permitido a un hombre tomarme de la mano, acariciarme y mucho menos permanecer abrazado a mí, pero ese día todo era diferente, realmente me sentía muy segura de todo, tanto que en esa corta hora, ya no cabía la menor duda que por fin estaba enamorada. Mientras el ocaso avanzaba, cada palabra pronunciada por sus labios abría una ventana a una nueva sensación y, de paso, a una nueva persona alojada en mi cuerpo. Él sabía perfectamente que su experiencia era mi mayor regalo, así como mi inexperiencia era su mayor regalo.
Es una lástima que no recuerde con exactitud la conversación, sólo recuerdo que todo lo que me decía era hermoso, pero no puedo pedirme tanto al fin y al cabo, en ese momento lo más importante era sentir y eso jamás se borrará de mí.
Es gracioso, a simple vista, cualquiera diría que la situación era guiada por él y que yo debería ser la persona que debía sentir algo de ansiedad y nervios por todo lo que se avecinaba, pero No!, al igual que yo, él sentía ese vacío en el estómago y temblaba, al mismo tiempo que se refugiaba en sí mismo cada vez que yo hacía algo inesperado, o a veces, simplemente él perdía la mirada y se iba a otro mundo, el mundo de sus sueños, supongo.

Cuando ya había prácticamente oscurecido, la conexión existente entre los dos era increíblemente fuerte, sin ningún inconveniente, ambos íbamos diciendo todo lo que sentíamos, uno terminaba las frases del otro acertadamente y esto nos llenaba de gracia, fue por eso que mientras pasaba el tiempo, aparecían cada vez más expresiones de afecto, instalándose definitivamente en nosotros.
Varias caricias paseándose por mi cara calmaban mis nervios, con cada una de ellas me transmitía un sencillo y sabio mensaje:” Déjate llevar por tus instintos, por lo que tú misma quieres y sientes”. En un instante me tomó de la cintura, por debajo de la blusa el rozaba, de un lado a otro, sus tersas manos sobre mi piel; nunca lo hubiera pensado pero eso no me molestaba, al contrario, apenas lo sentí se me erizó la piel por completo y mi corazón latía tan rápido que casi explotaba; era muy extraño, jamás había experimentado tal cosa, me sentía supremamente feliz y al mismo tiempo estaba muerta del susto, de nuevo un gran vacío invadía mi estómago y temblaba como si hubiera visto un fantasma. Sin darle importancia al resto del mundo lo abracé agradecida, sus manos ahora corrían por mi espalda muy tranquila y suavemente, de nuevo me alejó un poco y posó sus tiernos labios sobre mi frente, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, realmente sentí que me desmayaba pero mi corazón habló a mi cerebro y me detuvo haciéndome reaccionar para que fuera consciente de la felicidad que me llenaba.

Después de esto, el ocaso estaba llegando a su fin, permanecíamos muy cerca el uno del otro y las palabras no hubieran tenido sentido en ese momento; como era lógico cada vez nos aproximábamos más, nuestros rostros estaban prácticamente juntos y al dar inicio a la noche cerramos los ojos y nos fundimos en un beso maravilloso. En el momento en que sentí sus labios sobre los míos una luz casi deslumbrante se posó en mí, iluminó cálidamente cada rincón de mi cuerpo y por fin supe lo que realmente era amar con el corazón, con el cuerpo y con el alma; ahora sabía que ese amor se describía como la sensación donde dos seres se unen en uno solo a través de un hilo mágico y en mi caso particular, ese hilo tenía un nombre propio: beso.

Hoy en día puedo dar testimonio afirmando que vivir el amor es la experiencia más espectacular que hay en la existencia, e igualmente, puedo decir que el primer amor y el primer beso son incomparables: sentirlos es mejor que lo más maravilloso y fantástico que hay, es por eso que, aún en estos días, cuando recuerdo esos momentos me siento perfecta, completa, única, casi omnipotente, y si por alguna razón me decepciono de la vida, ese memorable día me recuerda para qué estamos en este mundo.
Datos del Cuento
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.7
  • Votos: 30
  • Envios: 4
  • Lecturas: 2952
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